¿El horror en París es diferente al de Siria, Iraq, Palestina y El Líbano?
Otra vez París se convirtió en un campo de batalla. Decenas de muertos, cientos de heridos y las mismas consignas de respuesta del gobierno francés frente al ataque yihadista que ya se han escuchado en Estados Unidos y España cuando acciones similares generaron idénticas masacres. Frente al horror se quiere responder con más horror, se habla en los titulares de los principales medios con total ligereza, de que “ahora sí empezó la guerra”, o se alimenta la idea (en forma directa o solapada) de que el mundo árabe y musulmán atenta contra la sacrosanta democracia francesa. A sabiendas que la casi totalidad de esa colectividad repudia al ISIS y sus protectores.
El Estado Islámico golpea en París: la barbarie sin fronteras exige fraternidad sin fronteras
129 muertos hasta el momento y 352 heridos en París es el balance del ataque combinado de tres comandos yihadistas que el Estado islámico ha reclamado como suyos. De los 8 atacantes, 6 han hecho explotar sus chalecos-bomba, y otro ha muerto en un intercambio de disparos.
Yo pude haber estado ahí
Eagle of Death Metal, la banda del Bataclan, tocó el viernes en París como pudo haber tocado en Buenos Aires. Y más de cien seres humanos murieron simplemente porque fueron elegidas como blanco por los terroristas. Pudieron haber sido espectadores en cualquier recital de la Argentina. Y la vida que se le extinguió a quien solo estaba en un bar y no en la guerra pudo haber sido una vida en Palermo, San Telmo o Balvanera.
“La socialdemocracia se alineó con la economía neoliberal”
Decenas de personas hacen fila para verlo. Algunos quedarán afuera. Las entradas para escucharlo se agotaron en tiempo record. No se trata de una estrella de rock, pero casi. Es que la visita a Buenos Aires de Etienne Balibar, que coincide con el 50º aniversario de la publicación de Para leer El Capital, el célebre libro que coescribió junto a su maestro Louis Althusser, despierta mucho interés entre quienes buscan respuestas a la crisis de representación y al auge del racismo en Europa. Y no son pocos.
En la conferencia que dio en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, con su capacidad colmada, el filósofo francés se sinceró: “Soy un federalista europeo. Y la razón de mi pesimismo es que este federalismo está fracasando y tiene menos justificaciones y posibilidades de realización. Hay fuerzas de diversos tipos, invenciones a la hora de hacer política en parte de la población europea. Existen buenas razones para pensar eso en las iniciativas del tipo de Podemos, en España, aunque están muy localizadas en estos momentos. O en la victoria de Syriza”, se ilusiona. Balibar alertó sobre los estragos que está causando la desigualdad en Europa, que amenaza con dividir virtualmente al continente. El filósofo francés habló con Página/12 sobre el crecimiento de la ultraderecha en Francia, el terrorismo islamista, la islamofobia, la crisis de la socialdemocracia europea y los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras en Grecia.
Redefiniendo a los pobres como “terroristas”
La mayor parte de la llamada actividad “terrorista” es un producto derivado de la actual crisis del neoliberalismo y de la marginación de una creciente proporción de la población mundial que éste produce.
En 1997, un grupo de americanos neoconservadores (neocons) establecieron un centro de estudios (think-tank) conocido como “Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense” (en inglés Project for the New American Century o PNAC). Su objetivo era la dominación mundial por parte de los Estados Unidos de América.
"El conflicto en Medio Oriente ya no es bilateral; traspasa las fronteras y las cuestiona"
Las imágenes de la Franja de Gaza se multiplican, obscenas, cada día, todos los días, desde hace tres semanas, y convierten a ese pequeño territorio en un campo bélico, un verdadero infierno y una zona de desastre humanitario: el 50% de la población tiene menos de 15 años y el 75% de las víctimas son civiles, mujeres, niños y discapacitados que mueren en los bombardeos a escuelas, hospitales y mercados.
Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa
"Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes."
Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.
Irak, 10 años después
Ese 20 de marzo de 2003 me senté frente a la tv. La CNN se hizo tremendo festín con la cuenta regresiva a las bombas que muy pronto caerían en sitios estratégicos de Bagdad. Esta era una verdadera guerra, no de actores, pero sí con guiones falsos. Los actores son mentirosos, porque imitan emociones, pero esta vez, el dolor en el desierto de Babilonia, era real, se convertía en dunas de muerte.
No entendía muy bien las lógicas del mundo en aquel entonces, era presa fácil de la guerra contra el terrorismo y del miedo, que ahora sé, impregnan en la gente. Entendía, que los árabes eran unos viejos maniáticos, con mucha barba, llenos de armas y felices tirando bombas desde edificios. Estaba tan equivocado, que hace 10 años, pensaba que Irak era país de locos y que todo sería como lo pintan en Hollywood.
Pero el mismo CNN, que tanta publicidad se encargó de hacer para invadir a Irak, me demostró que todo estaba mal. Que una mujer, junto a sus hijos, no eran más peligrosos que los guionistas de las grandes productoras en Estados Unidos. Que vivir en pequeños pueblos en el desierto, no puede ser tan malo como el establecimiento lo proclama.
10 años después, no son mejores las cosas. No hay una Irak libre, ni con vestigios de armas biológicas como lo decían unos argumentos inventados desde Estados Unidos. La desesperación que produjo y produce en la economía de Norteamérica la obtención de oro negro y la especulación de falsos informes sobre tenencia de armamento nuclear por parte del viejo Saddam Hussein, hicieron de Bagdad una ciudad inmortal. La madrugada del 20 de marzo de 2003, el ejército invasor norteamericano en la llamada “Operación Libertad Iraquí” atacó y destruyó lo que quedaba de la antigua Babilonia.
Ahora, y 100 mil muertos después, es como ver en la tele al aberrante gobierno del norte, que pareciera jugar billar en una mesa de arena. Pero el desierto no es un juego, es un mapa milenario lleno de viejas historias; de beduinos en camello, de mágicas esfinges, de milagros bíblicos, de invasiones persas y babilónicas. Un mapa que es manipulado para crear una tormenta sobre dunas de arena y robarle a Mahoma sus mil y una noches. El Tigris y Éufrates continúan llorando hasta su desembocadura en el golfo Pérsico.
Todo parece muy tranquilo ahora. Los invasores pasan su tiempo en casa, pintando en momentos libres; otros viajan tranquilos, con la certeza de que la arena del desierto se quede allí y no forme tormentas de venganza. Ya todo está consumado, incluso el petróleo iraquí fuera de sus tierras originales, y la sangre de los miles de luchadores, que de ambos bandos defendieron su derecho a ser parte de la historia contemporánea del mundo. Los gringos ganaron, petróleo; los iraquíes perdieron, vidas; la tele basura ganó, Saddam murió en la horca.
Irak: La guerra una mentira y un resultado impreciso
Por Moises Saab (Desde El Cairo) / Una década, más de 111 mil civiles muertos, pugnas regionales, confesionales y un estado general de caos caracterizan hoy la situación de la antigua Mesopotamia, el país que de granero del mundo conocido entonces ha pasado a ser el escenario de una matanza sin fin, devenida monótona a pesar de su violencia.
El "misión cumplida" del presidente norteamericano de la época, George W. Bush, ha devenido objeto de burlas que despierta una sonrisa sardónica en los familiares de los casi cinco mil 500 militares que Washington admite como bajas en una guerra que estaba programada para una semana y aún no termina, sino que amenaza extenderse.
Sin contar los "asesores civiles", un invento diabólico que nunca ha fructificado y sólo ha servido para propiciar una corrupción que ha costado más de mil millones de dólares a los contribuyentes norteamericanos.
En términos internos, las rivalidades confesionales, que en Irak nunca alcanzaron los extremos, a diferencia de en otros países del área, han aflorado con una violencia que causa asombro.
Las áreas en las que residen musulmanes chiítas, y sus lugares sagrados, como la ciudad de Kerbala, son blancos cotidianos de ataques de una violencia nunca vista en ese país.
En el caso de los kurdos, las diferencias parecían resueltas con la creación de una región autónoma en el norte del país, pero no ha sido así: las autoridades de esa zona están abocadas a un conflicto con el Gobierno central por la posesión de tres provincias, Kirkuk, Mosul y Sulaimaniya, en las que existen grandes yacimientos de petróleo.
Además de ese conflicto con raíces étnicas y económicas, los iraquíes han devenido de personas orgullosas de su pasado, que presentaban ante el mundo como una herencia común, a un conglomerado marcado por regionalismos, como evidencian el conflicto con los kurdos y la rebelión en la provincia de Al Anbar, de mayoría sunita.
El signo más obvio del auge del confesionalismo está en el apoyo que recibe el primer ministro Nuri al Maliki de los residentes en la ciudad meridional de Basora, justo por donde llegaron las tropas estadounidenses y sus aliados británicos y españoles.
Además de una contradicción: la red Al Qaeda en Irak tiene hoy más fuerza y miembros de los que nunca pudo soñar bajo el régimen derrocado por la invasión y ocupación estadounidense.
La fragmentación ha llegado al extremo de que en los año 90 surgió la tesis de dividir el país en sultanatos, o lo que es igual, retornar al medioevo y olvidar una historia en la cual aparece con brillo propio la rebelión contra el colonialismo británico y el papel iraquí en la región como factor de contrapeso a Israel.
Es quizás en el ámbito regional donde hay que buscar otra contradicción entre los propósitos de las autoridades estadounidenses con si bien eliminó a Saddam Hussein y el Gobierno del Partido Baas, (las similitudes con los acontecimientos en Siria no son causales), permitió el fortalecimiento de la revolución islámica en Irán.
Es indudable que los muchos y costosos errores de Hussein dieron a Washington en bandeja de plata los pretextos, si falta hicieran, para eliminar al obstáculo que se le presentaba en el Levante de la época y, de paso, establecer su presencia militar en el Golfo Pérsico, un objetivo que hasta entonces le había sido esquivo.
Sin embargo, el despliegue de portaviones y las bases militares en países de la península arábiga es un esfuerzo económico agotador en las actuales condiciones económicas y de resultados imprecisos, como demuestra la resistencia de Irán a pesar de las severas sanciones en su contra y las inquietudes en varios países que le son afines.
Las autoridades persas han hecho saber que en caso del estallido de una agresión en su contra tienen la disposición, y la posibilidad militar, de bloquear el estrecho de Ormuz, el objeto del deseo para los estrategas estadounidenses, ya que por él transita el 35 por ciento del petróleo que alimenta las economías de las potencias occidentales.
Para colmo de desilusiones, Teherán y Bagdad han dado en los últimos meses señales de acercamiento, una pesadilla diplomática ya que crea un muro de contención a tener en cuenta para la política estadounidense en el sensible golfo Pérsico.
En ese contexto, y aparte las consideraciones políticas, está la devastación de un país cuya población sobrevive angustiada en un entorno marcado por la violencia, impuesta por una mentira: las armas de destrucción masiva que nunca existieron.
Una mentira que costó millones de dolores y billones de dólares
Se ha cumplido una década de la invasión a Irak y no parece que el terrorismo haya acabado en un país que EE.UU. y sus socios de la OTAN “liberaron” de esa peste.