Documento de Trabajo Nº 35

CEFID-AR

 

Buena parte de los economistas argentinos observó con creciente pesimismo el proceso de crecimiento abierto en Argentina desde 2003. Paradójicamente, a la postre, la etapa 2003-2010 resultó, en términos de crecimiento, la más exitosa de la historia económica nacional. Las tasas de crecimiento del PIB en el período son incluso superiores a las vigentes en el modelo agroexportador y a las registradas entre 1964-1974.

En general existieron coincidencias en que el crecimiento argentino, dadas ciertas condiciones estructurales, no podía ir más allá de unos pocos años de recuperación. En enero de 2005, por ejemplo, el foro de Davos discutió el futuro de la Argentina. En medio de ácidas críticas referidas a ―la falta de reformas que aseguren el crecimiento de largo plazo‖, bajo el título Argentina´s latest tango, Kristin Forbes, asistente de Bush, dijo que la recuperación argentina podría caracterizarse como un dead cat bounce (es decir, el "rebote de un gato muerto"), expresión utilizada para denominar a los rebotes que se producen tras las fuertes caídas de las acciones. "Y el rebote del gato muerto no indica que la recuperación vaya a perdurar", agregó terminante.

Era una opinión bastante compartida. En los comienzos de la década, luego de la crisis casi terminal de la convertibilidad, resultaba impensable que Argentina pudiera crecer 63% en seis años (2003-2008), a un ritmo superior al 8% anual. Y que apenas un año después de la peor crisis internacional desde la Gran depresión, el país pudiera retomar la senda de crecimiento y cerrar 2010 con un 9% de aumento en el PIB. Pero eso fue lo que ocurrió y es lo que debe ser explicado. En cambio, la mayoría de los economistas, y particularmente los más ortodoxos, tienden a creer que sus modelos son correctos y que la ―realidad‖, tarde o temprano, les dará la razón. Pero el proceso se está prolongando ya demasiado para ser considerado ―ficticio‖ y/o ―artificial‖. Año tras año, Argentina crece en serio a tasas altas, mientras los pronósticos siguen fallando. Por supuesto, existen motivaciones e intereses políticos en muchos de los pronósticos sobre el futuro económico. Sin embargo, esta ―falla masiva‖ de previsión de los economistas de la corriente principal tiene una explicación también en los principios teóricos que subyacen al análisis de los procesos de crecimiento.

 

Documento de Trabajo Nº 35 - Enero de 2011

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