Lo que vendrá

Sergio Carpenter - Rodrigo López - Fabián Amico - Alejandro Robba
Un escenario político conmovido ante un hecho de la relevancia de la muerte de uno de sus principales actores motiva interrogantes acerca de si esta situación causará algún impacto en la marcha de la economía. En tal sentido, diversos analistas consultados responden acerca de qué desafíos creen que presenta la economía del período 2010-2011, en esta nueva etapa política (1) y qué medidas habría que impulsar para profundizar en lo económico el rumbo iniciado por el gobierno de Néstor Kirchner y su continuación por Cristina Fernández (2).

SERGIO CARPENTER
Presidente del Instituto Argentino
para el Desarrollo Económico (IADE)

Avanzar sobre lo construido

1) Consolidar logros y corregir desequilibrios. El haber puesto la situación del empleo y la distribución del ingreso en primer plano exige seguir profundizando la conquista de los derechos económicos de la ciudadanía. Un Estado no paternalista que fomente la participación ciudadana es condición necesaria –aunque no suficiente– para hacer frente a la encrucijada de la restricción presupuestaria.
El derrotero de la inversión privada es un desafío. Desde hace varias décadas se observa una regulación nefasta para el desarrollo argentino. Aumentan las ganancias del sector capital en detrimento del salario, pero estos frutos no van a parar en su totalidad a la inversión productiva, se fugan en parte al exterior. ¿Cómo cambiar esa dinámica?
La informalidad laboral, otro desafío. La persistencia de este fenómeno está asociada con el problema de las productividades de una heterogénea estructura productiva.
Luego, avanzar en la construcción del «piso de protección social» que Naciones Unidas y OIT levantan como estrategia por la igualdad. CEPAL calcula para la Argentina una necesidad de financiamiento de 4,5% del PBI para sacar de la pobreza a la población vulnerable. ¿Un imposible en el mediano o largo plazo?
2) Más política industrial. La conformación de una banca del desarrollo ayudaría en este sentido, así como también la sanción de la ley de Servicios Financieros para el Desarrollo Económico y Social, que asegure un mayor financiamiento privado a los proyectos productivos de las pymes y obstaculice la concentración del mercado.
Fiscalización tributaria sin cuartel y el estudio de reformas tributarias progresivas que corrijan distorsiones.
Seguir trabajando en el control de la inflación por el lado de la oferta. Estudio de una reforma agraria, que se expida sobre el problema de la tenencia de la tierra, el mantenimiento de la productividad y los riesgos de deterioro del medio ambiente.
Cambios en la legislación minera que terminen con la orientación neoliberal actual y que aplique sus frutos al desarrollo nacional. Revisión permanente de la composición del gasto y de la eficacia de la estructura de subsidios.

RODRIGO LÓPEZ
Investigador del Centro Cultural
de la Cooperación Floreal Gorini.

Dinamismo y distribución

1) Los desafíos son los propios de todo año electoral, donde se elige nada más y nada menos que a la autoridad máxima de la Nación. En ese sentido, la economía se vuelve bastante predecible, ya sea por parte del Gobierno como de los empresarios. El modelo nunca cambia en año electoral, y menos un modelo que mostró ser exitoso (tanto para el Gobierno como para los empresarios). Así, más allá de los debates duros, propios de la campaña electoral, la marcha de la economía no se verá afectada. Es más, es de esperar que el Gobierno profundice su compromiso con el dinamismo económico y la distribución progresiva del ingreso. No sólo por ser un año electoral, sino porque Néstor Kirchner, al pasar a la inmortalidad, se ha vuelto invencible; como dijo el personaje de Star Wars, Obi-Wan Kenobi: «Si me matas, me volveré más fuerte de lo que puedes imaginar». El votante kirchnerista, tras la muerte del líder, reforzó su lealtad. Si a eso sumamos las palabras de la presidenta Cristina Fernández en su primer discurso como viuda en cadena nacional, no quedan dudas de que la dirección va a ser hacia la profundización del modelo.
Por su parte, el balance de pagos de la Argentina muestra señales de franca mejoría, sobre todo al poder frenar, después de dos años, la fuga de capitales. Asimismo, las relaciones comerciales con China han vuelto a su cauce, lo cual se refleja en el crecimiento de las exportaciones, acompañadas, de yapa, por la continuidad en los buenos precios de nuestros commodities. En el plano regional, la victoria de Dilma Rousseff en Brasil garantiza la continuidad en la relación con el socio mayor del Mercosur. Por todo lo dicho, los roces en la economía nacional sólo vendrían por el lado de la distribución del ingreso. Pero ha de esperarse que tanto la UIA como la CGT eviten salirse de la negociación institucionalizada.

2) Empleo y distribución del ingreso: el Gobierno ha mostrado, en varias oportunidades, su dinamismo para capitalizar con políticas los misiles que le tira la oposición. Así, es de esperarse que haya novedades en materia de jubilaciones y trabajo terciarizado.
Finanzas: sin duda se deben cambiar las leyes de Entidades Financieras y de Carta Orgánica del Banco Central. Una fue el pilar de la dictadura y la otra del menemismo. Es algo que no puede quedar fuera de la agenda del ciclo kirchnerista. A Cristina le quedarían bien estas dos cucardas.
Sostenibilidad: mantener los superávit fiscal y externo. Fueron los pilares del modelo y es difícil pensar sin ellos. El Gobierno debe sortear las estrategias de desfinanciamiento que propone la oposición, y cuidar el saldo externo, tal vez mediante algunos ajustes en el balance de pagos, por ejemplo, regular más la remisión de utilidades de las empresas extranjeras y fortalecer el control de cambios.
Perfil productivo: se debe profundizar el desarrollo industrial que nos aleje paulatinamente de la explotación de los recursos naturales. No de manera abrupta, pues tampoco debe darse la espalda a las divisas. Pero sí deben alentarse, mientras tengamos tiempo, la innovación y aplicación de tecnología en industrias que expandan la productividad y los salarios. Con buenos ingresos, atrás vienen los servicios (con variados grados de sofisticación), otra fuente de riqueza donde el capital humano argentino tiene mucho para dar.

FABIAN AMICO
Economista de la Universidad
Nacional de Luján

Políticas estratégicas

1) Tras 7 años de crecimiento récord emerge la necesidad de poner en marcha una serie de políticas adicionales que consoliden la dirección del proceso de desarrollo y lo profundicen. En estos años, aún sin un marcado cambio estructural, un logro significativo y poco reconocido fue que, mientras la mayoría de los países de la región reprimarizaron su estructura económica y sus exportaciones (incluyendo a Brasil), la política económica puesta en marcha en la Argentina desde 2003 puso en reversa el proceso de desindustrialización que arrancó en 1976. De hecho, por primera vez en 30 años la industria volvió a generar empleo y contribuyó a disminuir la desocupación.
El Gobierno ha decidido no usar el desempleo ni las políticas contractivas para disciplinar a los trabajadores y contener la inflación. Esta es una diferencia sustancial con las tres décadas anteriores.
En este contexto, aparecen dos problemas estratégicos muy relacionados. Por un lado, descartado el ajuste recesivo, un reto principal del régimen actual es su carencia de políticas alternativas para administrar la inflación derivada de la puja entre salarios, rentas y ganancias. De hecho, los cambios distributivos deben traducirse en aumentos del nivel general de precios, y esto puede dificultar el mantenimiento de bajas tasas de inflación. El otro problema es que la estructura económica legada por décadas de neoliberalismo dejó sus huellas: el desmantelamiento industrial implica que hoy exista un mayor componente de importaciones cuando la economía crece. Esto no sólo reduce el impacto interno del crecimiento, sino que puede llevar en el futuro a la reaparición de la restricción externa.
2) Para profundizar el cambio estructural y acelerarlo se requieren políticas estructurales del Estado en dos áreas. En primer lugar, hacia la industria. Básicamente, una decidida política de sustitución de importaciones dirigida al sector de bienes de capital e insumos intermedios, combinada con una agresiva política de promoción de exportaciones fabriles, que privilegie gradualmente un mayor componente de insumos nacionales. Estos programas deben ir de la mano de una más fuerte dosis de inversión pública en infraestructura y transportes (por ejemplo, ferrocarriles, energía, etc.), articulada con un banco de desarrollo que ofrezca financiamiento barato a largo plazo.
En segundo lugar, se requieren fuertes políticas de ingreso, que regulen por múltiples mecanismos la puja distributiva entre salarios, ganancias y rentas, a fin de no interrumpir el proceso de crecimiento.
Las medidas dirigidas al sector manufacturero producirán rápidos aumentos de productividad, reducirán la presión distributiva sobre el excedente y aliviarán la tensión inflacionaria. De este modo, la competitividad industrial descansará menos sobre el nivel de la paridad cambiaria y esto aliviará, a su vez, la puja distributiva.
Entre las políticas de ingresos debe incluirse un conjunto de incentivos hacia ciertas actividades agropecuarias (carne, lácteos, cereales, etc.), para que pueden desarrollarse en un horizonte previsible, sin necesidad de masivas transferencias de ingresos a costa del salario real.
Las políticas industriales servirán de contrapartida para consolidar el arbitraje estatal sobre precios y salarios, y permitirán aumentos reales de los asalariados, a cambio de mayores ventas empresarias y otros beneficios derivados de los planes de desarrollo.
Las políticas de ingresos, a su vez, permitirían moderar la inflación, disminuirán la necesidad de mayores ajustes cambiarios y, por ende, la presión distributiva. Estas medidas estratégicas, centradas en el desarrollo de largo plazo, son el principal desafío político, no sólo para el Gobierno sino también para el conjunto de los sectores populares.

ALEJANDRO ROBBA
Subsecretario de Coordinación
Económica del Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas de la Nación

Desarrollo con inclusión

1 y 2) Desde el Ministerio de Economía venimos afirmando la necesidad de profundizar el modelo de desarrollo con inclusión puesto en marcha a partir de mayo de 2003. El desafío es seguir creciendo a tasas elevadas, único mecanismo de continuar creando empleo decente; seguir alentando el consumo interno; y profundizar la inserción internacional de las Manufacturas de Origen Industrial argentinas, como camino seguro al crecimiento de la inversión y el ciclo virtuoso del desarrollo económico.
La inversión pública deberá ser un componente cada vez mayor de la demanda agregada tanto en aspectos de infraestructura social como económica y de logística.

Fuente:">http://www.acciondigital.com.ar/15-11-10/pais.html#estado]Fuente: Acción Digital - 15.11.2010

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