Polémica por cómo se distribuye el ingreso

Ismael Bermúdez

Un trabajo de la UBA dice que la economía creció más que la masa salarial. Esto explicaría el actual modelo de distribución del ingreso.

Con el repunte de la economía volvió a reinstalarse en la Argentina la discusión sobre el reparto de los ingresos. La polémica cobró fuerza el mes pasado, cuando el INDEC divulgó los datos de distribución de los ingresos del tercer trimestre de 2005 que marcaron una ampliación de la distancia entre las franjas más pobres y más ricas de la población a 31 veces, un récord en la serie histórica del INDEC.

Esa medición comprende la distribución personal de los ingresos, así llamada porque incluye a toda la población con ingresos, ya sean asalariados, cuentapropistas, profesionales, jubilados o patrones, percibidos en negro o en blanco. Pero también existe otra forma de medir los ingresos -la llamada distribución funcional- en función del lugar que se ocupa en el proceso de producción. "Tradicionalmente, el indicador por excelencia es la participación de la masa salarial total en el ingreso susceptible de ser distribuido", precisa un documento del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) de la UBA.

A pesar de su importancia para la definición de políticas sociales, el CEPED sostiene que "en nuestro país desde mediados de la década del 70 el análisis de la dis tribución funcional de los ingresos ha sido relegado a un segundo plano, hasta prácticamente desaparecer en los 90", para agregar que "esta creciente ausencia de la temática tiene su máxima expresión en la falta de información sistemática oficial, cuya última versión oficial data de 1975".

Lo que viene

No obstante, el tema vuelve a cobrar relevancia por las negociaciones salariales en curso porque, si bien comprenden a una parte de los trabajadores -los que están en blanco y convencionados- empresarios y sindicalistas fundamentan sus reclamos o lo que pueden conceder en base a cifras y estadísticas oficiales.

De esos datos surge que por los aumentos de suma fija y los acuerdos salariales de convenio, los trabajadores registrados fueron los que mejor pudieron defenderse de la inflación, pero aún así continúan con un poder de compra inferior en casi 10% al que tenían en 2001.

Las cifras cambian si a los sueldos se agrega el aumento de los puestos de trabajo en blanco, con lo que se obtiene la masa salarial total. En ese lapso, la masa salarial bruta (antes de los descuentos) que pagaron las empresas creció 81,7%, mientras el PBI en pesos corrientes, el 96,9%.

Así, la participación de los trabajadores registrados en el PBI -medida por la masa salarial bruta, sin la carga patronal- disminuyó del 21,7 al 20%.

Sumando los empleados no registrados y los cuentapropistas, la caída sería mayor porque tuvieron mejoras salariales muy por debajo de la inflación.

Estas cifras ayudan a explicar por qué la distribución del ingreso continúa siendo regresiva a pesar del fuerte crecimiento de la economía. Una parte se debe a la propia inflación que es un mecanismo de transferencia de ingresos que perjudica, en mayor medida, a los asalariados y a otros sectores de ingresos fijos. Y la otra, a la distribución del propio crecimiento ya que la fuerza laboral no participó del incremento de la productividad.

Fuente: Clarín

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