Un estudio comparativo acerca de las luchas de las mujeres rurales en Argentina y Brasil desde la perspectiva de género

Negadas a la existencia y condenadas a la desaparición... Karina Bidaseca [i]"Ninguém escuta meu grito, desconhece o meu sufoco,[/i] [i]"...Venimos de familias que andaban en sulky o a caballo por los campos, abriendo surcos, cosechando a mano y hasta pariendo en el monte" Anónimo (MML). [/i]

Introducción

Hacia fines de las décadas del siglo pasado en América Latina, las mujeres rurales han cumplido un rol decisivo en las movilizaciones en torno a la lucha por la tierra en el seno de las organizaciones agrarias y movimientos sociales. Es el caso de dos organizaciones específicas: por un lado, el Movimento Interestadual das Quebradeiras de Côco Babaçu (MIQCB), integrado por mujeres rurales trabajadoras sem terra, posseiras2 o con acceso a tierras expropiadas por el gobierno, localizado en la región nordestina de Brasil, surgido en 1989 a partir de ciertas demandas específicas: la preservación y el libre acceso a un recurso específico sobreexplotado, el coco babaçu, y al acceso a la tierra; y, por el otro, el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha (MML), que nació en la provincia de La Pampa, Argentina, en el año 1995 resistiendo la expropiación de las tierras embargadas por procesos de endeudamientos con las bancas oficiales y privadas, y que está conformado por mujeres pequeñas y medianas productoras o esposas de productores agropecuarios.

En estos últimos años, los sectores rurales subalternos se vieron afectados por el proceso de "modernización" implantado por el modelo neoliberal que implicó no sólo un deterioro creciente en su calidad de vida sino que, además, cuestiona su permanencia en el campo. En este contexto hegemonizado por los procesos de globalización e integración regional, surgen a modo de resistencia formas de organización colectiva y movimientos sociales nuevos que cuestionan, entre otras, la dominación del capital global.

La importante movilización de mujeres rurales constituye uno de los rasgos más distintivos de los movimientos sociales u organizaciones en las sociedades latinoamericanas. Ello coincide con la consolidación del movimiento de mujeres en la región que, en la arena internacional, se expresó en la Declaración de las Naciones Unidas de la "Década de la Mujer" (1975-1985); la "Convención contra todas las formas de discriminación contra las mujeres" (1979), así como las Conferencias realizadas en las ciudades de México (1975), Copenagüe (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995), que esgrimieron como temas de interés, entre otros, la propiedad y el derecho a la tierra basados en la igualdad de los géneros (Deere y León, 2001).

Las "acciones colectivas" promovidas por las mujeres rurales en estos últimos tiempos adoptaron nuevas formas de relación política con el poder local, nacional e internacional. La lucha por la tierra se instala de este modo como la extensión de los procesos de democratización de los derechos de campesinos y de productores rurales (Tavares dos Santos, 1994). Nuevos actores irrumpen en el escenario social demandando nuevos derechos o defendiendo derechos ya adquiridos ligados a una búsqueda de solidaridad e identidad. La identidad de estas mujeres, su propia nominación como quebradeiras o mujeres en lucha, se erige así como categoría política.

A partir de estas teorizaciones analizaremos la incorporación de mujeres campesinas, pequeñas productoras, trabajadoras rurales o sem terra en las movilizaciones y/o acciones colectivas al interior de estas dos organizaciones de mujeres; sus reivindicaciones; alianzas con otros movimientos sociales agrarios o urbanos nacionales e internacionales. Comprenderemos a ambas organizaciones como "traducciones" (Long, 1992) que las mujeres rurales elaboran frente a los conflictos que trae aparejado el proceso de globalización (redefiniciones identitarias, exclusión, violencia, deterioro del medio ambiente, etc.) sustentando la validez de un análisis comparativo en un intento de teorización centrado en la capacidad agencial de las mujeres y de la constitución de la identidad femenina en el espacio dual de lo público y lo privado.

Nuestra investigación tomará tres niveles analíticos: el macroeconómico institucional; el macrosocial, que incluye las grandes tendencias en relación con la estructura social agraria; y el nivel de las acciones.

La mirada estará centrada en el continuum de supervivencia-resistencia-innovación o cambio que plantea Melucci (1994), en el que se sitúa la experiencia cotidiana de las mujeres y que otorga a la política otros sentidos: como quiebre, irrupción, ruptura, sedimento de lo social (Laclau y Mouffe, 1987).

Los movimientos sociales agrarios en América Latina
Los denominados Nuevos Movimientos Sociales -entre los que incluiríamos al MML y MIQCB- provienen de conflictos no sólo por la apropiación económica -movimientos clasistas- sino por la apropiación del tiempo, el espacio, las relaciones de la vida cotidiana, la centralidad que adquieren los cuerpos3. Offe (1985), en relación con ello, distingue entre "el viejo paradigma" en el cual los actores colectivos predominantes eran los grupos institucionalizados y los partidos políticos en el contexto de una "cultura cívica" que promovía los valores de la movilidad social y cuyo referente era el Estado burgués, y "el nuevo paradigma" político o paradigma del "modo de vida" cuyo espacio de acción es el de las políticas desinstitucionalizadas (Bidaseca y Mariotti, 2001).

En este contexto, en la década de 1970 comienza a circular en el orden mundial el discurso neoliberal, tornándose cada vez más hegemónico y eficaz a partir de la aplicación de una cantidad de medidas que afectaron profundamente el tejido de la vida rural de las sociedades latinaomericanas. Si bien los mecanismos concretos utilizados varían en cada país, los gobiernos que aplicaron tal modelo impulsaron la estabilización de la moneda hacia una integración económica a través del mercado, basado en una racionalidad económica-financiera y tecnológica. Ello trajo como consecuencias un retroceso en la conquista de los derechos sociales.

En los discursos de los movimientos sociales contemporáneos se unifica una crítica común al neoliberalismo y al nuevo escenario mundial globalizado. El "Ejército Zapatista de Liberación Nacional", movimiento indígena mexicano, surgido el 1 de enero de 1994 en Chiapas cuando entraba en vigor el tratado del NAFTA, fue la primer expresión latinoamericana de rebelión a las formas de dominación global del capital, en defensa del derecho a la diferencia y a la diversidad cultural. No obstante, ya a comienzos de 1980, en Brasil, en Rio Grande do Sul, comenzaron a emerger una serie de movimientos sociales agrarios -luego del nacimiento del Partido dos Trabalhadores en 1979- con reivindicaciones plasmadas en el acceso a la tierra y la búsqueda de reconocimiento político y visibilidad. Es emblemático el Movimiento dos Trabajadores Sem Tierra de Brasil, creado formalmente en 19844.

En Brasil, el proceso de liberalización económica se integra dentro de un conjunto de políticas neoliberales implementadas de forma más radical durante el gobierno de Collor (1991) y profundizadas por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. En el campo esto se tradujo en los procesos originados en el modelo de la modernización conservadora que señala Fernandes (1999): la irrealización de la reforma agraria, la concentración del poder político en manos de la bancada rural (diputados y senadores que defienden los intereses de los latifundistas); la política de privilegios a la agricultura capitalista y la consecuente destrucción de la campesina; la rápida y violenta transformación del campo y expropiación de millones de familias que migraron a las ciudades; el surgimiento de millones de familias sin tierra; la extrema violencia de los conflictos agrarios; la utilización del trabajo esclavo por parte de los empresarios rurales; la concepción tecnicista del desarrollo de la agricultura; los diversos problemas ambientales causados por la intensa explotación agrícola, etc. (pág. 74). Estos factores han incidido de tal modo que, según el autor, Brasil se convirtió en el país con mayor concentración de tierras en el mundo, mayores niveles de desigualdad social e índices de pobreza exhibe.

Entre 1979 y 1985, 48.5 millones de hectáreas de tierras públicas fueron transformadas en latifundios, existiendo 50.105 establecimientos con más de 1.000 hectáreas que representa menos del 1% del número total y controla el 44% de la superficie agrícola del país. En el otro extremo, los establecimientos con menos de 100 hectáreas representan el 90% del total y ocupan el 4% de la superficie total (Fernandes, 1998). Estos datos reflejan la intensidad del carácter concentrador de la estructura fundiaria brasileña (Cuadro 1-Anexo).

Particularmente, en la Argentina, el modelo neoliberal fue aplicado por el gobierno de Menem (1989-1999) en reacción a la matriz estadocéntrica y se propuso destruir todas aquellas instituciones que la sustentaron5 ; se tornaba imperante destruir el poder de los sindicatos cuya desarticulación comenzó a inciarse en el período de la dictadura militar. Fueron tres los ejes básicos: la desregulación total de la economía; las privatizaciones de las empresas públicas y la liberalización del comercio internacional. Con relación al sector agroalimentario, se registró una vigorosa entrada del gran capital en las cadenas de alimentos y de fibras y se acentúo la presencia de los llamados "megaproductores" (Soros o Benetton). De este modo, la estructura agraria argentina fue modificada: por un lado, los establecimientos de hasta 200 hectáreas representan el 74.6% del total de las explotaciones y el 7.7% de la superficie agrícola total; en el otro extremo, los establecimientos de más de 5.000 hectáreas representan el 1.6% de las explotaciones y el 49.6% de la superficie total (Censo Nacional Agropecuario, 1988) (véase Anexo, Cuadro 2).

En este escenario surgen en Brasil y en Argentina dos organizaciones rurales de mujeres, el "Movimento Interestadual das Quebradeiras de Côco Babaçu" (MIQCB) que esgrime como bandera de lucha el "babaçu libre" y la reforma agraria, y el "Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha" (MML) que demanda una "ley agraria que democratice la tierra para que nuestros hijos tengan lugar en este país [...] para que nuestro interior crezca y evite la crueldad del amontonamiento en las villas miseria" (Folleto MML, Tractorazo, julio de 1998). En el apartado continguo, intentaremos dar cuenta de la lucha de ambos Movimientos y de los límites que tensionan la posibilidad de logro de una ciudadanía plena.

Las mujeres en lucha y las quebradeiras. Origen y evolución de ambas organizaciones
Para comprender la participación de las mujeres rurales en acciones colectivas nos basamos fundamentalmente en la definición propuesta por Alberto Melucci desde una perspectiva constructivista de los movimientos sociales. La acción colectiva es definida como el ensamble de los varios tipos de acciones basadas en conflicto e implica, según el autor, la existencia de una lucha entre dos actores por la apropiación y orientación de los valores sociales y los recursos (Melucci, 1984: p. 202). En un segundo nivel, "la acción colectiva también incluye todo tipo de conductas que transgreden las normas que han sido institucionalizadas en roles sociales; aquellas que exceden las reglas del sistema político y/o que atacan la estructura de una sociedad basada en relaciones de clases" (p. 202). El autor denomina acción basada en conflictos a la primera categoría y movimiento social a aquella acción colectiva que cumple con ambas condiciones6 .

A partir de estas interpretaciones y, de acuerdo con las características que asume cada tipo de acción colectiva, concebiremos a ambas organizaciones como acciones colectivas o cristalizaciones de acciones colectivas, más que como movimientos sociales. En tanto, las acciones que desarrollan las mujeres rurales constituyen un "repertorio de acciones"7 que incluye diversas formas: marchas, movilizaciones, "Tractorazos" (marchas encabezadas por tractores), caravanas, hasta la ocupación de espacios públicos (cortes de ruta, campamentos, ocupación de ministerios, etc.) o privados, incluyendo también formas simbólicas de protesta como los "abrazos" a edificios públicos. Intentaremos bucear en sus relatos con el fin de comprender el sentido de la acción colectiva entendiendo que el Movimiento determinó en las vidas cotidianas de estas mujeres rurales un momento de quiebre que da cuenta de un proceso de politización de su cotidianeidad.8

I
El Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha surge en el año 1995 ante la resistencia de las mujeres chacareras -esposas de chacareros o jefas de la explotación- a los remates de sus campos endeudados por los atrasos en los pagos, en una pequeña localidad llamada Winifreda, ubicada en la prvovincia de La Pampa. La víctima del primer remate judicial -que más tarde se convertiría en la presidente del movimiento, Lucy de Cornelis- apelando a la movilización de diversos recursos (la radio, convocar a sus pares), logró reunir a varias personas que estaban en su misma situación y de ese modo en una acción conjunta, espontánea mediante rezos y la entonación del Himno Nacional Argentino lograron impedir el acto del remate, e inauguraron con ello una forma original de acción y resistencia. "Nacimos para impedir los remates que amenazan a nuestras chacras", expresan.

Las reivindicaciones de tipo económicas derivarían demandas más abarcativas; se expandiría territorialmente hacia otras provincias9 y lograría establecer redes y alianzas con otros sectores y movimientos sociales del país (Federación Agraria Argentina, Organizaciones de Mujeres, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, etc.), e internacionales (El Barzón de México; el MST, etc.), momento que coincide con la expansión de procesos transnacionales a nivel mundial y que implicó para el MML un proceso de "empoderamiento"10.

Las principales demandas del MML aunque están dirigidas básicamente a: la suspensión de embargos y/o ejecuciones de las chacras endeudadas; el congelamiento de los juicios en trámite; el análisis de la legitimidad de las deudas, y el pedido de refinanciamiento a no menos de veinte años, también enfocan otros problemas. En un primer momento, apuntaron a una crítica de la política agropecuaria para luego extenderse a la crítica de la economía en el ámbito nacional denunciando el fuerte proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la aparición de nuevos latifundios. El MML irrumpe en un nuevo escenario rural con novedosos modos de acción caracterizados por la innovación simbólica y la espontaneidad (impedir una acción judicial), pero deciden incluirse en un movimiento más amplio, el movimiento social de las mujeres, apelando a diversos recursos simbólicos (la familia, la reproducción familiar, la educación de los hijos, la identificación con la tierra) (Bidaseca, 2000).

El MML ha establecido asambleas anuales, nacionales, provinciales y zonales desde el año 1995, como modo de asegurar la continuidad de la organización, de reflexión acerca de los cursos de acción y los problemas que deben afrontar, ligados la carencia de recursos económicos. La forma de organización es flexible, sin instancias intermedias y con una relación directa entre líderes o coordinadoras locales y las bases.

Las discrepancias del MML con la Federación Agraria Argentina y con las demás organizaciones agrarias, reconocidas como interlocutores legítimos por el gobierno11, han incidido en la necesidad de formar una organización autónoma e independiente tanto de éstas como de los partidos políticos. El MML logra así la personería jurídica en el año 1997. Según la definición de una de sus dirigentes: "...nosotros siempre decimos que somos un movimiento horizontal, pluralista, democrático, y que por ser profundamente político, porque todos nuestros planteos son políticos, somos apartidarios. Después dentro de nosotros conviven las más diversas tendencias, sectores, ideologías..." (Entrevista a Ana María Riveiro de Santa Fe, 1998). Las demandas del MML jamás han sido reconocidas por el gobierno, incluyendo un proyecto de ley presentado en el Congreso en el año 1998 que nunca fue aprobado. Por ello, las mujeres decidieron continuar, en sus palabras, "enfrentando hasta las últimas consecuencias ese acto confiscatorio que son los remates de nuestros campos por la usura institucionalizada" (Folleto del MML, 1998).

Con respecto a la cotidianeidad de las mujeres, la actuación en el MML implicó un punto de inflexión, la creación de un nuevo espacio social, cultural y político que las expone públicamente, las "torna visibles"12 . El proceso de identificación que se produjo logró articular los reclamos individuales y fragmentados de los productores en el cimiento de la acción colectiva. No obstante existen condiciones posibilitadoras del cambio en las identidades sociales, que como señala Moore (citado por Matínez, 1989), se pueden dar en tres planos que se encuentran interrelacionados: en el nivel cultural, vinculado con los procesos de erosión de los sistemas de creencias y valores prevalecientes; el de la estructura social, relacionado con aquéllos procesos que desestabilizan la identidad de los actores; y, el nivel individual, cuando el individuo logra reconocer la opresión de ciertos órdenes sociales (Bidaseca, 2000).

Repentinamente comienzan a participar en las movilizaciones, a hablar públicamente, a tener cobertura en los medios de comunicación, a negociar con los poderes públicos, a actuar en espacios hasta entonces vedados a la mujer, a relacionarse con los representantes de los partidos políticos, a universalizar sus demandas ubicándose junto a otras organizaciones confrontativas al gobierno nacional. A partir de ese momento se asiste a lo que podemos definir como la "construcción pública de lo privado". Aparecen claramente los límites entre el adentro de la vida familiar y el afuera que significa salir a la arena pública. Cuando en un discurso en la Plaza de Mayo -escenario histórico de lo público- una integrante del movimiento de Santa Fe expresa de modo literal: "la mujer es lo que el gobierno nos ha obligado a salir a la calle" (7/3/97), está reflexionando acerca de la salida "obligada o forzada" del espacio doméstico; ambas situaciones ocurren simultáneamente, la mujer rural se revela y se rebela. También, como tantas otras mujeres en la historia, no estuvieron exentas de ser nombradas como "las locas" del mismo modo que todas aquéllas mujeres que transgredieron desde la cotidianeidad ciertos órdenes fundados13 . "Pero qué van a hacer esas 'locas' por ahí, te dicen" (Entrevisa a Griselda, 24/10/98). Es que, como sostiene Leonor Arfuch (1994), "...su aparición en posiciones de poder todavía es percibida como disrupción, imprevisibilidad, alteración de un orden, dificultad de la definición, incluso incomodidad de ciertos usos lingüísticos" (p. 213).

De repente se encontraron hablando acerca de "cómo prepararse contra las amenazas del gobierno provincial que prometió enviar un grupo de elite de la policía para frenar el próximo acto" (Página/12, 18/9/98), o hablando con el gobernador, o "poniendo el cuerpo y la voz" -las "armas de los débiles" como diría Scott14 - delante de las banderas de remate de sus campos endeudados; aunque se empeñan en señalar "hacemos política pero no queremos saber nada con los partidos" (Página/12, 18/9/98).

A través de los distintos relatos observamos que las mujeres que participan en el movimiento, sufren una tensión no resuelta entre la necesidad de penetrar en la esfera política y al mismo tiempo, la imposibilidad de reconocerse en un lenguaje político que produce en ellas el rechazo por ese mundo que no las representa y del cual se sienten de ambos modos, tan distintas y tan distantes. Esta falencia en la representación no sólo se evidencia en el nivel de lo político sino también entre las organizaciones del campo. Esta imposibilidad de representación o la existencia de la "impresentación" (Cerdeiras, 1998) que se resiste a todo intento de reducirla a lo político-partidario "haciendo fracasar el poder de la representación" como expresa Cerdeiras, en la mujer se complejiza más todavía cuando "'la mujer' como una imagen de síntesis, como un colectivo de identificación, resulta irrepresentable" (Di Cori, 1992, citado por Arfuch, 1994: p. 213). De este modo, y como sostiene Cerdeiras, a partir de la existencia de lo "impresentado" "quedamos convocados a la invención, a la creación y no a la representación" (p. 83).

II
El Movimento Interestadual das Quebradeiras de Côco Babaçu se conformó en 1989 impulsado por la defensa de un recurso natural específico sobreexplotado -el coco babaçu-, palmacea localizada principalmente en el estado de Maranhao (en el cual se localiza la mayor cantidad de hectáreas, 10,3 millones). Este cultivo fue sometido a un fuerte proceso de desvastación estimulado por la acción indirecta del gobierno brasileño15 , hecho que provocó la articulación de alianzas del movimiento con otras organizaciones ambientalistas tornando de este modo la cuestión local en un asunto transnacional. El movimiento se organizó según diversos criterios sustentados en principios ecológicos, económicos y de género. El surgimiento de esta organización se vincula además, con otro hecho decisivo que se ha dado en llamar la "retirada del Estado", por medio del cual la acción estatal en Brasil se tradujo en el deterioro de la política ambiental y en la apertura de las importaciones, práctica sustentada en principios neoliberales que influyeron en la economía del babaçu.

Hacia la década de los años 1980, el área total de plantación de coco babaçu correspondía a una extensión estimada de 18 millones de hectáreas e involucraba a 30 mil trabajadores, de los cuales una parte mayoritaria la constituyen mujeres y niños en actividades de colecta y quiebra del côco babaçu (Almeida, 1995). En las últimas décadas se constató una tendencia estacionaria pero caracterizada además por la profundización de antagonismos sociales. La limitación de los derechos de recolección de los frutos, normativa que desató diversos conflictos, está vinculada al intenso proceso de concentración fundiaria16 , profundizada por la Ley Estadual de Tierras del año 1962 -conocida como Ley Sarney-, en las regiones de mayor concentación de plantaciones de babaçu en las que se estiman que 44.924 establecimientos propietarios controlan 7 millones de hectáreas (Almeida, 1995: 26). La estructura fundiaria en esta región se define a partir de las siguientes categorías: "propietarios"; "ocupantes" (cuando la explotación se efectúa en tierras públicas o de terceros con o sin consentimiento del propietario) y "arrendatarios". Según los datos del Censo Agropecuario las categorías que más han aumentado fueron aquellas en las que no existe un dominio legal sobre las tierras, hecho que se agrava aun mas con la expulsión de cientos de familias de sus viviendas que deben asentarse en las llamadas "pontas de ruas" y realizar la recolección de babaçu en tierras de terceros. Esta usurpación a los derechos de los campesinos y los trabajadores rurales estimuló el desarrollo de diversas estrategias de recuperación de tierras y creación de cooperativas.17 En la memoria colectiva del campesinado la recolección del coco es libre y, por consiguiente, la prohibición de acceso a tierras públicas y privadas donde se desarrollan estas plantaciones, profundiza los antagonismos entre campesinos y trabajadores y patrones.

Las mujeres trabajadoras, que representan un importante porcentaje de la fuerza laboral en la recolección y quiebra del côco babaçu -de ahí el nombre de quebradeiras-, comenzaron a organizarse políticamente en el MIQCB y en las cooperativas construyendo estos espacios en torno a la expresión "babaçu-livre", bandera de lucha de las quebradeiras. El Movimiento, si bien en algunos casos se encuentra articulado a los sindicatos no posee sede ni cuadro de asociados y su representatividad es diferenciada. Las quebradeiras organizaron diversos "Encuentros Interestaduales" desde 1991. En el segundo de tales "encuentros", exigieron:

- la expropiación de todas las áreas de conflicto;
- el acceso libre a las palmeras de babaçu para las mujeres y niños en las propiedades privadas que no cumplen la función social;
- el fin del derrumbe de las palmeras de babaçu;
- el fin de la violencia contra los trabajadores rurales;
- recursos para el desarrollo de las cooperativas; acciones de asentamiento en áreas expropiadas;
- cumplimiento del Estatuto de niños y adolescentes en la zona rural y medidas que aseguren el cumplimiento del Decreto de Reservas Extrativistas (Almeida, 1995: 40).

En el III Encuentro realizado en 1995, comienzan a presentarse temas ligados a la problemática de género relacionados con las denuncias referidas a la esterilización de mujeres de la región nordestina.

En este caso específico, la violencia, como forma de dominación, tiende a erosionar la construcción social de la ciudadanía. Este proceso de expansión creciente de los índices de violencia en el campo brasilero invierte el proceso de un proceso de producción social de una conciencia de derechos entre los campesinos y los trabajadores rurales. Fundamentalmente, el derecho a la tierra, al trabajo y al producto del trabajo, pero también de otros derechos civiles, políticos y sociales (Tavares dos Santos, 1994). De los diversos tipos de violencia, la violencia política, como forma de dominación entre las clases sociales en el campo se traduce en los conflictos por la tierra y en muertes, que se esparcen por todo el espacio geográfico de Brasil, pero se acentúan en la región nordestina (Estados de Bahia y Maranhao) donde actúa el MIQCB, y en el norte (Estado do Pará). El objetivo de estas acciones violentas es expulsar a los campesinos sin tierra que viven en ellas, pero también de amedrentar la posibilidad de organización política.

La región nordestina fue objeto de planes de colonización para impulsar grandes proyectos agrominerales y agropecuarios en una región donde escaseaba la mano de obra. Para cumplir este cometido, los empresarios, con el apoyo de las Fuerza Armadas y el estado, emprendieron medidas violentas (como contratar pistoleros) contra los "posseiros" (campesinos que habitan tierras que no les pertenecen y ocupan ilegalmente) e indios, que resistieron en un contexto de marcada violencia, cuyo hecho más ominoso fue la masacre de "Eldorado dos Carajás" el 17 de abril de 1996, en el Estado de Pará.18

Con respecto al segundo tema de análisis, el acceso libre a los recursos naturales, existen quebradeiras de coco "sem terra" y quebradeiras con acceso garantizado a la tierra. "Sem terra" son aquellas que no poseen acceso directo a la tierra y residen en las llamadas "puntas de ruta" de las ciudades; las quebradeiras con acceso a las tierras son las que se encuentran en áreas cubiertas de palmeras, en áreas desapropiados por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria, adquiridas por los órganos estaduales o por cuenta del propio trabajador, posesiones consolidadas hace años, de herencia o arrendadas a través de contratos. Las quebradeiras son obligadas a quebrar coco en las haciendas para vender las amendôas (parte central del coco), intercambiarlas con los propietarios de las palmeras o pagar algún tipo de renta. En casi toda las áreas de babaçu se registran restricciones para que las familias campesinas accedan a las tierras. Aquellas quebradeiras que necesitan trabajar y no están sujetas a ningún tipo de contrato, algunas veces entran en las haciendas a escondidas en áreas donde la vigilancia es menor, para recoger y quebrar los cocos. Si son encontradas, a menudo, son amenzadas verbal o físicamente19 y obligadas a entregar todo el producto recolectado o quebrado en ese día de trabajo.

La lucha permanente por el libre acceso al babaçú y a su uso común, anterior a los cercamientos y apropiaciones de las tierras que se profundiza en la década de 1970, recordado como el tiempo del "coco preso" cuando los incentivos fiscales y crediticios dados por el gobierno estimularon la apropiación de tierras públicas, implica el reconocimiento a un "derecho cotidiano" que no se encuentra normativizado en el derecho estatal brasilero (Neto, 2000), pero que corresponde a la memoria colectiva del babaçú libre cuando "la tierra era de todo el mundo que vivía en el lugar, no era tierra privada, era de quien la trabajase" (Entrevista a Lidia, realizada por Martins, 2000). Allí comenzaría la lucha por la tierra: al reprimir la quiebra del coco, los propietarios comprometían la subsistencia familiar dada la importancia de ese producto en la economía local. En señal de repudio, las mujeres se negarían a quebrar coco bajo el sistema de mediería impuesto por los hacendados: "Eso fue el comienzo, como una provocación, la confusión crecía y la gente comenzó a decir: pues ahora no queremos sólo el coco, queremos la tierra también" (Entrevista a Alaídes, coordinadora del MIQCB, Ludovico, Martins, 2000).

En Brasil, según Siqueira y Bandeira (s/f) la presencia femenina en los sindicatos se releva fundamentalmente desde 1976 a partir de la organización de reuniones, encuentros, sindicatos, cooperativas, etc. En ese país, la década de 1980 estuvo caracterizada por la expansión de las luchas por derechos y por la participación de las mujeres en los sindicatos rurales y urbanos, en los partidos políticos y en otros espacios públicos. A partir de esa fecha, el movimiento de mujeres más importante en términos de participación se desarrolló por fuera de los grandes centros urbanos e integrado por participantes poco consideradas como fuerza política: las trabajadoras rurales (Brito e Prá, citado por Siqueira y Bandeira, s/f).

Estas instancias refuerzan la construcción de la identidad femenina que no es posible llevar a cabo en el seno de los sindicatos. El relato de una quebradeira refuerza, pues, esta hipótesis: "En 1986 la gente comenzaba a articularse al movimiento sindical; antes la gente no se sindicalizaba. El movimiento sindical no conseguía integrar nuestra propuesta. Primero porque era una cuestión de género que es una cuestión que involucraba a varias mujeres y ahí fue como surgieron todas las organizaciones y las mujeres comenzamos a discutir pero `nosotras también tenemos que debatir también la cuestión del babaçu´ y ahí surgieron los grupos de quebradeiras de coco. Esos grupos se están articulando a nivel... Ahí surgió nuestro Primer Encuentro ... La gente no tenía realmente una propuesta... fueron surgiendo ideas, la cuestión de la formación de la gente... la gente ni siquiera sabía por qué el babaçu había dejado de tener valor en el mercado y la gente empezó a luchar para que eso sea realmente valorizado... porque estaba claro que: `eso no vale más nada, no tiene más importancia´" (Entrevista, Araujo 2000).

Lo que debe ser resaltado en esta narrativa es la negación de la propia existencia que el discurso oficial promovía: "El gobierno dice que no existe más la quebradeira de coco babaçu. En ese momento la gente quizo demostrar que esas mujeres existen, que nosotras existimos". En esta lucha, las mujeres refuerzan su identidad colectiva y hacen de su nominación una identidad política y de género que se profundiza en el seno del Movimiento en el proceso de concientización de los derechos de la mujer.

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Otras fuentes

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- Constitución Nacional Argentina.
- Entrevistas a Dirigentes y participantes del MML y asesores del MIQCB.
- Documentos y revistas del MML.
- Discursos públicos del MML, 7/3/96, Plaza de Mayo, Buenos Aires.
- Diarios La Arena (La Pampa) y Clarín y Página/12 (Buenos Aires).
- Diario do Pará, Brasil.
- Internet: http:/fpa.tvcultura.com.br/caminhos/25q....ebradeiras1.htm. "Conflitos no campo-Brasil 1996
- The Chico Mendes Sustainable Rainforest Campaign - A Participação Feminina no CNS - "Quebradeiras, Destino de Mulher Baixo Mearim (MA)". Primeira y segunda parte. Neide Duarte.

Notas

1. Socióloga. Doctorante de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Docente e Investigadora en el Grupo de Estudios Rurales del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Becaria UBACyT (Doctorado). Quería agradecer el apoyo inestimable del Prof. Alfredo Wagner Berno de Almeida y del Grupo de de Estudos Rurais e Urbanos de la Universidad Federal de Maranhao y, por supuesto, a las mujeres en lucha de Argentina y a las quebradeiras de côco babaçu de Brasil, por la generosa recepción de esta investigación. karinab@arnet.com.ar

2. Con este término se alude a los ocupantes ilegales de tierras.

3. Las luchas sociales que se desarrollaron en el contexto del Estado de Bienestar de la posguerra dieron origen a movimientos sociales clasistas en tanto "agentes históricos cuyo destino marcha hacia un destino de liberación" (Melucci, 1994) y cuya acción se basaba en la lucha contra el desarrollo capitalista, en demandas de acceso al Estado y expansión de la ciudadanía.

4. El antecedente más próximo se puede remontar a fines de la década del setenta cuando más de mil familias de pequeños productores que utilizaban en forma irregular las tierras de reservas indígenas de Nonoai, fueron expulsados e invadieron algunas haciendas instalando "acampamentos" como forma de presión para conseguir el acceso a la tierra.

5. El Decreto Presidencial 2284 de fines de 1991 se orientó a disolver todos los organismos reguladores y fiscalizadores que habían dado sustento a una estructura agraria en la que el 75% de las explotaciones era menores de 200 hectáreas.

6. En sus trabajos posteriores define a la acción colectiva como el "resultado de intenciones, recursos y límites, una orientación intencional construida mediante relaciones sociales desarrolladas en un sistema de oportunidades y obligaciones" (Melucci, 1994:157).

7. Tilly define este concepto como "una serie de interacciones entre los detentadores del poder y las personas que se declaran con éxito portavoces de una base social (constituency). A lo largo de esta serie, los portavoces hacen públicas sus demandas a favor de cambios en la distribución o el ejercicio del poder y respaldan las demandas con manifestaciones públicas de apoyo" (Pérez Ledesma, 1994).

8. Entendemos con este término, una forma distinta de abordaje de lo social que focaliza las conflictualidades sociales en el espacio de la vida cotidiana politizando de este modo, sitios anteriormente excluidos de estas esferas (la familia, las vivencias diarias, las relaciones, los cuerpos, etcétera). La política tal como expresa Laclau (1993), es una de las tantas formas de existencia de lo social que modela las prácticas y acciones en la cotidianeidad de los actores, irrumpiendo y decosntruyendo aquéllas producciones culturales, económicas y sociales que fueron designadas para sedimentar un orden que aparecía como dado y por lo tanto era incuestionable.

9. El MML obtiene a lo largo de estos años varios premios y destinciones: por ser "El hecho más destacado del país" (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos), de la Unión de Mujeres Argentina, del partido político FREPASO y de la Central de Trabajadores Argentina. El premio de la Central de Trabajadores de Argentina "José Gervasio Artigas" es por el derecho a la tierra.

10. Tomamos la conceptualización de Pettersen y Solbakken (1998, citado por Giarracca, 1999), quienes definen "empowerment" como un proceso en el cual las personas, organizaciones o grupos adquieren conocimientos de dinámicas de poder trabajando en sus diferentes contextos de vida; desarrollan habilidades para ganar un razonable control sobre sus vidas; ejercen ese control sin infringir los derechos de los otros; apoyan el fortalecimiento de otros en la comunidad

11. Las cuatro organizaciones agrarias de alcance nacional son: Federación Agraria Argentina (FAA), entidad gremial creada en 1912 a partir del levantamiento de los arrendatarios santafesinos por las condiciones que establecían los contratos de arrendamientos, conocido como el "Grito de Alcorta", que nuclea a los pequeños y medianos productores agropecuarios; Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO), creada en 1953; Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), creada en 1940 y Sociedad Rural Argentina (SRA), creada en 1866.

12. Como reflexiona Clara Kuschnir (1994) en un artículo acerca de la invisibilidad de la asimetría detrás de la visibiidad de la igualdad, "Todas hemos leido cantidad de interpretaciones acerca de esta especie de 'invisibilidad de la mujer'como si la historia del mundo hubiera transcurrido sin ella" (p. 220) [bastardillas en el original].

13. Véase Bousquet, J. P. "Las locas de la Plaza de Mayo", Bs. As., El Cid Editorial, citado por Rodríguez, M.T, op.cit.

14. Scott (1985) en su libro Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, Yale University Press, Londres, describe las distintas formas de resistencia campesina, como actos individuales de sutiles desafíos. La modalidad de acción del MML (el rezo y el canto del Himno Nacional Argentino, así como también otras tácticas intimidatorias tales como fotografiar al futuro comprador o interrogarlo) podría tal vez inscribirse en este tipo de formas.

15. Los decretos estipulados en el año 1975 permitieron a las empresas involucradas en la implementación de proyectos relacionados con la celulosa y la caña de azúcar en el área de Caixas, Maranhao, el desmantelamiento de un total de 65.000 hectáreas de babaçuais (véase Almeida, 1995: 30).

16. La reivindicación de una reforma agraria viene siendo impulsada por los trabajadores rurales en Maranhao desde los años 1950, proceso que cristaliza en 1956 con la creación de la Associaçao dos Trabalhadores Agrícolas do Maranhao.

17. La conformación de las cooperativas de pequeños productores `agroextrativistas´ ocurre a partir de los años 1988 y 1989 en las áreas expropiadas por el gobierno a través del Plan Nacional de Reforma Agraria (1985-1989), articuladas con los sindicatos de trabajadores rurales. En ellas se retomó la modalidad de recolección libre de babaçu y la finalidad fue captar los circuitos de compra montados por los patrones y propietarios de usinas (grandes ingenios azucareros), que culminó con la creación en 1990 de cuatro cooperativas que conjugan las actividades de plantación y recolección. Junto con esta expansión cooperativista se formaron en los mismos lugares varias organizaciones de "trabajadoras" -quebradeiras de côco-: la "Associaçao das Mulheres Trabalhadoras Rurais"; la "Secretaria da Mulher"; la "Associaçao das Mulheres Trabalhadoras Rurais", que produce papel reciclado a partir de la fibra de coco y de la hoja de la palmera; etc.

18. En esa oportunidad, cinento cincuenta y cinco soldados de la policía militar, armados de fusiles y ametralladoras, abrieron fuego contra una manifestación de campesinos, cuyo arsenal eran tres pistolas, piedras e instrumentos de labranza, que bloqueban la carretera en acción de protesta por el retraso en los procedimientos legales de expropiación de tierras. Aquel día, en el suelo quedaron diecinueve muertos y unas cuantas docenas de heridos. Ellos fueron unas de las mil seiscientas treinta y cinco víctimas mortales de todo Brasil entre 1964 y 1995, con más evidencia en los estados de Bahía, Maranhao, Matto Grosso, Pará y Pernambuco (José Saramago, Introducción al libro Terra).

19. Según Neto (2000), hay un proceso criminal por lesiones corporales a una quebradeira en el estado de Tocantis contra un vaquero que la agredió y arrastró mientras ella estaba quebrando el coco. En otro caso, el autor señala a unas quebradeiras de Piauí que al recusarse según el artículo 96, inciso VI, dela ley Nº 4.504 del 30/11/1964 a efectuar el pago ilegal del 50% cobrado por el propietario de la tierra fueron acusadas formalmente de robo de babaçu con el consecuente proceso criminal en la justicia. Si bien, fueron finalmente absueltas, estas prácticas continúan.

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