El 11 de septiembre financiero: lecciones de la crisis bancaria

Alan Woods*
El reciente caos de los mercados bursátiles mundiales es una manifestación de la turbulencia general que es la característica más destacada de la época actual. Hemos presenciado casi el colapso de Northern Rock, el quinto banco más grande de Gran Bretaña. El mercado estadounidense ya está inundado de iliquidez. Cualquier acontecimiento importante de una economía importante afectará a las demás. Esta interdependencia global revelada claramente por esta última crisis. Se están preparando acontecimientos similares, pueden ocurrir cambios repentinos en cualquier país del mundo. Es una expresión de la inestabilidad subyacente del capitalismo a escala mundial. No es casualidad que Greenspan titule su autobiografia: “La era de la turbulencia” [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . Entrevista Michel Aglietta: un capitalismo de burbuja en burbuja . Diez ideas para entender la crisis financiera, sus causas, sus responsables y sus posibles soluciones / Juan Torres López . Dinero, capital ficticio, trabajo improductivo y sistema financiero mundial / Diego Guerrero [/size]

Es la mayor crisis bancaria de Gran Bretaña desde los años treinta. En realidad, habría que remontarse ciento cincuenta años atrás para encontrar una situación similar en un banco británico. La última vez que hubo una crisis financiera de esta magnitud fue en 1866, fue una situación de 'pánico', como solían llamar a la recesión en el siglo XIX. Las dramáticas escenas no tenían precedente en la historia reciente británica.

Northern Rock había adoptado el modelo desarrollado por muchos bancos importantes de EEUU. En lugar del método tradicional de mantener el capital suficiente para respaldar los préstamos, dependían de los inversores en el mercado para la financiación a gran escala de sus hipotecas. De esta manera, el banco evitaba la inconveniencia de mantener las reservas suficientes para devolver el dinero a sus depositantes. El resultado parecía bueno y la empresa iba bien. En sus libros tenía hipotecas valoradas en unos 100.000 millones de libras, pero todo era en el mejor de todos los mundos capitalistas posibles. Funcionaba en la medida que la gente no exigía su dinero. Mientras la economía crecía la situación podía continuar, pero si los depositantes pedían su dinero en efectivo, el banco no podía pagarles porque simplemente no tenía su dinero. Se lo había prestado a otras personas para que compraran casas, los que adquirieron estos prestamos pagan una cierta cantidad de dinero cada mes en concepto de recibo de hipoteca, pero nunca podrán devolver de una vez todo el dinero prestado.

La economía estadounidense es aún el factor decisivo en la economía mundial. Pero los estrategas del capital cada vez están más preocupados por la situación de su salud. El 4 de agosto apareció un artículo en el Financial Times con el siguiente título: Learn from the fall of Rome, US warned. Este título dice mucho de la psicología actual de los estrategas del capital. Jeremy Grant en Washington escribía:

"El gobierno norteamericano está sobre una ‘plataforma en llamas' de políticas insostenibles y déficit fiscales, un cuidado sanitario crónico bajo la financiación, inmigración y compromisos militares en el extranjero que amenazan con una crisis si no se hace algo pronto, esta advertencia procede de un alto cargo del gobierno.

"David Walker, interventor general de EEUU, hizo una declaración extraordinariamente pesimista sobre el futuro de su país en un informe que expone lo que él denominaba ‘estímulos escalofriantes a largo plazo'.

"Entre ellos se incluyen aumentos de impuestos ‘espectaculares', reducción de los servicios gubernamentales y dumping a gran escala por gobiernos extranjeros que poseen deuda estadounidense.

"Al trazar paralelismos con la caída del Imperio Romano, Walker avisa de que existen ‘similitudes sorprendentes' entre la situación actual de EEUU y los factores que llevaron a la caída de Roma, incluido el ‘declive de los valores morales y la cortesía política en casa, con un exceso de confianza, excesos militares en tierras extranjeras e irresponsabilidad fiscal por parte del gobierno central.

"'¿Suena familiar? En mi opinión, es el momento de aprender de la historia y dar los pasos necesarios para garantizar que la República Norteamericana sea la primera en soportar la prueba del tiempo'. El desequilibrio fiscal, escribía, significa que EEUU está en ‘el camino hacia una explosión de la deuda'".

Hay una gran incertidumbre en Wall Street con los cuatro grandes bancos de inversión norteamericanos y cuando éstos hagan públicos sus resultados del tercer trimestre, que pueden dar una visión más clara de todo el daño provocado por las sub-prime y la crisis crediticia de este verano. Los bancos norteamericanos han visto como los precios de sus acciones combinadas caían un 22 por ciento en la mitad del trimestre y existe preocupación por su exposición al mercado de las sub-prime. Lehman Brothers, Bear Stearns, Morgan Stanley y Goldman Sachs, todos tenían cientos de millones de dólares. Merrill Lynch avisó en una clasificación reguladora que había hecho "ajustes del valor" frente a las pérdidas potenciales y admitía un "riesgo significativo" de nueva exposición.

La comisión de la Reserva Federal USA se reunió por primera vez desde la crisis del verano para discutir una reducción de los tipos de interés. Una reducción de un cuarto de punto hasta el 5 por ciento se consideraba el resultado más probable, pero al final recortaron medio porcentaje de punto. La razón fue la presión que el banco recibió de las empresas norteamericanas para que relajara la política monetaria y así evitar el "contagio", es decir, impedir que la crisis de las sub-prime se extendiera al resto del mundo financiera y arrastrara a EEUU a una recesión.

Paul McCully, del fondo de bonos Pimco, dijo al Daily Telegraph (17/9/07) que la Reserva Federal podría tener que reducir más los tipos de interés en los próximos tres meses. "Necesita relajar y relajará sustancialmente, no para ayudar a Wall Street sino para garantizar que un crecimiento económico más débil no termine en una recesión". Detrás de estos temores reside el nerviosismo de los mercados monetarios.

La inflación está aumentando, un hecho no reflejado de manera adecuada en las estadísticas del gobierno. En 2000, cuando Bush llegó al cargo, el oro estaba a 273 dólares la onza, el barril de petróleo a 22 dólares y el euro valía 0,87 dólares. Actualmente, el oro supera los 700 dólares la onza, el petróleo está por encima de los 80 dólares el barril y el euro a casi 1,40 dólares. Algunos economistas dicen que el barril de petróleo podría ponerse en 125 dólares la próxima primavera, la última reducción de tipos de interés sólo sirve para arrojar más gasolina a las llamas.

El boom en EEUU se ha basado en el consumo, alimentado por el crédito. Como explica Marx, el crédito es una forma de expandir el mercado más allá de sus límites naturales. Pero este proceso tiene sus límites y ahora se han alcanzado. Si los capitalistas no pueden encontrar mercados para sus mercancías, no podrán conseguir plusvalía y estará garantizada una crisis de sobreproducción.

El trabajador norteamericano ahora produce como media un treinta por ciento más que hace diez años, los salarios llevan seis años estancados. El aumento de los precios significa una reducción de los salarios reales. Lo mismo ocurre con los pensionistas y otros sectores con ingresos fijos. Incluso sin una recesión, la población norteamericana sufrirá una erosión de su nivel de vida. Muchos pobres estadounidenses ya tienen que luchar para cubrir sus necesidades. Ahora millones estarán amenazados con la pérdida de sus empleos y viviendas. Esta situación provocará un aumento de las huelgas y los conflictos de clase, a un nivel no visto en EEUU desde los años treinta.

La reducción de tipos, en el mejor de los casos, será un remedio temporal. El mercado inmobiliario no se recuperará, ese carnaval se terminó. Los bancos después de quemarse los dedos, están reduciendo los préstamos y el inventario inmobiliario es el mayor desde que se registra este dato. La caída de los precios inmobiliarios afectará al consumo y provocará una contracción de la demanda. El efecto real de la reducción de tipos de interés será un aumento de la inflación.

La inflación en el mercado bursátil ya era pasmosa antes de esto. La capitalización de mercado de las acciones norteamericanas creció desde los 5,3 billones de dólares a finales de 1994, hasta los 17,7 billones de dólares a finales de 1999 y, al final de 2006, su valor era de 35 billones de dólares, un aumento geométrico de la relación precio-beneficio. Esta situación no fue el resultado de una expansión de la actividad productiva sino del aumento masivo del capital ficticio: más dólares a la caza del mismo número de activos.

"Todo lo que sube baja". Esta idea no sólo se aplica a la ley de la gravedad, sino también a la bolsa. El aumento vertiginoso de los precios de las acciones e inmobiliarios prepara el camino para una caída igual de profunda en el futuro. A pesar de las acciones de la Fed, aparecerán los desahucios, las pérdidas, las bancarrotas y los impagos.

[i]Impacto global[/i]

Los bancos de inversión esperan que una reducción de los tipos de fondos de la Fed consiga disparar de nuevo el mercado. Pero una reducción de los tipos de interés no resuelve los problemas fundamentales. No elimina la insolvencia entre los propietarios, los prestamistas hipotecarios, los fondos de alto riesgo y los bancos. Lejos de resolver el problema al final lo empeorará.

El mercado estadounidense ya está inundado de liquidez debido a las payasadas de Alan Greenspan que provocaron la actual burbuja inmobiliaria, el mayor boom especulativo de la historia. Al reducir el coste del préstamo, la Fed sólo está creando una mayor extensión del crédito y el endeudamiento a todos los niveles. Con ello prolongará y exacerbará las burbujas inmobiliaria y del crédito. Como decía un analista de mercado:"Una reducción de los tipos de Fondo de la Fed simplemente es heroína para los yonquís del crédito".

Desde un punto de vista capitalista esta medida es la mayor de las irresponsabilidades. Es mejor que las empresas entren en bancarrota (incluidos los bancos) que reducir los tipos de interés y alentar la "exuberancia irracional" que finalmente socavará el dólar y a todo el sistema financiero norteamericano. Tarde o temprano, esta burbuja estallará y las consecuencias serán aún más penosas. Si las autoridades norteamericanas no están dispuestas a actuar, los mercados lo harán por ellas.

Como hemos visto, la burguesía siempre intenta explicar el fenómeno económico en términos de "confianza", como si fuera algo totalmente subjetivo. No lo es. La "confianza" de los inversores se basa en consideraciones materiales muy reales. Mientras la economía norteamericana avanza, incluso con bases nada sólidas, la burguesía de otros países está dispuesta a invertir en ella. No prestaban atención a los niveles colosales de deuda y al enorme déficit, incluido el déficit por cuenta corriente que está próximo a los 800.000 millones de dólares anuales. EEUU necesita recoger al menos 70.000 millones de dólares cada mes para cubrir este déficit.

EEUU ha pasado de ser el mayor acreedor del mundo a ser el mayor deudor, con un pasivo externo neto de 3 billones de dólares. La tasa de ahorros ha caído por debajo de cero por primera vez desde la Gran Depresión de los años treinta. En la actualidad, China y otros países asiáticos tienen enormes cantidades de dólares y bonos norteamericanos, no tienen interés en provocar un colapso económico de EEUU, y los estadounidenses se apoyan en esta situación. Pero para todo hay un límite. Tarde o temprano, la naturaleza insana de la economía norteamericana provocará una salida internacional del dólar. Los bajos tipos de interés no llevarán dinero a los mercados, provocarán una mayor depreciación del dólar.

Al reducir los tipos de interés, la Reserva Federal está entrando en un terreno muy peligroso. La economía norteamericana está desafiando las leyes de la gravedad. Es tan poco sólida que es impensable que la situación actual pueda durar mucho. Finalmente, los extranjeros se preocuparán por que los dólares y los bonos que tienen no valdrán ni el papel sobre el que están escritos. Y ¿por qué querrán prestar dinero a bajos tipos de interés en una moneda que se deprecia cuando ellos pueden tomar esos mismos fundos y prestarlos a tipos de interés más altos en una moneda que revaloriza su valor?

El resto del mundo no estará dispuesto eternamente a financiar la tendencia de EEUU a consumir más de lo que produce. Ya hay signos de esta situación. Paradójicamente, parece que los primeros en aterrorizarse fueron los saudíes, los principales aliados de Washington en el mundo árabe, que tienen grandes inversiones en EEUU. Arabia Saudí se ha negado a reducir por primera vez los tipos de interés al mismo nivel que la Fed, es una señal de que el rico reino petrolero del Golfo se prepara para romper con el dólar. Esta situación supone el riesgo de estampida del dólar en todo Oriente Medio.

Por su parte, el gobierno chino ha iniciado una campaña concertada de amenazas económicas contra EEUU, insinuando que podría liquidar sus enormes reservas de activos estadounidenses si Washington impone sanciones comerciales para forzar a una revaloración del yuan. Henry Paulson, el Secretario del Tesoro norteamericano, dijo que cualquier sanción de este tipo minaría la autoridad estadounidense y "desencadenaría un ciclo global de legislación proteccionista". Estos hechos indican los peligros reales a los que ahora se enfrenta EEUU y toda la economía mundial. Lo que realmente transformó la crisis de 1929 en la Gran Depresión que duró diez años hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial fue el proteccionismo, las guerras comerciales y las devaluaciones competitivas que socavaron el comercio mundial.

Greenspan pronostica que el dólar caerá probablemente en los próximos años debido a los problemas del déficit norteamericano. "Tendrá que haber una corrección y, por último, una de las cosas que se verá afectada es su moneda". Una "corrección" significa recesión.

Jim Rogers, el antiguo socio de George Soros, señaló que la Reserva Federal juega con fuego al reducir de manera tan agresiva los tipos de interés, en un momento en que el dólar todavía está presionado. El riesgo es que la huida de los bonos norteamericanos pueda subir a la rentabilidad a largo plazo que forma la base del precio del crédito para la mayoría de las hipotecas, empujando con ello al mercado inmobiliario a una crisis aún más profunda.

"Si Ben Bernanke comienza a gestionar esta situación presionando aún más rápido de lo que está haciendo ya, vamos a tener una recesión seria. El dólar está desmoronándose y el mercado de bonos se dirige al colapso. Habrá muchos problemas".

En cierta etapa, varios de los inversores extranjeros perderán la confianza en la economía de EEUU. Entonces, veremos el mismo tipo de escenas que vimos hace poco en Gran Bretaña pero a una escala global. Será una huida del dólar similar a la de Northern Rock, y por las mismas razones. Si los inversores extranjeros temen que no conseguirán recuperar su dinero de "EEUU S.A.", harán cola para retirar sus fondos. Cuando ocurrió en Gran Bretaña, el Banco de Inglaterra intervino para apoyar al banco y así garantizar sus depósitos. Pero ¿quién ayudará a la economía norteamericana? El Banco de Inglaterra es el "prestamista como último recurso" en Gran Bretaña, pero EEUU es el "prestamista como último recurso" de todo el mundo.

En el período reciente se ha puesto de moda decir que la crisis en EEUU no afectará al resto del mundo. Ya he tratado esta idea en mi artículo publicado recientemente: La situación internacional y las perspectivas. En él se contradicen todos los argumentos de los economistas burgueses sobre la globalización, que precisamente significa que la economía mundial está más integrada que en cualquier otro momento de la historia. Cualquier acontecimiento importante en una economía importante afectará a las demás. Esto se aplica sobre todo a EEUU.

Esta interdependencia global revelada claramente por esta última crisis, comenzó en EEUU y rápidamente se extendió a Europa y Gran Bretaña. Ahora la crisis bancaria en Gran Bretaña afecta al resto del mundo, cuando los depositantes, inversores y ahorradores absorben las lecciones de la gestión del quinto banco más grande de Gran Bretaña que casi provoca el colapso general. Mike Whitney lo explica muy bien:

"El mismo huracán económico de fuerza cinco que acaba de afectar a Gran Bretaña se dirige a EEUU y gana fuerza en el camino.

"Un tsunami más poderoso se acerca sobre EEUU, donde muchos de los bancos han participado de las mismas prácticas y están utilizando el mismo modelo empresarial que Northern Rock. Los inversores ya no compran CDO, MBS ni nada relacionado con el sector inmobiliario. Nadie los quiere, sean sub-prime o no. Eso significa que los bancos norteamericanos pronto sufrirán el mismo tipo de vendaval económico que ahora sufre Gran Bretaña. La única diferencia es que la economía norteamericana ya está sufriendo la crisis inmobiliaria y la bolsa cada está más inquieta.

"Por eso el Secretario del Tesoro, Henry Paulson, salió ayer corriente hacia Gran Bretaña para ver si podía calcular una forma de evitar la extensión del contagio".

La crisis de 1997-1998 comenzó en Asia y después se extendió a Turquía, Polonia, Rusia, Brasil y Argentina, donde provocó el colapso de 2001. Esto creó una insurrección en las calles de Buenos Aires y el colapso del gobierno de De la Rua. Se están preparando acontecimientos similares, pueden ocurrir cambios repentinos en cualquier país del mundo. Es una expresión de la inestabilidad subyacente del capitalismo a escala mundial No es casualidad que Greenspan titule su reciente autobiografía: La era de la turbulencia.

[i]*Alan Woods (Swansea, Gales, 1944) es un político y escritor británico, dirigente de la Corriente Marxista Internacional. Catedrático de filologías rusa y eslava por las universidades de Sussex (Reino Unido), Sofia (Bulgaria) y Estatal de Moscú (Rusia). Participó en la lucha contra la dictadura franquista en España durante los años 70, y en el desarrollo de una corriente marxista en el seno del movimiento obrero hasta finales de los años 1980. Ha ofrecido infinitud de conferencias, participado en foros internacionales de debate de la izquierda, y publicado numerosos artículos y libros, algunos en colaboración con Ted Grant, entre los cuales, publicados en castellano, cabe citar los siguientes:

• Lenin y Trotsky, qué defendieron realmente (1969)
• Razón y Revolución: filosofía marxista y ciencia moderna (1995)
• Bolchevismo: el camino a la revolución (1999)
• El marxismo y la cuestión nacional (2000)

Actualmente es el máximo dirigente de la Corriente Marxista Internacional y editor de su página web: In Defence of Marxism.[/i]

Fuente: [color=336600]Marxist.com – 04.10.2007[/color]

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