Día de la libertad

Beatriz Chisleanschi


A la par que el Covid-19 recorre el mundo a piacere y científicos del planeta están en una carrera contra reloj para encontrar la vacuna que lo anule en su capacidad de acción o algún tratamiento que por lo menos lo deje averiado, miles de personas se manifiestan en distintos países con posiciones negacionistas respecto a la existencia del coronavirus y a la importancia de la cuarentena para evitar su propagación.

Negar lo evidente -más de 700 mil personas fallecieron en todo el orbe por culpa de este virus que se inviste como rey, y más de 18 millones se han contagiado por su prepotencia monárquica – parece una actitud propia de necios. ¿Necedad o posicionamiento ideológico?

“Fin de la pandemia – Día de la libertad” es el eje que reúne a las protestas alemanas, una consigna que remite al documental filmado por la cineasta Leni Riefenstahl y en el que relata el desarrollo del séptimo Congreso del Partido Nacionalsocialista de Adolf Hitler que tuvo lugar en el año 1935 en Núremberg.

Si bien, en la masiva movilización de la semana pasada en Berlín la composición era variopinta, había críticxs al capitalismo, antivacunas, “conspiranoicxs” y trumpistas y en las que se pronuncian en nuestro país -con epicentro en el Obelisco – los agrupa el espanto, las movilizaciones y expresiones negacionistas tienen un importante componente de derecha.

Donald Trump en Estados Unidos; Antonio Pappalardo, ex general de los carabineros de Italia, quien dijo en declaraciones al Corriere ­della Sera, “¡Contra este coronavirus es mejor un buen antibiótico, un buen antiinflamatorio!”; Jair Bolsonaro en Brasil; lxs alemanxs, Nikolai Nerling -que fue cesanteado como profesor por adoctrinamiento-, Martín Lejeune -reconocido antisemita-, el político neonazi Udo Voigt, el integrante de la Oposición Patriótica Europea, Eric Graziani y Angelika Barbe, miembra de la dirección de la fundación ultraderechista Desiderius Erasmus, perteneciente a la órbita ideológica de Alternativa para Alemania, son solo algunos nombres que motorizan con sus discursos y relatos a los movimientos negacionistas y que proclaman “la libertad”.

En nuestro país encuentra su representación en los nombres de Cecilia Pando, Juan José Gómez Centurión o Alejandro Biondini, lxs políticos del PRO, Fernando Iglesias o Patricia Bullrich e importantes formadorxs de opinión, disfrazados de periodistas, médicxs o abogadxs.

Más allá y más acá de la pandemia, no debemos perder de vista a estos movimientos de extrema derecha que sustentan su discurso en cuatro planos: autoritarismo, xenofobia, nacionalismo y antifeminismo y que responden en su estructura y organización a importantes ideólogos ultraconservadores que diseminan sus pensamientos por el mundo.

Uno de ellos es Steve Bannon, el ex gurú y funcionario de Donald Trump, nacionalista de derecha que hizo pie en Europa y extiende sus tentáculos a América Latina con su cabeza de playa en Brasil.

Bannon cuenta con una plataforma radical de derecha, con sede en Bruselas, a la que llama “El Movimiento”, ¿casualmente? el mismo nombre que daban Adolf Hitler y Benito Mussolini a sus organizaciones fascistas.

Fue un hombre clave en la campaña que llevó a Trump a la presidencia, ideólogo del mensaje “Estados Unidos primero”. Una vez instalado en la Casa Blanca, el empresario devenido presidente lo nombró para integrar el Consejo de Seguridad Nacional de su gobierno, el órgano en el que se toman las decisiones más importantes en materia de seguridad exterior, interior y terrorismo. En el año 2017, Bannon pegó un portazo y se fue del gobierno de Trump.

Regresa entonces a la dirección de el periódico Breitbart News, un tradicional sitio de noticias con opiniones conservadoras. Con su llegada, el portal agudiza su posicionamiento y comienza a transmitir visiones belicistas, con fuertes discursos contra la política y lxs políticxs tradicionales y se carga de teorías conspirativas. Las críticas lo tildan de ser un medio que transmite ideas racistas, antisemitas, homófobas, misóginas y de ultraderecha.

 “La pastilla anticonceptiva las vuelve feas y locas” ha sido uno de los tantos titulares que da clara muestra sobre la naturaleza de este medio, al que habría que agregar el video en el que se le preguntaba a la gente si preferían que sus hijxs fuesen feministas o tuvieran cáncer, o cuando señalaron desde sus páginas que la mejor forma de terminar con el acoso hacia la mujer a través de internet es que ellas se desconecten.

No llaman la atención los encuentros de Bannon en estas tierras con la dirigente pro-vida, Cynthia Hotton y Juan José Gómez Centurión y el armado del Frente NOS con el que ambos participaron de las pasadas elecciones presidenciales con muy poco éxito.

Bannon tiene un objetivo en Europa, el fin de su democracia liberal y la disolución de la Unión Europea.  Fue padrino de Marie Le Pen en Francia cuando el Frente Nacional cambió a Agrupación Nacional, tiene vínculos con Vicktor Orban del Fidesz -Unión Cívica Húngara y quien declarara, oportunamente que “Orban fue Trump antes que Trump”, se reúne con Alternativa para Alemania y es amigo del senador italiano y líder de la Liga, “Il Capitano” Matteo Salvini. Pero también hizo pie en España asesorando al partido de derecha Vox que lidera Santiago Abascal y en Suecia y Finlandia a partir de sus vínculos con el partido xenófobo Demócratas de Suecia y Verdaderos Finlandeses de carácter ultraconservador.

Pero si Europa está en la mira, América Latina se le presenta como un dulce muy apetecible. Este enemigo acérrimo del Papa Francisco, a quien considera “el hombre más peligroso del mundo”, participó activamente de la campaña que llevó a la presidencia de Brasil a Jair Bolsonaro contra lo que él denomina el “marxismo anticultural”. En el año 2018, promovida por Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair, se desarrolló la Primera Cumbre Conservadora de las Américas en Fox de Iguazú que reunió a representantes de la extrema derecha regional. La idea de crear una sede de “El Movimiento” en la región recobra fuerza en esos ámbitos.

Bolsonaro junto a Trump son uno de los principales negacionistas a nivel mundial. A ambos los une las políticas antiderechos, xenófobas, antimigratorias y anti diversidad de género. A ambos los une Steve Bannon.

Lejos de estar en su final, la pandemia sigue desafiando a la supervivencia de la humanidad. La ultraderecha, en clara oposición a las políticas democráticas e inclusivas, brega por una limpieza étnica y social y, en este sentido, el Covid-19 les cae de “coronilla”, una forma de sacarse de encima a un importante porcentaje de los seres humanos del planeta. Pero, como el virus no respeta clases, etnias, autopercepciones, ni religiones, si mueren algunxs de lxs militantes negacionistas serán “daños colaterales”, como supo decir hace unas décadas atrás un ex presidente de Estados Unidos que no estaba muy lejos de las ideas de Bannon y lxs pregonerxs de los “Días de la libertad”.

 

Revista PPV - 10 de agosto de 2020

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