La paciencia se agota

Horacio Rovelli * (Especial para sitio IADE-RE) | Un análisis crítico de la política económica del gobierno nacional. "Un plan sistemático de subordinación al capital financiero", sostiene Rovelli.

Cuenta la historia que Cicerón, cónsul de Roma en el año 63 A.C., cansado de las bravuconadas y amenazas del postulante Catilina, comenzó su discurso diciendo “¿Hasta cuando abusarás de nuestra paciencia Catilina?”, frase que se emplea para sostener que se está al límite de lo que se puede tolerar.  

Salvando la distancia y los años, podemos extender dicha frase a la gestión y al discurso del gobierno del presidente Mauricio Macri, dado que ejecuta un plan sistemático de subordinación al capital financiero (ofreciéndoles y participando de excelentes negocios) y encima, el grado de cinismo que emplea en sus alocuciones, acusando a los maestros y trabajadores del país de impedir que éste se desarrolle, torna a que la paciencia sea puesta en jaque.

En efecto, desde que asumió el 10 de diciembre de 2015, tras una campaña de prometer que se iban a conservar los puestos de trabajo y que se defendería la política social del gobierno anterior, pero que era necesario realizar un cambio en los paradigmas económicos, observamos que el PIB decrece, el consumo cae aún más y la inversión es incluso menor que la de los últimos años del kirchnerismo (provocando desocupación y cierres de establecimientos) y que había sido, teóricamente, la causa por la cuál era necesario cambiar de gobierno porque el consumo y el gasto público no dejaban que las empresas utilizaran el excedente para ampliar y modernizar la capacidad productiva.

En cambio, lo que observamos palpablemente es el negocio que se le genera a los especuladores financieros que vienen atraídos por la combinación de atraso cambiario y altas tasas de interés, que hacen que, por ejemplo, quienes el 8 de marzo de 2016 ingresaran dólares al país, lo cambiaron por pesos y lo pusieron en letras del BCRA (LEBAC) que pagaban una tasa de interés anual del 38% para el corto plazo y era menor a posteriori, pero fueron varias veces que pagaron tasas del 38% anual (Comunicado N° 50.714 del 08/03/2016), y el dólar valía (tipo de cambio vendedor minorista)  $ 15,64, cuando un año más tarde vale $ 15,71, ganaron una tasa en dólares en torno del 35% anual, y en el mundo desarrollado la tasa es de 1 o 2% anual.

¿Quién paga esa diferencia abismal? Nuestro futuro, dado que el endeudamiento hará que más temprano que tarde, cuando ni siquiera se puedan pagar los intereses de la deuda, los acreedores nos exigirán a cambio los activos públicos más preciados (YPF, con Vaca Muerta incluida, FFCC, Aerolíneas Argentinas, la participación del Estado en CAMMESA, las acciones y títulos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, etc.).

El negocio explica la asociación con los bancos extranjeros que operan en el país, que son los que designaron a los ministros del área (Prat Gay y Luis Caputo son ex JP Morgan, Dujovne ha sido jefe de economía del Banco Galicia) y a los principales funcionarios de las finanzas. Los bancos Francés, Santander Río,  Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan y el Crédit Suisse fueron los que en junio del año 2001 aportaron casi la totalidad de los bonos involucrados en el canje, de los cuales la mayoría ya estaban dentro de sus carteras o de entidades vinculadas como las AFJP, y que derrapó con las aciagas jornadas del 19 y 20 de diciembre y significó el procesamiento al, por ese entonces, Secretario de Política Económica, Federico Sturzenegger, y hoy presidente del BCRA de Macri .

Recordemos que tras el anuncio de levantar lo que denominaban el “cepo cambiario”, el 16 de diciembre de 2015, el dólar oficial que al 9 de ese mes tenía un precio de $ 9,70, pasó a valer $ 13,50.  Que en febrero 2016 el valor de la unidad de la divisa estadounidense pasó la barrera de los $ 15.-, con una corrida cambiaria que hubiera sido letal para cualquier otra administración, sin embargo, en diciembre de 2016 el dólar rondaba los $ 16.-, gracias a la “comunidad de negocios” referida.

Si tomamos como referencia el Mercado a Término de Rosario S.A. (ROFEX),  dado que es un referente obligado para saber cómo cierra el dólar porque realizan operaciones los grandes vendedores de granos (Grobocopatel, Grupo Del Tejar, Grupo Don Mario, etc.) y grandes compradores (Cargill, Nidera, Bunge Cerval, etc.), por ende si la realidad se desdice de lo que ellos proyectan implica que alguno hizo mal el cálculo, pero son todos “pesos pesados” y saben que ganan o pierden fortuna en ello, bien en ese mercado para el 30/11/2017 el valor del dólar futuro (siempre tipo de cambio vendedor que es el que se paga cuando se compra la divisa)  es de $ 18,65.-  El dólar del 1/12/2016 estaba a $ 16.-, con lo que la tasa implícita anual es de 16,5%  ($ 18,65 dividido $ 16).

¿Qué explica esto?

Primero, la entrada de capitales financieros por el negocio especulativo explicado (y lo que hace que la tasa de los Pases y de las LEBAC fijados por el BCRA no baje de 24,75% anual desde fines de diciembre de 2016) y, en segundo lugar, la liquidación de la cosecha, generan y generarán un flujo de divisas que tiende y tenderá a contener el precio del tipo de cambio, con una recuperación tímida del valor del dólar para la segunda parte del año.

Es muy probable, entonces, que desde la mitad de año se empiece a sentir la tendencia a una devaluación del tipo de cambio superior a la esperada por el gobierno y a la incluida en las proyecciones con las que se confeccionaron el Presupuesto 2017, y dé la razón a las estimaciones de cómo va a cerrar el ROFEX.

El Gobierno también asume este escenario. Indudablemente las necesidades de financiamiento impulsan el ingreso de capitales, por eso el Banco Central mantiene la tasa de referencia (ahora la de pases a siete días) por encima de la inflación proyectada (24,75% contra 17%), utilizando a su vez, al tipo de cambio nominal como ancla antiinflacionaria.

Un gobierno que representa los intereses del capital financiero, asociado con los grandes productores, acopiadores y exportadores de alimentos, y que debe acordar con las grandes empresas trasnacionales que están en el país (caso automotrices, acero, aluminio, energía, etc.) para asegurarles a todos altas tasas de ganancia, debe en lo fundamental detraer recursos de la población, y en lo coyuntural ir ajustando los precios y los estímulos fiscales a los distintos sectores, en un marco internacional enrarecido por el Brexit o por Trump, lo que obliga a un replanteo en el mundo de cómo se van a dar las relaciones económicas (y con ellas las sociales y políticas).  En ese marco el gobierno necesita no perder las elecciones y que los conflictos sean los menores posibles, a caballo de una fuerte concentración y centralización del capital (en la Argentina y en el mundo) y un débil nivel ideológico de la mayoría de la población.

Como afirma el informe del FMI en las perspectivas de la Argentina 2017, con déficit fiscal (de 4,5% del PIB), más el cuasi fiscal, con el poder que le da a los bancos poseedores de los pases y los LEBAC: si no se renuevan y se pasan a dólar se terminó el gobierno de Macri. Le debemos sumar el informe del FMI, el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, agrandado por el pago de los intereses y el retraso cambiario, con lo que  se corre el riesgo de que, en algún momento, se genere una “crisis cambiaria” que provocaría una gran devaluación, con lo cual quedan de lado las expectativas inflacionarias y la credibilidad del Banco Central, hoy amenguada por el ingreso financiero de divisas, pero inconsistentes porque no hay inversiones productivas ni de infraestructuras que avizoren la sustitución de importaciones y el incremento de las exportaciones. Es más parte del negocio que le ofrecen a las automotrices, por ejemplo, es importar los excedentes de automóviles que tienen en otros países, a un dólar atrasado, a la Argentina (igual se extiende a las empresas textiles, curtiembre, calzado, metalúrgicas, línea blanca, y hasta los alimentos), con lo que se pierde trabajo local y se agranda el déficit comercial.

Agrego al informe del FMI, que lo mismo sucedió con Martínez de Hoz y su tablita cambiaria, y con Cavallo y su plan de convertibilidad. Son insustentables en el mediano plazo. Tarde o temprano derrapan, provocando un fuerte cambio de los precios relativos tras una brutal devaluación, pero en el fondo consiguen lo que buscan, ganar mucha plata, fugarla, endeudar al país y empobrecer a la población.

Lo único que le puede poner límites es que al pueblo se le acabe la paciencia y le grite en las calles que ese camino lo hemos vivido y no estamos dispuestos a realizarlo, que sumado a la derrota electoral será el fin de la aventura del hijo de Franco Macri y de los financistas boys con que se rodea.

 

* Economista, profesor y miembro del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE).

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