Documento de Trabajo Nº 45

 

Desde 2003, la economía argentina experimentó una fase de crecimiento acelerado sin precedentes, donde el crecimiento coexistió con una significativa acumulación de reservas y un persistente (aunque decreciente) superávit de cuenta corriente externa. Uno de los factores decisivos del crecimiento fue la vigorosa expansión del consumo privado, que creció a una tasa media anual del 7,75% entre 2003-2011.

¿Podrán los países emergentes seguir creciendo a altas tasas pese a la crisis en los avanzados?

La hipótesis de desacople (decoupling) de las trayectorias de crecimiento de las economías avanzadas y las emergentes, que ya se sostuvo hacia fines de 2008 —luego de la profundización de la crisis financiera internacional—, difícilmente encuentre sustento en la coyuntura actual. Si bien se prevé que, al igual que en aquella oportunidad, los países en desarrollo se apoyen en la solidez de sus mercados internos y aprovechen sus márgenes de aplicación de políticas contracíclicas, los lazos comerciales y financieros entre las naciones desarrolladas y las emergentes no se modificaron sustancialmente entre 2008 y la actualidad. Por ello, resulta esperable que, ante la incierta situación que atraviesan las economías de la zona del euro y el magro crecimiento de los países avanzados, los canales de transmisión continúen operando de un modo similar al observados a fines de 2008 y en 2009, contribuyendo a una desaceleración del ritmo de expansión económica de los países emergentes.

Expansión económica y sector externo en la Argentina de los años 2000: balance y desafíos hacia el futuro

Desde 2003, la economía argentina experimentó una fase de crecimiento acelerado sin precedentes, donde el crecimiento coexistió con una significativa acumulación de reservas y un persistente (aunque decreciente) superávit de cuenta corriente externa. Uno de los factores decisivos del crecimiento fue la vigorosa expansión del consumo privado, que creció a una tasa media anual del 7,75% entre 2003-2011.

Una parte significativa de este crecimiento del consumo privado estuvo vinculada a la mejora de los salarios reales y a la reducción del desempleo. El otro factor de impulso autónomo al consumo privado fueron, sin dudas, las significativas transferencias sociales que el gobierno implementó desde 2007 en adelante.