Brasil: la cosa Bolsonaro

Los hechos de la historia no se repiten, pero riman como los versos de un largo poema. Escuché más o menos esto de mi amigo Sidney Chalhoub, un prestigioso historiador y profesor de la Universidad de Harvard. También leí una afirmación similar en una de las charlas de Tia Lydia, la odiosa villana de las novelas “El cuento de la doncella” y “Los testamentos”, de la canadiense Margaret Atwood, que describe los horrores de una teocracia cristiana fundamentalista impuesta por la fuerza en algunos de los Estados Unidos.

¿Y ahora, Brasil?

Las palabras que más se repiten hoy son estupefacción y perplejidad. El gobierno brasileño ha caído en el abismo del absurdo, en la banalización total del insulto y la agresión, en el atropello primario de las reglas mínimas de convivencia democrática (por no hablar de las leyes y la Constitución), en la destilación de odio y negatividad como única arma política.

Moro se quita la careta

La decisión de Sergio Moro de aceptar la cartera de Justicia en el futuro gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro exige un análisis retrospectivo de sus acciones, examen del que el superjuez, percibido como el campeón nacional de la ley en Brasil en los últimos años, no sale bien parado.