Sola en la plaza

Ahora que el dueño del poderoso Ingenio Ledesma, Carlos Blaquier, tiene pedido de captura internacional y empieza a revelarse con fuerza la complicidad empresaria con el terrorismo de Estado, la figura de Olga Márquez de Arédez se agiganta. Ella dio vueltas en soledad durante años en la plaza de Libertador General San Martín, enfrentando el miedo, la indiferencia y el hostigamiento de una empresa que decidió sobre la vida y la muerte de los pobladores de ese pueblo en el extremo noroeste del país. Hoy son poco más de 50 mil los habitantes de esa localidad. En los ’70, sólo el ingenio empleaba 12 mil trabajadores. En la actualidad, todo el complejo tiene poco más de 7300.

Olga se ponía su pañuelo blanco, llevaba una pancarta con la foto de su esposo Luis Arédez, desaparecido desde 1977, y daba vueltas. Durante años, nadie se acercaba ni siquiera a hablarle. En ese pueblo, la dictadura continuó aun cuando ya había terminado el gobierno dictatorial en Buenos Aires. Allí, la opresión del ingenio sigue vigente como terror económico. El terrorismo de Estado disciplinó, la desocupación mantuvo la amenaza latente.