Hora de reflexionar

Carta de los lectores
El viernes pasado, a las 16, viajaba en el tren del Ferrocarril Belgrano Norte y en la estación de Carapachay se presentó este dilema que en la actualidad nos toca muy de cerca y nos afecta a todos. El tren empieza a moverse a paso de hombre y de repente escucho el grito de una joven: "¡Me robaron el celular!". Cuando me asomé, la vi en el piso, con un brazo herido; a unos treinta metros veo a otro joven, que la había tirado del tren con la intención de robarle su celular, interceptado por un policía. En un parpadeo, se bajó medio tren; había personas de todas las clases sociales, hasta mujeres, increpándolo y tratando de lincharlo. Al acercarme vi cómo dos policías no daban abasto para resguardar la integridad física del joven. No justifico en lo más mínimo su acto, pero no creo que la forma de resolver esto sea hacer justicia por mano propia. Era claro que lo iban a matar. Me uní a los policías para frenar esta ola de venganza, la gente estaba enceguecida. "¡Mátenlo, mátenlo, mátenlo!", decían. Observé el rostro del joven, desenfocado de la realidad, no entendía qué estaba sucediendo, claramente bajo los efectos de algún estupefaciente. No voy a hablar de política, voy a hablar de insensibilidad hacia la vida humana. ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿En hienas, chacales? Si no meditamos y revertimos estos actos impulsivos, en poco tiempo más vamos a entrar en una anarquía total, no vamos a poder defender a nuestros propios hijos. No estoy de acuerdo con ningún acto ilícito, estoy de acuerdo con una justicia que actúe en tiempo y forma; pero la justicia por mano propia no nos hace mejores que este joven descarriado.

Gastón Ariel Pinella
DNI 25.940.722

La Nación - 8 de abril de 2014

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