Límites del actual modelo

Natalia Aruguete*
Desde fines de la década del ‘40 hasta culminar los ‘80, la política energética argentina descansó en tres pilares básicos: 1. el principio de autoabastecimiento, según el cual la energía era utilizada para satisfacer las necesidades del sistema socioeconómico; 2. la búsqueda de sustentabilidad tratando de diversificar la matriz energética, un aspecto que se fortaleció a partir del ‘60 y ‘70 con el desarrollo del gas natural y la incorporación de hidroelectricidad y energía nuclear y 3. el mantenimiento de los recursos energéticos y de infraestructura de abastecimiento en manos del Estado. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . Empresas de servicios públicos: argentinización, integración, provincialización / Diego Mansilla* . La regulación estatal de los servicios públicos en la Argentina: de la privatización a la reestatización / Mariela Verónica Rocca* . .Argentina no dispone de su energía. Los caminos hacia la autonomía energética / Felix Herrero [/size]

“Estos tres principios se abandonan a comienzos de la década del ’90”, explicaron en la Fundación Bariloche.

Desde la desregulación del sector, los productores privados pueden usar el recurso de la manera más conveniente de acuerdo con sus objetivos de rentabilidad. Las inversiones en materia de abastecimiento energético e infraestructura dejaron de ser producto de la planificación estatal y resultaron del libre juego del mercado. En este sentido, por ejemplo, las inversiones en la etapa de generación del sistema eléctrico durante la década pasada se concentraron en turbinas de ciclo combinado que utilizaban combustible y gas natural como insumo.

“Desde el punto de vista de la rentabilidad privada y los objetivos de un actor descentralizado, habiendo disponibilidad de gas natural, no hay ninguna tecnología que pueda competir con ella. Pero es una visión de rentabilidad privada de corto y mediano plazo, que no toma en cuenta las consecuencias para el sistema socioeconómico en su conjunto y la seguridad de abastecimiento a largo plazo”, explicó el vicepresidente de la Fundación Bariloche, Daniel Bouille.

El Plan Estratégico Nacional 2004/2008 elaborado por la Secretaría de Energía señala que “Argentina es uno de los países del mundo con mayor participación del gas en su matriz energética, con lo cual es imprescindible que tengamos señales de mediano plazo respecto al precio de este bien para hacer sustentable su explotación a largo plazo”. En el caso particular de la cadena productiva de la electricidad, la estructura de generación tiene un alto componente de gas natural. El incremento del consumo de este recurso se explica en un 44 por ciento por la generación de electricidad. De manera que la actual crisis en el sistema eléctrico está vinculada, en gran medida, a la carencia de inversiones en la cadena productiva del gas natural, agregan en la Fundación Bariloche.

El tercer pilar, la propiedad de los recursos energéticos, también se abandonó con la privatización del sector. Una decisión política que no tomaron Brasil, Uruguay, Venezuela, Chile ni México. Para Rebasa, “en los ’90 se estableció la teoría de que con la competencia los precios bajarían, cosa que ocurrió, y que esto traería escasez, lo cual iba a hacer subir el precio y así alentar a nuevos protagonistas a entrar en el mercado. Eso es teoría pura, no tiene nada que ver con la realidad”. Laclau sostuvo que se trata de “un modelo que se viene implementando hace quince años con sus aciertos y desaciertos. En algún momento, ese modelo funcionó bien para lo que es el sector eléctrico porque permitió salir de los cortes rotativos y pasó a una situación de superávit energético”. Hoy, con el balance de los últimos cuatro años, ha estado mostrando sus límites y expresa agotamiento para brindar respuestas a la demanda de crecimiento del país.

[b]*Natalia Aruguete es periodista y escribe para Página/12.[/b]

Fuente: [color=336600]Página/12 – 17.02.2008[/color]

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