“Sin justicia social el hombre sedentario no ha podido vivir en paz”

Entrevista a Gerardo Mario de Jong por Francisco Rinaldi
En la historia del hombre, desde que éste se volvió sedentario, no hubo un solo sistema social equitativo. El doctor en Geografía Gerardo Mario de Jong considera, además, que la tan anhelada paz solo habría sido posible con mayor justicia social.

De paso por Bahía Blanca, donde residió en los años 60 y 70, este investigador Categoría 1 del Programa de Incentivos del Ministerio de Educación de la Nación, director y codirector de becas doctorales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, disertó en la UNS como parte del programa que impulsa el Grupo Cátedra Abierta, sobre los cambios socioeconómicos y territoriales a escala mundial.

De Jong fue desde el capitalismo mercantil, pasó en su exposición por el nacimiento de la industria y llegó hasta las relaciones de producción actuales, las que tienen francas diferencias con el pasado. También trazó un camino crítico sobre las “verdades” que instauró Europa Occidental en el mundo y que no considera ciertas.

--¿Por ejemplo?

--Se afirma que el capitalismo industrial surgió del feudalismo. No es así. La conexión que dio lugar a esa transformación tuvo que ver con las relaciones del norte de Europa y el Cercano Oriente y, de esa región previamente, con China, India, Japón y Corea, países donde hubo más de una actividad industrial aunque, claro, la textil de la seda había dado el mayor impulso al surgimiento de la cultura industrial del Cercano Oriente. Contra todo lo dicho por la historiografía europea, la noción de la industria y los talleres industriales irrumpieron en el siglo VI en esa región, en la época del emperador Justiniano.

--¿Occidente minimizó los logros de Oriente?

--Así lo creo. Me formé, por razón de la ideología occidental dominante, creyendo que los chinos eran apenas iniciados en la idea de la industria, quienes nunca estarían a la altura de las transformaciones propias de la Revolución Industrial, cuando en realidad a la historia de la China hay que vincularla indefectiblemente con la del mundo. En el presente, los cambios en la forma de producir de los chinos ayudan a entender lo que se está trasladando a la versión más creativa del capitalismo actual.

--¿Siempre nos tuvimos que creer lo que cuentan los que han ganado las grandes guerras?

--Es lo que se nos dijo desde el punto de vista de la Europa Occidental y de Estados Unidos, ya en una versión decadente de la producción capitalista. Crecimos con una mirada puesta entre el mundo “comunista” y el de la “libertad y la democracia”. Ninguna de esas versiones son tan buenas ni tan malas, pero ambas se inscriben en los prolegómenos de la decadencia del modo de producción capitalista.

--¿Y qué tenemos de cierto los argentinos?

--La realidad es que siempre nos estuvieron robando, desde los tiempos de la Colonia cuando los españoles se llevaron todo lo que podían. Ese robo de recursos fue fundamental para el desarrollo del mundo europeo. Sin nuestras riquezas americanas la Revolución Industrial, desde el punto de vista económico, no hubiera sido posible. Tal vez lo hubiera sido desde el tecnológico, por el uso eficiente de la energía, pero no en la medida del impacto que los cambios en las formas de producir introdujeron en las correlativas formas de dominación a escala mundial. Después, en nuestra etapa independiente, aparecieron los ingleses que primero nos robaron las islas Malvinas y luego organizaron el comercio y los préstamos en función de la apropiación de nuestros potenciales excedentes.

--¿Traza un paralelismo con lo que Marx sostenía sobre la acumulación originaria?

--Uno habla de Marx (Karl, 1818-1883) y despierta sospechas. Enseguida se piensa: “En qué andará este...”. La verdadera teoría de cómo funciona el modo de producción capitalista -y no me refiero a la lucha de clases y a ciertos emergentes propios de la época en la que desarrolló su teoría- surgió en la producción científica de Marx. En ese sentido, entender cómo se genera y se acumula el excedente en el modo de producción capitalista, permite el desarrollo de la capacidad de operar en torno al sistema. Sin embargo, una buena parte de la clase política no sabe cómo se generan y cómo se acumula en el modo actual de producir.

--¿Cómo juzga a la regulación?

--El sistema capitalista no puede existir sin regulación. De hecho, los países capitalistas más desarrollados siempre han regulado en torno a formas cada vez más sofisticadas de apropiación del excedente. En el Alto Valle de Río Negro, donde trabajé, la fruticultura nunca funcionó mejor que cuando en su etapa inicial la manejaron los capitales británicos ya que la planificaron tratando de regular todas las partes del sistema que hacen a una alta tasa de acumulación por parte del capital extranjero, pero sin que esas relaciones sociales de producción generaran círculos viciosos que destruyesen la actividad, tal como sucede en el presente. Más tarde esos capitales demostraron que sus intereses estaban por encima del interés nacional argentino. Después la fruticultura entró en decadencia por falta de regulación.

--¿Cuesta lograr una regulación honesta y con transparencia?

--Siempre, en los ámbitos donde se generan excedentes y se acumulan, hay apropiaciones y manos negras en el entorno. Estados Unidos es campeón en materia de corruptelas, las mismas que en la Europa Occidental. Con el tema de la deuda de Grecia, por ejemplo, sale a la luz lo que es la Unión Europea con sus mecanismos leoninos de apropiación de excedentes por parte de los países que son líderes de los bancos y del sistema financiero.

--¿Lo más grave pasa por la corrupción?

--El problema más serio no es la misma corrupción, sino la apropiación de excedentes por mecanismos legales, por manos negras legales. Hoy los grandes capitales de la fruticultura, que son ineficientes, presionan a los productores independientes del Alto Valle mediante la fijación de los precios pagados por la fruta, hasta el punto de poner en riesgo su permanencia en el mercado como tales a los productores independientes, sobre todo cuando su producción es más eficiente que la de las grandes empresas de comercialización y empaque que controlan la actividad. Mientras tanto, el Estado está ausente para corregir estos vicios, aún cuando personalmente entrevisté al ministro del rubro y le di un libro que escribí al respecto.

"En el inicio, los productores independientes de hasta 10 hectáreas eran los únicos proveedores de las peras y manzanas comercializadas. En el presente el tamaño promedio que lograría y mantendría la eficiencia del productor independiente es del orden de las 20 hectáreas. Sucede, y en lo que expresaré está la razón de la ineficiencia productiva de las empresas líderes, que en una chacra de más 50 es casi imposible controlar y evitar la sustracción de agroquímicos y combustible o la rotura de máquinas o la ineficiencia en la prestación de las tareas: eso incrementa enormemente los costos".

--¿Superficies grandes significan ineficiencia?

--Las superficies grandes de un cultivo intensivo, ni acá ni el Noroeste ni en ninguna parte del mundo, pueden ser eficientes ya que requieren del manejo directo del dueño de la tierra, de su iniciativa, de sus ganas y su amor por la tierra. Manejar la tierra con criterios industriales es poner un salvavidas de plomo en las grandes explotaciones. Mucho más valioso que un título de propiedad es el espíritu del campesino en la unión que tiene como dueño de la tierra, cuando la trabaja él mismo con la enorme cantidad de variables naturales, sociales y económicas de las que depende su producción. No sucede así cuando lo hacen quienes solamente quieren sacarle el mayor beneficio material posible. Lo cierto es que las grandes empresas disimulan su ineficiencia y “utilizan” al productor independiente para sanear su economía mediante la apropiación de excedentes a través del sistema de precios que ellos mismos fijan.

--¿Por qué habla de empresas corruptas?

--Los productores independientes tratan de aumentar su eficiencia en el marco de las ya señaladas relaciones inequitativas. No obstante, considero que existe una forma de corrupción en los diversos métodos que usan las empresas líderes en sus funciones de empaque y comercialización, en tanto descartan una cantidad en torno al 30% de la producción de los productores independientes. Ese descarte no es pagado por las empresas o es pagado a valor de industria en pocos casos. No obstante, esos descartes surgen de una manipulación que les permite a las grandes empresas preservar parte de los mismos para ser comercializados como fruta fresca. Hacia 1985, cuando yo producía, el descarte promedio era del 10%. No hay razones para que haya crecido hasta la proporción actual.

--¿Qué métodos se imponen?

--Cada productor pierde el 30 por ciento de su producción, a veces con métodos extremadamente autoritarios y desleales como la manipulación de los sensores de color o las presentaciones a convocatorias de acreedores inmediatamente después de recibir la fruta de los productores independientes. Eso, en el contexto en el que el galpón de empaque fija su tasa de ganancias mediante la manipulación de los precios. Es decir, una mano negra de guante blanco.

--Ha pasado la Revolución Industrial, pasa la tecnológica, pero no llega la moral. ¿Ud. la avizora? ¿Es una utopía?

--Sin cambios en la base material de la sociedad no va a producirse. Así de sencillo. Los defensores del capitalismo dicen que tienen enormes dificultades pero que su sistema generó la menor mortalidad humana en años, cosa que no es cierta. Debe ser que no tienen en cuenta las guerras. Desde la primera aldea, donde la gente labraba la tierra y producía, donde otros gobernaban y otros tenían el control militar, siempre hubo inequidad. Creo, por lo que he visto y estudiado, que cuando un sistema social se consolida sobre una mayor equidad y distribución del ingreso, la población está más contenta y el sistema es más estable y previsible ya que satisface parte de las necesidades materiales, las espirituales y posibilita más paz. No veo etapas ideales. Si hasta Cristo tuvo que sacar a los mercaderes del templo a latigazos.

La Nueva - 26 de julio de 2015

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