De ayer a hoy, una verdadera línea de conducta

Antes del golpe de 1976, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) tenía unos 5000 trabajadores y al menos 794 fueron cesanteados durante la dictadura. Entre ellos hubo detenidos, personas obligadas a renunciar, trasladados, asesinados y cuatro desaparecidos. Todos esos datos comienzan a ser revisados en una nueva causa judicial impulsada por un sobreviviente y familiares de los desaparecidos en el juzgado federal de Daniel Rafecas. Las víctimas le piden a la Justicia un análisis de lo ocurrido como un “todo” y una revisión de las responsabilidades penales a la luz de la actuación que tuvieron los civiles y en particular la Sociedad Rural Argentina que, desde el Consejo Directivo Nacional del organismo, tuvo un rol determinante en esa depuración.

Un paro en defensa del moroso

Algunas consideraciones desde lo más simple del sentido común.

Olvidémonos por un minuto del Estado y de la Sociedad Rural Argentina.

Pensemos en una compra-venta de un inmueble. El vendedor entregó la posesión al comprador y éste no canceló el pago del precio pactado.

Para hacerlo más sencillo. Supongamos que usted es el vendedor al que, a pesar de haber cumplido con las obligaciones a su cargo, el comprador no le pagó el precio estipulado.

La seguridad jurídica y la recuperación del predio de Palermo

De las entidades corporativas del agro, la Sociedad Rural Argentina (SRA) es la que se ha ganado el peor prestigio por las conductas económicas y políticas que desarrolló a lo largo de su historia. Sin embargo, pocos saben que sus fundadores tuvieron objetivos de tecnificación del ganado ovino, que se sentían productores de “punta” y que el primer socio honorario fue Domingo Faustino Sarmiento, quien profesaba una gran admiración por el espíritu “tecnológico emprendedor” de este grupo de ganaderos.

Cuadros de una exposición: la Rural y Palermo

Innovación tecnológica, comercio y prestigio se exhibían en la llamada, en sus comienzos, Exposición y Feria de la Sociedad Rural Argentina. A ello hay que agregar la construcción de una identidad en una clase social cuyo proyecto hegemónico comenzaba a plasmarse. Propios y extraños sienten a la exposición como el lugar para mostrar y mostrarse. Hay opiniones divididas sobre su carácter, ante el creciente predominio del ¨shopping¨ sobre la muestra agropecuaria, pero Palermo es famosa en todo el mundo.

La Sociedad Rural y financiera

El famoso arquitecto Alejandro Bustillo hizo el castillo estilo Tudor que los Pereda tienen en sus campos de Cañuelas, a 45 kilómetros de la sede de la Sociedad Rural Argentina. Los jardines los hizo el no menos célebre paisajista Carlos Thays. En los miles de hectáreas de alrededor, los Pereda tuvieron décadas de renta extraordinaria y de viajar los otoños bonaerenses a las magníficas primaveras parisinas.

Celedonio Pereda (h) estuvo codo a codo con otros terratenientes en las tórridas jornadas de la Apege (Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias) en el verano del ’76. Pereda presidía la Sociedad Rural Argentina y sabía perfectamente que en cuestión de semanas se produciría una brutal transferencia de recursos de los sectores industriales vinculados al mercado interno hacia los sectores agroexportadores y también de la clase trabajadora hacia el sector más concentrado de la oligarquía argentina. El otro líder de aquella gesta cívica imprescindible para que los campos de concentración se llenaran de militantes y fueran convertidos en mataderos era Jorge Aguado, el presidente de Carbap (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) y de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas).