Consenso de los Commodities y lenguajes de valoración en América Latina

El «Consenso de los Commodities» subraya el ingreso de América Latina en un nuevo orden económico y político-ideológico, sostenido por el boom de los precios internacionales de las materias primas y los bienes de consumo demandados cada vez más por los países centrales y las potencias emergentes. Este orden va consolidando un estilo de desarrollo neoextractivista que genera ventajas comparativas, visibles en el crecimiento económico, al tiempo que produce nuevas asimetrías y conflictos sociales, económicos, ambientales y político-culturales. Tal conflictividad marca la apertura de un nuevo ciclo de luchas, centrado en la defensa del territorio y del ambiente, así como en la discusión sobre los modelos de desarrollo y las fronteras mismas de la democracia.

La crisis económica y el cambio en el poder geopolítico en Europa

A finales del siglo pasado y principios del actual, se planteó a nivel mundial un cambio de ciclo hegemónico. Esta sucesión de poder se hizo más patente, en los últimos años, con la llegada de la crisis financiera mundial, que golpeó sobremanera a la economía estadounidense. Se concebía entonces que, con permiso de las potencias emergentes, la Europa comunitaria podía convertirse en el nuevo líder hegemónico por su fuerte peso económico y político a nivel mundial. Representaba, en principio, un modelo cohesionado y complementario, donde se habían aplicado desde la fundación de la CEE una serie de políticas de convergencia basadas en criterios de solidaridad interregional dentro de un conjunto de países cada vez más numeroso que acordaban cesiones de soberanía y concebían un crecimiento conjunto de sus economías, llegando a conformarse un enorme mercado de más de 500 millones de habitantes en 2011. Mostraba además, a pesar de las desigualdades regionales existentes, una economía competitiva por sectores, un desarrollo complementario basado en criterios de solidaridad interregional, una industria competitiva, unas estructuras sociales solidarias con unos Estados de Bienestar de gran tradición y altas cotas de sensibilidad medioambiental liderando todas las políticas y protocolos de actuación medioambientales.

¿Qué Rusia, veinte años después?

Rusia se enorgullece de su posición entre las potencias emergentes, de la poderosa palanca que le ofrecen sus amplios recursos energéticos y su potencial nuclear para influir en el mundo y ser siempre tenida en cuenta. Sin embargo, crece la percepción dentro del país que la estagnación se ha convertido en la característica dominante de la etapa actual. Averiguar cómo se ha llegado a esta situación es el objeto de este artículo que repasará la evolución seguida por los procesos internos de Rusia en sus dos periodos más definitorios, el liderazgo de Yeltsin y el de Putin, desarrollado éste bajo otras formas por la efímera presidencia de Medvédev. Durante los ocho años de mandato de Borís Yeltsin, el estado de crisis, latente o abierta, acaba convirtiéndose en la forma de ser del proceso político en Rusia. Con la llegada de Putin, en cambio, la estabilidad y el control del Estado se imponen, al calor de un crecimiento económico, y se convierten en un valor en sí mismo, lejos del discurso democratizador de los primeros años.