El desafío industrial

El desarrollo de la industria nacional enfrenta grandes desafíos para poder dar un salto cualitativo y volver a crecer fuerte como entre 2003 y 2011. Efectivamente, el sector debe superar obstáculos que trascienden el estancamiento de los últimos años. Un análisis riguroso requiere revisar la dinámica histórica y los cambios estructurales en la organización de la producción que se generaron a nivel local e internacional en las últimas décadas y sus implicancias.

Después de que el PBI industrial per cápita se desplomara un 40 por ciento entre 1977 y 2002, sus consecuencias no pueden resumirse en términos de caída de la producción física.

“Debemos recordar de dónde venimos para valorar lo hecho”

–¿Cómo analiza el proceso de reindustrialización que comenzó a partir del año 2003?
–Creo que estamos semiindustrializados. En sólo diez años avanzamos a un estado de semiindustrialización. Venimos de un fenomenal proceso de destrucción de la industria nacional. Esto hay que recordarlo, si no, la evaluación es compleja. Hay que recordar de dónde venimos para valorar lo hecho en estos años. Durante mucho tiempo tuve que recorrer distintas partes de la provincia de Buenos Aires. Uno veía edificios de ex fábricas transformados en lugares para guardar mercadería, depósitos. Otros estaban cerrados, con carteles de remate. Nosotros arrancamos de ahí, este proceso de recuperación viene de ahí.

Realidades y desafíos de la re-industrialización argentina

Re-industrialización argentina ¿Mito o Milagro?

Los 10 años posteriores a la caída de la Convertibilidad fueron escenario de cambios relevantes en la estructura productiva, ocupacional y distributiva de nuestro país. La salida del cepo cambiario en 2002, junto a la fuerte expansión de la demanda interna (final e intermedia) y externa, traccionaron notablemente la producción de bienes y servicios. Al mismo tiempo, se ensayaron políticas que permitieron separar -al menos parcialmente- la caída inicial en los salarios reales del dinamismo y expansión de la demanda agregada(1). A partir de 2003, el esquema económico que se fue configurando permitió combinar altas tasas de crecimiento con mejoras cualitativas en la dinámica macroeconómica, productiva y social.

Sobre la base de espacios de rentabilidad más amplios e inclusivos para la diversidad de actores y tramas productivas, la mayoría de las actividades sanearon su delicada situación patrimonial y financiera, ganaron competitividad e iniciaron una trayectoria de expansión. Las consecuencias inmediatas fueron un notable aumento en la producción de bienes, acompañada por una intensa generación de nuevos puestos de trabajo y un mejoramiento de los indicadores de calidad del empleo. La industria manufacturera fue protagonista del crecimiento experimentado por la Argentina y se convirtió en uno de los sostenes más importantes, revirtiendo el proceso de desindustrialización observado desde mediados de los ‘70.