Crecimiento asiático y excluyente en Argentina / Pierre Salama*

Las causas del elevado crecimiento de Argentina, la evolución de su balanza comercial, inversiones, empleo, salarios y rentas. Este "despegue económico" se ha hecho sobre la base de una distribución del ingreso especialmente desigual. Mientras que el Gobierno da la impresión de un cierto voluntarismo, su política presupuestaria no rompe con la ideología liberal. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . El imperialismo en la era neoliberal: respiro y crisis de la Argentina / Duménil - Lévy . Análisis - Calidad del empleo y remuneraciones: el desafío actual / Lindenboim . Convergencia arriba, divergencia abajo: ¿a quién le fue tan mal en la economía argentina? [/size]

Una broma de mal gusto en Argentina. Ella concierne a los economistas y más particularmente a quienes trabajan para las instituciones nacionales bancarias y financieras. Es de mal gusto y feroz: "los economistas de la City han previsto estos últimos años ocho recesiones sobre tres...". Como lo recuerda con humor F. Krakowiak en el Clarín de 11/12/2005, en 2002 pronosticaron un dólar a 20 pesos, una hiperinflación, el cierre de los bancos; en 2003, obligados a constatar el crecimiento, lo redujeron a un simple sobresalto, es decir, a una recuperación temporal, en razón de la falta de crédito, de la inseguridad jurídica, del congelamiento de las tarifas sobre los servicios públicos; en 2004 la persistencia del crecimiento se había relativizado por la desaceleración que debía llegar dentro de poco, a causa de la falta de recursos energéticos, de la debilidad de las inversiones, de la incertidumbre provocada por las negociaciones de la deuda externa. Un último ejemplo de su capacidad para entender a la Argentina: en 2005 el crecimiento previsto por estos economistas "serios" debía ser del 5,8%, y fue del 9,1%; el excedente de la balanza comercial debía lindar en los 9,4 millones de dólares, y fue de 11,5; las reservas debían elevarse a 1.600 millones y fueron 7... (paradojalmente, una de las evoluciones que ofrece problemas ha sido subestimada: la inflación prevista en 7% se elevó al 12%) al punto de que hoy, por otra parte, prosiguen más de cincuenta meses de un "crecimiento a la china" sin discontinuidad. Estos ejemplos son elocuentes y muestran porfiadamente cuánto hay que desconfiar de sus pronósticos, expresados la mayor parte del tiempo, en un lenguaje suficientemente oscuro como para parecer irrebatibles.

Son muy a menudo estos mismos economistas los que han permanecido ciegos a los signos del curso de la crisis de fines de los años noventa y su estallido al principio de los años 2000... entonces, qué pensar de estos pronósticos sino que son la confirmación de muchas hipótesis: sus diagnósticos son el reflejo de un "pensamiento único" que ve en la liberación de todos los mercados la "vía real" a la eficacia y al crecimiento y que no puede aceptar que el libre funcionamiento de estos mercados sea frenado por una intervención del Estado, por naturaleza ilegítima e ineficaz. Sus análisis son también la expresión de una sujeción a intereses bien precisos, los del sector financiero. Presentadas como lo que debería suceder, si una política económica ortodoxa no es escogida, estas previsiones catastróficas se hallan a menudo en el origen de los movimientos especulativos y tienen por objeto influenciar las opciones del gobierno y orientarlas hacia una mayor liberalización de los mercados.

El objeto de este artículo es, en primer lugar, analizar la evolución del crecimiento, de la balanza comercial, de las inversiones, del empleo bajo todas su formas, de los salarios y de los ingresos, recordar sucintamente las razones de este fuerte crecimiento y sus límites. En seguida, y sobre todo, subrayar un aspecto poco conocido de este "despegue económico": que se hace sobre la base de una distribución del ingreso particularmente desigual, heredada del decenio precedente, en que las desigualdades sólo ceden débilmente. A pesar de un crecimiento sostenido, la tasa de desempleo permanece elevada y el empleo informal, precario, aumenta como porcentaje del empleo total, y esto, a pesar de la aprobación de leyes laborales orientadas a revertir la flexibilidad impuesta desde la década pasada. La evolución de los salarios y de los ingresos del trabajo está más o menos contenida según los diferentes sectores, según la naturaleza del empleo, formal o informal. La pobreza ciertamente retrocede, y se aleja de los niveles astronómicos alcanzados en 2001-2002, pero su nivel no baja a la altura de lo que fue su cima, lo cual puede parecer sorprendente teniendo en cuenta el vigor y la duración del crecimiento. Por último, mientras el gobierno del presidente Kirchner da la impresión de un cierto voluntarismo, particularmente por el congelamiento o al menos el control de un cierto número de precios1, la política presupuestaria está lejos de inspirarse en el keynesianismo y la política social sigue siendo la del presidente Menem, a pesar de la extensión de los planes "jefes", lo que no deja de ser sorprendente. Este conjunto de hechos caracteriza un crecimiento a la vez fuerte y excluyente.

I. Los éxitos y sus límites

A. "Sorpresas" y preguntas

1. Los años ochenta se caracterizaron por una profunda crisis, una hiperinflación duradera, un aumento de las desigualdades y de la pobreza. Hasta 1998, los años noventa estuvieron marcados por un crecimiento fuerte entrecortado por una crisis importante en 1995, la cuasi contención de la inflación, un aumento considerable de las desigualdades de ingresos (la Argentina se "latinoamericaniza"). 1998 a 2002 se caracteriza, primero, por una recesión de larga duración, y luego, por el estallido de una crisis sin precedentes, el abandono de la convertibilidad, la drástica caída de los ingresos del trabajo y un incremento de las desigualdades, en adelante latinoamericanas, el aumento extremadamente importante de la pobreza (más de la mitad de la población).

La marginalización de Argentina viene de lejos. Mientras en 1913 el ingreso per cápita de Argentina correspondía al 65% del de los británicos, en 1945 se sitúa aún en el 60%, para pasar al 39% en 2001. La comparación con el ingreso per cápita de los españoles es aún más ilustrativa: 393% en 1913, 290% en 1945 y 51% en 2001. El ingreso per cápita de los argentinos pasó así del quíntuple del de los españoles a un poco más de la mitad2... Pero si viene de lejos, alcanzó su punto álgido en 1976 (golpe de Estado) y entre 1998 y 2002.

El crecimiento es muy elevado desde 2003, y es sobre todo, relativamente regular, lo que lo distingue de la elevada volatilidad de los años 19903.

*Después del pago de intereses de la deuda pública; fuente: cuadro construido a partir de datos del INDEC

Es por haber privilegiado intereses particulares y haber seguido ciegamente las enseñanzas de las tesis liberales que los economistas vinculados a las instituciones financieras no supieron diagnosticar este crecimiento. Ellos denunciaron la falta de confianza y de credibilidad proveniente del congelamiento de los haberes bancarios ("una economía no puede crecer sin sistema bancario" pensaron, sin comprender que se trataba de una fase transitoria, necesaria para salir de los grandes perjuicios provocados por el plan de convertibilidad que ellos habían sostenido con pasión y que este obstáculo podía ser temporalmente salvado). Hicieron campaña contra el congelamiento de las tarifas públicas. Estando calculadas en dólares, su valor en pesos tendría que haber aumentado con la devaluación. "No se pueden denunciar" los contratos decían, olvidando que la mayoría de las empresas multinacionales no habían, o escasamente, cumplido sus compromisos y habían utilizado una gran parte de sus ganancias para alimentar las cajas de sus respectivas casas matrices (dificultado tras la caída de los cursos bursátiles a principio de 2000). Han luchado contra el default tomados del brazo con el Fondo Monetario Internacional, sosteniendo los intereses de los acreedores que sin embargo se habían enriquecido muy fuertemente en los últimos años del plan de convertibilidad, con tasas de interés reales muy elevadas, olvidando la corresponsabilidad del Fondo en la política suicida de fines de los años noventa, subrayando que no se podía crecer sin apelar a los mercados financieros internacionales, justificando la posibilidad de pagar por los fuertes excedentes presupuestarios y olvidando que, hechas las cuentas, el gobierno pagaba en forma considerable22(ver tabla infra).

A modo de conclusión

Al término de esta presentación del fuerte crecimiento argentino y su carácter excluyente, dos problemas se plantean: el primero concierne a la durabilidad de este crecimiento y el segundo, a la naturaleza del crecimiento.

Se ha calificado, a menudo, los regímenes de crecimiento en América Latina como estando marcados por una dominante financiera. Yendo más lejos, los economistas, nosotros mismos, hemos mostrado el carácter rentista de estas economías y del comportamiento de los inversionistas, tentados por los altos rendimientos de las actividades financieras. A diferencia de las economías asiáticas, las finanzas desplegaban más sus efectos perversos que sus efectos virtuosos en América Latina. Hemos expuesto largamente este análisis en nuestro libro, El desafío de las desigualdades y mostrado que este comportamiento rentista explicaba las débiles tasas de inversión y la tendencia al estancamiento que podía observarse en América Latina a lo largo de los años noventa hasta nuestros días, a diferencia de las economías asiáticas. Hemos mostrado igualmente que el crecimiento del PIB, débil en un largo período, era de igual modo fuertemente volátil.

La cuestión que se plantea frente al crecimiento sostenido del PIB argentino es saber si éste corresponde a un ciclo ascendente de una tendencia moderada, incluso estancada, o si corresponde al incentivo de un nuevo régimen de crecimiento. Es demasiado pronto para concluir, pero se puede observar, sin embargo, un aumento significativo de las tasas de inversión en 2005 y tasas de interés débiles que tornan en parte menos atractivas las inversiones financieras23. Permanece, sin embargo, el que estas inversiones productivas han sido insuficientes, que comienza a haber tensiones sobre las capacidades de producción en ciertos sectores, alimentando una ligera recuperación de la inflación, y que puede esperarse para 2006 un menor ritmo de crecimiento, entre 6 y 7%, a menos que la distribución del ingreso se vuelva menos desigual y que las inversiones crezcan a un ritmo más sostenido.

El segundo problema concierne a la naturaleza del crecimiento. Hemos subrayado algunos de sus aspectos excluyentes. Teniendo en cuenta la importancia del crecimiento y de su durabilidad, la cuestión pertinente es: "¿se podía hacer de otra manera?". La respuesta es positiva. Numerosos ejemplos muestran que no hay solo un camino y que "el pensamiento único" tiene más de dogma que de una aproximación científica. El primer ejemplo es el de... Argentina que no ha seguido los preceptos preconizados por el Fondo Monetario Internacional y los economistas de la City. Otros ejemplos: en China un crecimiento sostenido es compatible con un aumento fuerte de las desigualdades; en Corea del Sur el crecimiento va, desde hace varios decenios, a la par con una distribución del ingreso poco desigual y de desigualdades que no se acrecientan24. Otra cuestión pertinente concierne a la secuencia de las reformas: "el freno sobre los salarios, los gastos sociales, las inversiones públicas, ¿son el único camino posible para obtener un crecimiento fuerte permitiendo a la larga mejorar la situación de aquellos que han pagado un pesado tributo al liberalismo de los años noventa?" Dicho aún de otro modo, "¿se debe esperar y a continuación reparar una vez que los fundamentos han sido restablecidos?"

Son preguntas importantes. Sería erróneo dejar pensar que se habría podido a la vez aumentar los salarios y el empleo, los gastos sociales más fuertemente y obtener la misma tasa de crecimiento, incluso más elevada, y esto de manera durable. Recordemos que esto alcanza cifras difícilmente superables sin recalentamiento. También la pregunta se desplaza: no es el máximo de crecimiento lo que se busca, sino un crecimiento compatible con una cierta idea de la ética, de la justicia social y de la cohesión social. En lugar de optar por la religión de la maximización del crecimiento, ¿no es deseable en términos de desarrollo duradero, tener un crecimiento probablemente más débil pero que consolidase la cohesión social?

Los márgenes existen. Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para un tratamiento al menos heterodoxo de la deuda pública, lo muestran, las con Estados Unidos a propósito del Alca, por último también las con la OMC, igualmente. Hay ingresos en fuerte aumento sin que por ello haya sido cambiado el sistema fiscal. Si, además, el sistema fiscal debía evolucionar hacia aquellos vigentes en los países europeos, estos márgenes aumentarían aún más. El gobierno, a pesar de tener una política heterodoxa en numerosos aspectos, está lejos de optar por una política keynesiana. El presupuesto permanece ridículamente débil como porcentaje del PIB, dejando pocos márgenes para un mejoramiento de la salud, de la educación, de la ayuda a los más necesitados, de inversiones públicas significativas en infraestructura. Se comprende que a pesar del crecimiento, los gastos disten mucho de estar a la altura de las necesidades. Ellos caen de manera relativa y de manera absoluta en pesos constantes. Según La Nación (20.01.2006), repitiendo las conclusiones de una serie de encuestas e informes oficiales, ellos serían en 2004 un 9% menores que en 1994 y 11 mil millones de pesos constantes con relación a la misma fecha. Ciertamente han aumentado en 2005, pero la brecha permanece siendo muy importante.

Ayer Argentina, "el extremo occidente", gustaba compararse con los países europeos, poniendo de relieve la calidad de sus escuelas, de su sistema de salud, de su protección social. Hoy día, el deterioro es tal que solo una política voluntarista, incluso y sobre todo a nivel presupuestario, podría permitir reencontrar "el paraíso perdido". Si eso se paga al precio de algunos puntos de crecimiento, el precio a pagar no sería tan pesado. La cohesión social saldría reforzada y no habría ninguna necesidad de buscar criminalizar los conflictos sociales.

Referencias

Palma, G. (2004) "Flying-geese and lame-ducks: regional powers and the different capabilities of Latin America and East Asia to demand -adapt and supply-upgrade their export productive capacity", Oxford University, mimeo, Oxford., publicado en gran parte en la revista Tiers Monde, 2006, París.

Salama P. y Tran haï Hac (1992) Introduction à l'économie de Marx, ed La Découverte, París.

Salama, Pierre (2006) Le défi des inégalités, une comparaison économique Asie/Amérique latine, La Découverte, París.

Schvarzer, J. (2005) "Balance preliminar de la actividad productiva en el 2004. Un excelente resultado pese al default con expectativas promisoras", CESPA N°19.

Artículos de periódicos: La Nación, Página 12, Clarín.

Datos oficiales del INDEC y del MECON.

Como citar este artículo

Salama, Pierre (2006) "Crecimiento asiático y excluyente en Argentina", Oikos Nº22, 55-79, EAE, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile.

Notas
1 Los bienes cuyos precios son controlados por el gobierno representan 40% de los bienes que componen el índice de precios al consumidor.

2 Ver Clarín del 24/05/206. Para un estudio comparativo del declive relativo de América Latina y de manera más pronunciada, de la Argentina, ver Palma G. (2004).

3 Cuando la fuente no es citada en el texto, proviene de las publicaciones del MECON o del INDEC.

4 Recordemos que la balanza en cuenta corriente se compone de la balanza comercial y las de servicios (esencialmente, pago neto de intereses, pago neto de dividendos y remesas netas de transferencias provenientes de los trabajadores en el extranjero, turismo, seguros). La de la cuenta de capital incluye los movimientos de los capitales distintos a las remuneraciones de los capitales ya existentes.

5 En 2002, el saldo positivo de la balanza comercial, debido a la crisis y a la consecuente caída de las importaciones, financió sobre todo las fugas de capital; en 2003 estas fugas disminuyeron a la mitad, el servicio de la deuda igualmente disminuyó a consecuencia de un acuerdo con el FMI, y las reservas aumentaron; en 2004 las fugas de capitales continuaron disminuyendo y llegaron capitales del exterior atraídos por la fuerte remuneración esperada, el servicio de la deuda aumentó y las reservas también; en 2005 este movimiento continúa.

6 Una decisión tal habría provocado, hasta aún no mucho tiempo atrás, una tentativa de golpes de Estado... es decir, cuanto rompía con el estilo de negociaciones tradicionales. Recordemos que, además de las muy fuertes presiones ejercidas por el FMI y diferentes gobiernos para dejar la posición de "default", rechazar luego la "quita", el economista principal del FMI, seguido en eso por "autoridades" académicas, como el difunto R. Dornbush, proponían la puesta bajo tutela de Argentina. Habría sido necesario aplicar a Argentina las modalidades del capítulo 11 reservado a las empresas próximas a la quiebra como si un país fuese comparable a una empresa y pudiese despedir a sus ciudadanos...

7 Las ganancias y los dividendos se elevan a 3 mil 640 millones de dólares, superiores al record de 1998. En el primer trimestre del 2006 las transferencias al exterior triplican las del primer trimestre del 2005: l.220 contra 430 millones de dólares, debido sobre todo al sector petrolero (que no está obligado de repatriar el conjunto de sus ingresos), pero también al sector alimentario y la siderurgia. La reinversión de las ganancias asciende a 9,1%, cifra muy débil, por debajo de las observadas en los años noventa. Ver en "El Clarín" de 2.07.2006 el artículo de I. Bermúdez. Es esto lo que explica que Argentina devenga importador neto de petróleo en 2008, o a lo más en 2010, según las estimaciones, a falta de inversiones suficientes; ver La Nación de 31.07.2006.

8 Las capacidades de producción a comienzos de 2006 son utilizadas en un 71% promedio en la industria pero ya en ciertos sectores son utilizadas en 90%. Se pueden distinguir sectores donde esta capacidad utilizada es elevada (aluminio, acero, textil), aquellas en que no sobrepasan el 60% (automóvil y electrodomésticos), aquellas por último donde es elevada pero no se han emprendido nuevas inversiones (productos químicos, plásticos, y sobre todo industria alimenticia). Fuente BNP, revista Coyuntura, junio 2006. Ver igualmente el trabajo de Schvarzer (2005) que da rama por rama las tasas de utilización de las capacidades de producción y los datos del Mecon en "crecimientos, empleos y precios", Análisis Nº1, 2005.

9 De hecho, la relación es un poco más compleja y depende también del lugar en que se desarrolla principalmente el progreso técnico: bienes de consumo o bienes de producción. Para mayores detalles ver Salama y Tran haï Hac (1992).

10 Como lo subraya I. Bermúdez (Clarín del 9/4/2005), numerosas "perlas" pueden ser notadas: el sector agrícola declara por ejemplo 290.000 trabajadores mientras que todos los otros indicadores revelan la existencia de más de un millón de trabajadores.

11 Para más detalles, ver Mecon: informe económico, año 2005 y avance en el 1er trimestre de 2006.

12 Recordemos que los años que van de 1996 a 2001 se caracterizan por una inflación nula y una situación casi deflacionaria.

13 Lo mismo para los asalariados del sector público.

14 Las encuestas efectuadas en 2004 ponen de manifiesto que los asalariados informales que reciben menos de 150 pesos por mes (trabajo casi gratuito), representan un 17% del conjunto de los asalariados informales, los que perciben entre 150 y 300 un 27%, aquellos que están entre 300 y 450 representan el 11%; esta proporción decrece luego a medida que los tramos salariales se elevan, a excepción no obstante del tramo de 1.000 pesos y más, que es de aproximadamente 7%. Según el INDEC, el salario medio de los trabajadores que tienen un empleo informal en julio de 2006 es de 440 pesos en promedio, es decir por debajo del salario mínimo (630 pesos) y representa el 37% del salario medio de los trabajadores que tienen un empleo formal. La brecha entre los asalariados en "blanco" y en "negro" está en su máximo histórico. Ver Página 12 08/08/2006.

15 Sin pretender hacer la coyuntura, observamos esta recuperación relativa cuando analizamos el costo en horas de trabajo de la canasta de bienes básicos; el año 2005, y más particularmente el segundo semestre, rompe un poco con los otros años: se observa, a la vez, un aumento significativo de los salarios nominales y de los precios, los primeros evolucionando más rápidamente que los segundos. Nos interrogaremos enseguida para saber si se trata del anuncio de una nueva política salarial o no.

16 El coeficiente de Gini es un indicador global de las desigualdades: se ponen en relación los porcentajes de la población y de los ingresos distribuidos. Población e ingresos, en porcentaje, forman los dos extremos de un cuadrado. Si por ejemplo el 5% de la población recibe un 5% de los ingresos, el 10% un 10%, etc., se obtiene una distribución del ingreso absolutamente igual. Ella corresponde a la diagonal del cuadrado. La distribución del ingreso es más o menos desigual según los países: el 10% de la población recibe, por ejemplo, un 5% de los ingresos, el 20% un 9%, etc. Se obtiene así una línea que refleja esta distribución del ingreso. Ella lleva el nombre de Lorentz. La superficie existente entre esta línea y la diagonal, que da cuenta de la mitad de la superficie del cuadrado, constituye un indicador de las desigualdades, denominado Gini. Mientras más se aproxima la curva de Lorentz a la diagonal, menor es la superficie ocupada entre esta curva y la diagonal y menor es el Gini, e inversamente.

17 Es difícil tener datos comparables sobre largos periodos, ya que las técnicas de estimación cambiaron en 2003 y se pasó de encuestas puntuales a encuestas permanentes.

18 La construcción de la línea de pobreza, llamada absoluta, obedece a principios simples. A partir de encuestas se determina la composición de una canasta de bienes de consumo básicos correspondiente a un cierto nivel de calorías estimadas esenciales para la mera reproducción del individuo. Convertida a precio, esta canasta indica el nivel de ingreso de mera reproducción. Permite construir una línea de indigencia. Los individuos que tienen un ingreso inferior al definido por esta línea, son considerados como extremadamente pobres. Multiplicado por un coeficiente llamado de Engel a fin de tener en cuenta las necesidades de alojamiento, transporte, etc., el ingreso que define la línea de indigencia se transforma en uno que define la línea de pobreza. Si el ingreso del individuo, o del hogar, es inferior a este umbral, el individuo, o la familia, es designado como pobre, y si su ingreso está por debajo de la línea de indigencia, es considerado como extremadamente pobre o aun indigente. Este indicador tiene muchos defectos que son otros tantos límites: a menudo no se toma en cuenta más que los ingresos monetarios, no se consideran diferentes mecanismos de solidaridad no mercantiles, se ignora la subjetividad de los individuos que pueden sentirse pobres cuando no pueden hacer frente a sus obligaciones. Para más detalles ver nuestro libro Le défi des inégalités, une comparaison économique Asie/Amérique latine, La Découverte, 2006.

19 La economía argentina se abre a partir de 1991 pero a un ritmo equivalente al del crecimiento del comercio mundial, o sea dos veces el del PIB, y permanece aún relativamente cerrada. Esto considerando que es exacto que la contribución al crecimiento de los bienes "transables" es más importante en la recuperación actual que en el periodo post "tequila". Según el Mecon, en 2003-2004, esta contribución ha sido 32,2% contra 20,4% entre 1996-1998, con el matiz en el razonamiento de que este impulso se explica en gran parte por el impulso a la exportación de productos no industriales provenientes de la energía, la agricultura y la agroindustria.

20 En efecto, ella se mide por referencia a la distribución del ingreso: son pobres aquellos que no tienen un ingreso equivalente a la mitad del ingreso medio. Es por esto que es imposible eliminar la pobreza en los países desarrollados, se puede solamente aligerar, pues eliminarla significaría llegar a una sociedad estrictamente igualitaria, mientras que en los otros países, la manera absoluta de medir la pobreza, significa que ella puede ser eliminada, como se pudo constatar, por ejemplo, en Corea del Sur.

21 La Argentina no practica una política monetaria restrictiva basada sobre la regla de Taylor, que a partir de un enfoque monetarista de la inflación, apunta a reducirla mediante una política de tasa de interés muy elevada en detrimento del crecimiento, justificando esta política por el objetivo vinculado a una búsqueda de mayor credibilidad de parte de las instituciones internacionales y los mercados de capitales y por un cálculo conceptualmente criticable del "crecimiento potencial".

22 Es interesante subrayar que el esfuerzo del gobierno argentino en términos de presupuesto es superior al del gobierno brasileño. El saldo primario brasileño está en torno al 4,2% del PIB, el del gobierno argentino se sitúa en torno a 3,7%. El presupuesto argentino pesa menos en porcentaje del PIB que el de Brasil, 35% contra 23%. Si se relaciona los 4,2 a los 35 para el Brasil y los 3,7 a los 23, se obtiene un equivalente al 12% del presupuesto para el Brasil y al 16% del presupuesto para Argentina. Estas cifras relativizan los argumentos de los que consideraban que Argentina no pagaba nada ...

23 Aún cabe matizar: ciertos bonos emitidos con ocasión del canje, luego de la quita, son particularmente atractivos (son indexados sobre el crecimiento...), y que los capitales se vuelven a colocar en los mercados argentinos, contrariamente a las predicciones catastróficas de los economistas de la City.

24 Para un análisis detallado ver Salama (2006).

[i]* Francés, Economista, Profesor en la Universidad de París XIII. Contacto: psalama@wanadoo.fr[/i]

Fuente: Revista Oikos Nº22, año 2007, EAE, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile

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