El Salvador: "Nuestro turno, nuestra responsabilidad"

Mauricio Silva*

El pasado 1° de junio, Mauricio Funes, destacado periodista salvadoreño, lider del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se convirtió en el presidente de la República de El Salvador tras tomar juramento en un hecho que quedará marcado en la historia ya que llega con un respaldo del 81% de la población. "Nuestro turno, nuestra responsabilidad", con esas palabras el presidente Funes, en su discurso de toma de posesión, define el momento histórico que vive El Salvador y marca el rumbo a seguir de su gobierno.

Artículos relacionados:
. La compleja y ambigua repolitización de América Latina / Luis Javier Orjuela
. América Latina hoy. Entre la explotación redoblada y la actualidad de la revolución / Jaime Osorio

Es nuestro turno, lo entendemos como el turno de los pobres, los que él definió como los únicos privilegiados de este gobierno. Es el turno de ellos porque se lo merecen por los principios de ética y solidaridad con que como nación debemos vivir; pero también es su turno porque han sido discriminados, porque no han recibido la atención que deberían y porque sin disminuir significativamente la pobreza no somos viables como “nación feliz” (los entrecomillados son citas del discurso de toma de posesión de Funes).

Es también el turno de los que entregaron tanto por el sueño de una patria mejor, de un país más justo y equitativo; de los miles de muertos y lisiados, de diferentes tendencias políticas que nos dejó la guerra; de los que sufrimos la persecución y el exilio. Es también el turno de los sin voz, de aquellos que nunca se pudieron o supieron expresar con libertad, de los que nunca pudimos recibir justicia. A estos grupos les toca su turno al definir grupos metas a los que el gobierno debe priorizar; las causas de estos grupos son las que el gobierno debe tener en mente al definir sus políticas. Pero el turno es de El Salvador en su lucha por volverse “un gigante de libertad y felicidad”, una nación capaz de “albergar a todos sus hijos”, una nación en la que “todos sus hijos podamos reconciliarnos”.

Reconocer esos principios representa aceptar un gran desafío, reto que el nuevo gobierno acepta en el discurso de su presidente y lo vuelve “nuestra responsabilidad”. Ello es un gran reto porque implica cambio; implica imponer las prioridades de los que no tienen sobre las prioridades de los que tienen y han estado acostumbrados a recibir prioridades; implica reorientar la estructura pesada del estado hacia nuevos fines, sacarla de su rutina para atender nuevas prioridades, para hacer las cosas de forma diferente; implica cambiar los incentivos con que trabajamos muchos de los salvadoreños y con que trabaja el estado, pasar de incentivos casi solo materiales a una mezcla de incentivos materiales y morales; implica encontrar un nuevo equipo que acepte trabajar principalmente por esos incentivos morales, que sea capaz y que empiece a producir casi de inmediato. Y como si ello fuera poco, el cambio se debe hacer en medio de la mayor crisis económica que el país ha vivido en las últimas décadas y con una base de apoyo con poca experiencia en la administración publica. Tarea nada fácil como se ilustra en algunos ejemplos a continuación.

La reforma del sistema de salud se menciona siempre como una de las acciones claves para poder satisfacer necesidades básicas de la población, especialmente de los más necesitados. Esa reforma implica entre otros priorizar la medicina preventiva sobre la curativa, darle mayor importancia a las vacunas, la educación, el control del infante, etc. y llevar la medicina a las áreas más remotas y pobres del país. Ello no es lo que el sistema de salud prioriza ahora, el sistema prioriza la medicina sofisticada para curar al enfermo, enfermo que debe venir a los centros de salud. Para el empleado del sistema de salud la reforma implica reeducarse, dejar el escritorio e ir al campo.

La gran mayoría de la población, como las tres cuartas partes, es atendida por el sistema público del Ministerio de Salud el cual tiene casi el mismo presupuesto que el sistema del ISSS que atiende alrededor del 15% de la población. Para que ambos sistemas sean viables, sobre todo financieramente, y presten un mejor servicio, se deben fundir en uno solo. A ello se han opuesto los sindicatos pues pierden su poder. Muchas de las medicinas que utiliza el sistema de salud son las que proveen las grandes casas comerciales, las medicinas genéricas (no de marca) son mucho más baratas e iguales de eficientes, pero introducirlas en el sistema público implica enfrentar a las grandes casas comerciales proveedoras de medicinas.

La reforma del sistema de transporte es necesaria para lograr su mayor eficiencia, evitar la contaminación y peligros que ahora representan para la mayoría de la población, así como los costos para las ciudades por las aglomeraciones de tráfico. Esta reforma implica la introducción del sistema de transporte rápido masivo en San Salvador, lo que a su vez implica un acuerdo bipartidario para la aprobación de su financiamiento y el pactar con los actuales empresarios su incorporación al nuevo sistema. La reforma pasa también por un cambio en sus subsidios, por rediseñar las líneas actuales de buses y controlar las mismas, imponer la revisión periódica del parque automotor para controlar la contaminación y evitar accidentes; todo esto implica acciones políticas valientes ante los sindicatos de transportistas y los usuarios.

El financiamiento de estas y varias otras medidas implica buscar alternativas para financiar el estado y las acciones prioritarias para la nación. El nuevo gobierno recibe un estado en seria crisis financiera, debe pues buscar más recursos no sólo para salir de la crisis, sino también para poder financiar el cambio. Ello implica un acuerdo político para el endeudamiento externo, pero sobre todo un pacto fiscal para incrementar los ingresos; ojalá que la empresa privada pueda en este tema responder a su responsabilidad social.

Dar voz y justicia a los que no la han tenido implica romper con la impunidad, “enfrentar el crimen organizado y el narcotráfico”, impedir que “las personas más pobres sean rehenes de las las pandillas y las maras”, limpiar la Policía Nacional Civil, asegurar protección en el sistema judicial, establecer transparencia en el estado incluyendo la autocrítica, “imponer la ley en este submundo de antiley e inhumano”.

Estos son solo algunos ejemplos de las implicaciones de los retos que el Presidente Funes definió en su discurso, de “nuestros retos”. Para ello hemos dado ya algunos pasos positivos como nación, como el acuerdo para reorientar la deuda externa, las transferencias de mando en las alcaldías y en el Ejecutivo de forma pacífica y democrática, la conformación del nuevo gabinete con gente en su gran mayoría capaz y con trayectoria de honradez, y las primeras medidas expuestas en el discurso del Presidente como “el programa de empleo temporal”, otro de “ampliación y mejoramiento de infraestructura y servicios básicos, construcción de viviendas básicas, y sistema de protección social”. Ello nos da esperanza y reconocimiento externo, produciendo incluso lo que el colombiano Daniel García –Peña, columnista de el periódico El Espectador, lama “Envidia de la buena”.

La mayor tarea está, sin embargo, por delante. Todos los salvadoreños debemos asumir nuestras responsabilidades. Parte importante les corresponde al Presidente Funes y su equipo de gobierno, ellos deben cumplir lo prometido. Los partidos políticos deben también poner su parte no solo aceptando la crítica normal en una democracia, sino sobreponiendo los intereses de nación sobre cualquier otro, lo que debería reflejarse en acuerdos de interés nacional que puedan ser presentados al pueblo en forma transparente. La gran empresa privada debe reconocer que debe aportar en mayor medida que en épocas anteriores y que debe perder algunos privilegios para tener mayor rentabilidad en el mediano y largo plazo. Los ciudadanos tenemos la responsabilidad de acompañar el proceso, no dejarlo desviarse, y tomar la voz cuando debamos y podamos.

*Periodista

[b]Ver en archivo adjunto, "Discurso de asunción de mando de El Salvador, Sr. Mauricio Funes

Fuente: El Faro Digital - 07.07.2009 [/b]

Biografía de Mauricio Funes

Uno de los tres hijos del contador Roberto y de la secretaria María Mirna, Mauricio Funes construyó, en 49 años de vida, una trayectoria basada en la fe y en la verdad. Maestro de colegios católicos, periodista más premiado y reconocido del país, padre de familia y, ahora, candidato a la presidencia, Mauricio es sinónimo de coherencia y de compromiso con El Salvador y su pueblo. El hombre indicado en el momento justo para hacer el cambio que el país tanto necesita.

Mauricio hizo la primaria en el Colegio Centroamérica y la secundaria en el Colegio Externado San José, dirigido por jesuitas, donde más tarde también sería maestro. Egresó de la carrera de Licenciatura en Letras, con especialidad en Medios de Comunicación Social, en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas". Aunque perteneció al movimiento estudiantil en la universidad, nunca militó en partido político alguno.

Inició su carrera periodística como reportero del Canal 10 de Televisión, en febrero de 1986. Con su incursión en el periodismo logró combinar dos de sus principales pasiones: la comunicación y el estudio de la realidad. En 1987 fue contratado por el Canal 12, donde fue conductor del programa La Entrevista Al Día y Director de Noticias. Fuera de este medio se desempeñó durante 15 años como corresponsal de CNN en Español.

Durante su carrera periodística viajó para diversos países, entrevistó a decenas de jefes de Estado y líderes mundiales, y recibió numerosos premios nacionales e internacionales de organismos como la UNICEF, la Universidad de Columbia de Nueva York y la Asociación de Periodistas de El Salvador.

Por su independencia, enfrentó persecución sistemática de parte de militares y de la extrema derecha. No obstante, fue uno de los primeros periodistas que institucionalizaron foros de discusión y reflexión en el que participaron diferentes corrientes ideológicas. Eso permitió que buena parte de la población salvadoreña tuviese la oportunidad de conocer y confrontar puntos de vista alternativos a los del gobierno y, consecuentemente, adquiriese una consciencia más crítica acerca del país.

En 1991, en pleno proceso de negociación de los Acuerdos de Paz, entre el gobierno de El Salvador y el FMLN, entrevistó al coordinador de la comisión de diálogo de la guerrilla, Schafik Handal, lo que provocó el retiro de anunciantes y el incremento de las presiones contra del Canal 12.

Con la firma de la paz, en 1992, su trabajo se orientó cada vez más a la creación de un periodismo crítico y fiscalizador del ejercicio del poder público. Las presiones entonces se incrementaran y culminaran con su salida del Canal 12 en febrero de 2005. Pero, en Mayo de ese mismo año, regresó a la televisión, a través de los canales de Megavisión.

En Septiembre de 2007, decidió atender los reclamos de miles de salvadoreños y afrontar el más importante desafío de su vida: ser Presidente de El Salvador. Filiado al FMLN, tiene movilizado a todo el país en torno a sus propuestas, basadas en tres pilares – el avance social, la aceleración del crecimiento y la unidad nacional – y en dos grandes prioridades: la generación de más y mejores empleos y la reducción del costo de la vida.

[b]Tomado de su página personal - http://www.mauriciofunespresidente.com/

[/b]

Compartir en