La república que ¿perdió? el tren

No resulta difícil realizar los comentarios de introducción a esta obra de Jorge Contestí. Casi cuarenta años de conocernos, de compartir proyectos y realizaciones esperanzadoras, y derrotas, siempre parciales, me permite ver al ser humano mas allá de su extraordinaria experiencia y capacidad técnica para desarrollar, y sobre todo, explicar con claridad proyectos ferroviarios.

Las primeras páginas de su relato nos recuerdan su vinculación infantil con la que iba a ser la pasión de su vida: el ferrocarril.

Bucear en esa pasión tal vez requiera algún tipo de iniciación en las profundidades de los procesos históricos que rescaté de los archivos de la memoria, la conciencia sobre cuáles son los instrumentos de reproducción social, cultural y económica.

Volvió el tren

El anuncio de creación de la empresa Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado es un jalón simbólico de una cuarta etapa en la compleja historia del ferrocarril argentino.

Las tres anteriores fueron el período predominantemente privado “clásico” (que duró grosso modo 80 años, de 1870 a 1950), los 40 años de explotación totalmente estatal (1950-1990) y las dos décadas de concesión privada (y en menor medida provincialización). Fue así que pasamos de un ferrocarril diversificado y “grande”, con cerca de 43.000 kilómetros de líneas, a uno más “pequeño” y especializado en pasajeros urbanos y cargas masivas, con algo más de 25.000 kilómetros.

Desafíos del tren llamado “La Bestia”

El Gobierno mexicano ha prometido que ya nadie montará La Bestia. El funcionario que se animó a decir semejante cosa fue el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong. Lo dijo en julio de este año. Dijo que se trataba de “poner orden”. Dijo que no podían permitir que los migrantes –centroamericanos en un 98%– siguieran poniendo “en peligro sus vidas” en su intento por llegar a Estados Unidos. Dijo también que era una cuestión de proteger los derechos humanos de esos más de 150 mil migrantes que cada año intentan cruzar México sin permiso de nadie. El secretario Chong dijo todo eso, y en todo se equivocó.