Hugo Chávez / Ignacio Ramonet*

Pocos Gobiernos en el mundo son objeto de campañas de demolición tan cargadas de odio como Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Sus enemigos no han vacilado ante nada: golpe de Estado, huelga petrolera, éxodo de capitales, intentos de atentados... Desde los ataques de Washington contra Fidel Castro no se había visto un ensañamiento semejante en América Latina. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Los marxistas y la revolución venezolana / Alan Woods* .El amanecer de una Venezuela innovadora / Marcos Arruda* .Chávez: “sí, pero no.” / Atilio Borón* [/size]

Contra Chávez se divulgan las más miserables calumnias, concebidas por las nuevas oficinas de propaganda -National Endowment for Democracy, Freedom House- financiadas por la Administración del presidente de Estados Unidos George W. Bush. Dotada de recursos financieros ilimitados, esta máquina de difamar manipula repetidores mediáticos (entre ellos los diarios de referencia) y organizaciones de defensa de los derechos humanos, enroladas a su vez al servicio de designios tenebrosos. Sucede también, ruina del socialismo, que parte de la izquierda socialdemócrata sume su voz a este coro de difamadores.

¿Por qué tanto odio? Porque en momentos en que la socialdemocracia pasa en Europa por una crisis de identidad, las circunstancias históricas parecen haber confiado a Chávez la responsabilidad de asumir la conducción a escala internacional de la reinvención de la izquierda. Mientras que en el viejo continente la construcción europea ha tenido como efecto hacer prácticamente imposible toda alternativa al neoliberalismo, en Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador, inspirados por el ejemplo venezolano, se suceden experiencias que mantienen viva la esperanza de realizar la emancipación de los más humildes.

En ese sentido el balance de Chávez es espectacular. Se comprende que se haya convertido en referencia obligada en decenas de países pobres. ¿No ha refundado la nación venezolana sobre una base nueva, legitimada por una nueva Constitución que garantiza el involucramiento popular en el cambio social, siempre dentro del más escrupuloso respeto de la democracia y de todas las libertades? (1). ¿No ha devuelto a unos cinco millones de marginados, entre ellos las poblaciones indígenas, su dignidad de ciudadanos? ¿No ha recuperado la empresa pública Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA)? ¿No ha desprivatizado y devuelto al servicio público la principal empresa de telecomunicaciones del país como así también la empresa de electricidad de Caracas? ¿No ha nacionalizado los campos petrolíferos del Orinoco? Por último, ¿no ha consagrado parte de la renta petrolera a conseguir una autonomía efectiva frente a las instituciones financieras internacionales, y otra al financiamiento de programas sociales?

Más de tres millones de hectáreas de tierra han sido distribuidas entre los campesinos. Millones de niños y adultos han sido alfabetizados. Se han instalado millares de dispensarios médicos en los barrios populares. Decenas de miles de personas sin recursos con afecciones oculares han sido operadas gratuitamente. Los productos alimentarios básicos son subvencionados y ofrecidos a los pobres a precios inferiores en un 42% respecto de los del mercado. La duración del trabajo semanal ha pasado de 44 horas a 36, mientras que el salario mínimo ascendía a 204 euros mensuales (el más alto en América Latina después de Costa Rica).

El resultado de todas estas medidas es que entre 1999 y 2005 la pobreza disminuyó del 42,8% al 33,9% (2), mientras que la población que vive de la economía informal cayó del 53% al 40%. Este retroceso de la pobreza permite sostener con fuerza el crecimiento, que en el curso de los tres últimos años fue de un 12% promedio, entre los más altos del mundo, estimulado por un consumo que ha aumentado un 18% por año (3).

Ante estos resultados, para no hablar de los logrados en política internacional, ¿cabe sorprenderse de que el presidente Hugo Chávez se haya convertido en un hombre contra el cual disparar para los dueños del mundo y sus agentes?


Notas:
(1) Las mentiras a propósito de Radio Caracas Televisión acaban de ser desmentidas, dado que esta cadena ha reanudado sus programas por cable y satélite a partir del pasado 16 de julio.
(2) Poverty Rates in Venezuela. Getting the Numbers Right , Center for Economic and Policy Research, Washington DC, mayo de 2006.
(3) Leer el dossier "Chávez, not so bad for business", Business Week , New York, 21 de junio de 2007.

[i]*Ignacio Ramonet (Pontevedra (Galicia), España 5 de mayo 1943). Es doctor en Semiología e Historia de la cultura por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) (Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, Paris) y catedrático de Teoría de la comunicación en la Universidad Denis-Diderot (Paris-VII). Especialista en geopolítica y estrategia internacional y consultor de la ONU, actualmente imparte clases en la Sorbona de París. Desde 1999 dirige la publicación mensual Le Monde Diplomatique y la bimensual Manière de voir.

Ha sido premiado en numerosas ocasiones y es autor de varios libros, la mayoría traducidos a diversas lenguas, entre los que destacan:
• La Golosina visual, (1985 y 2000)
• Cómo nos venden la moto, (con Noam Chomsky; 1995)
• Télévision et pouvoirs (1996)
• Un Mundo sin rumbo (1997)
• Internet, el mundo que viene (1998)
• Rebeldes, dioses y excluidos (con Mariano Aguirre; 1998)
• La tiranía de la comunicación (1999)
• Geopolitica i comunicació de final de mil-lenni (2000)
• Marcos, la dignidad rebelde(2001)
• Propagandas silenciosas (2002) o Guerras del Siglo XXI (2002)
• La Post-Television(2002)
• Abécédaire partiel et partial de la mondialisation, (con Ramón Chao y Wozniak; 2003)
• Irak, historia de un desastre (2004)
• ¿Qué es la globalización? 2004 (con Jean Ziegler, Joseph Stiglitz, Ha-Joon Chang, René Passet y Serge Halimi)
• “Fidel Castro: biografía a dos voces” o “Cien horas con Fidel” `(2006)[/i]

Fuente: [color=336600]Le Monde Diplomatique (edición España) - Agosto 2007. Numero 142 [/color]

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