Paul Kennedy: "EE.UU. tiene las manos atadas"

Francisco Seminario

La reciente derrota republicana, observa el historiador británico, profesor en la Universidad de Yale, podría poner fin al dominio neoconservador de la Casa Blanca, un sector cuyo fracaso, opina, dejó a EE.UU. con pocas opciones estratégicas y un problema sin solución en Irak.

Autor: Francisco Seminario
Fuente: La Nación

Puede parecer una paradoja que a un historiador de la talla del inglés Paul Kennedy casi siempre se le pregunte más por el futuro que por el pasado. Pero ocurre que la lucidez de su análisis de la realidad política internacional lo ha colocado en una zona fronteriza con la futurología: su opinión comprometida y sus recomendaciones concretas trascienden mucho más allá de los claustros de la Universidad de Yale, donde enseña, y encienden acalorados debates en los círculos de decisión política de Washington, en ámbitos académicos y entre intelectuales del mundo entero. No por nada su obra más conocida, Auge y caída de las grandes potencias , de 1988, fue traducida a 23 idiomas y se convirtió en referencia obligada para comprender el gran juego estratégico de los imperios del pasado y del presente.

LA NACION lo entrevistó durante una muy breve visita que hizo esta semana a Buenos Aires. Qué consecuencias podría tener la reciente derrota de George W. Bush, quién dominará la Casa Blanca tras el ocaso de los neoconservadores, qué escenarios plantea el pantano militar y político que es hoy Irak, cuáles son las alternativas de un "Estados Unidos atado de manos" frente al desafío iraní: el diálogo abarcó los principales temas de la agenda norteamericana e internacional y las tres áreas en que, a su juicio, deberían concentrar sus esfuerzos el gobierno argentino y América latina en general si quieren aprovechar sus actuales ventajas estratégicas: educación, infraestructura y turismo.

- ¿La derrota de Bush en las elecciones legislativas marca el fin de la era de los neoconservadores en Estados Unidos?

-Estados Unidos es un país tan grande que es dificil generalizar. Pero, con la nueva mayoría demócrata en el Congreso, a los neoconservadores les será muy difícil avanzar con su agenda interna, que incluye temas como la moralidad privada versus reglas públicas, el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo. La gente no sólo se alejó de Bush por su mal manejo de la situación en Irak, sino que votó por legisladores más proclives a defender las libertades individuales, y esto representa un doble golpe para el gobierno, en el frente doméstico y en el externo. Y si yo fuera un neoconservador, estaría muy preocupado por lo que ahora se advierte como la posible búsqueda por parte de la Casa Blanca de una reducción de la presencia de EE.UU. en Medio Oriente.

- ¿Qué tipo de giro se espera?

-La expectativa general, entre los neoconservadores, es que gente como [el ex secretario de Estado] James Baker y otros que no creen firmemente en el mensaje neoconservador y ven con escepticismo la misión de imponer la democracia -y que además tampoco son particularmente amigos de Israel, un fundamento del neoconservadurismo- propongan una alternativa que debilite su posición. La llegada de Robert Gates al Pentágono, en reemplazo de [Donald] Rumsfeld, abona la sospecha de que la guardia vieja de George Bush padre viene ahora para arreglar las cosas.

- Desde esta perspectiva, ¿el resultado es que los neoconservadores pusieron en riesgo la posición de Estados Unidos como gran potencia?

-Bueno, este otro sector coincide con la creencia de que Estados Unidos es el líder mundial y con la noción de que, si es necesario, se debe utilizar la fuerza. Sin embargo, siempre consideró que se podía avanzar un par de pasos más en la diplomacia antes de utilizar la fuerza. Y, como Henry Kissinger, cree que el mundo unipolar, si alguna vez existió tal cosa, ya no existe. No existe ciertamente en el tablero económico, financiero y comercial. Es muy difícil, por ejemplo, imaginar cómo se podría presionar ahora a la Rusia de [Vladimir] Putin de la manera en que se la podía presionar cuando Moscú rogaba por un rescate del Fondo Monetario Internacional a mediados de los 90. Ahora Rusia pagó todas sus deudas con el FMI.

- También lo hicieron otros países, como la Argentina y Brasil...

-Es una historia interesante. Muchos de los países que diez años atrás mantenían una relación de sometimiento con las instituciones de Breton Woods, Argentina, Venezuela, Rusia, por ejemplo, pagaron sus deudas y terminaron con los condicionamientos externos apenas pudieron, lo que les dio más libertad de acción. Es un tema relevante porque Estados Unidos tiene una gran influencia sobre el FMI, y el Banco Mundial y estas instituciones les estaban diciendo a estos países que avanzaran en la dirección de la doctrina económica norteamericana.

- Ya no pueden ser presionados.

-Exacto, percibían esa presión como una afrenta a su soberanía. Y se preguntaban cómo el Tesoro norteamericano podía hablar de déficit presupuestario cuando Estados Unidos tiene el mayor déficit del planeta. De modo que gente que formó parte del entorno de Bush padre ve que existen estas y otras herramientas de presión externa pero opina que se están utilizando de manera torpe. Ve que hay formas más inteligentes de utilizarlas, para beneficio de Estados Unidos, y que además devolverían al país parte del prestigio perdido por culpa de la actual administración. Ese es el debate actual dentro del Partido Republicano.

- ¿Qué sector se impondrá finalmente en la Casa Blanca?

-Creo que volveremos a una diplomacia más inteligente, al estilo de Kissinger. Para los neoconservadores, el archienemigo es y siempre será Kissinger, y esto es algo que me cuesta explicarles a mis amigos de izquierda en Inglaterra, que lo ven como el arquitecto de la invasión a Camboya. Les cuesta entender que los neoconservadores desconfían de Kissinger por sobre todas las personas. Bush también desconfía de él, pero ambos se reúnen una vez por semana. Y los neoconservadores temen que el presidente, debilitado ahora, lo llame para modificar la política exterior.

- ¿Qué cree que le aconseja Kissinger a Bush en este momento?

-Kissinger siempre ha creído que no se debe poner demasiada presión sobre otras culturas para que adopten la democracia al estilo norteamericano. Cree, en el fondo, que si un pueblo va a avanzar hacia la democracia, lo va a hacer a su propio ritmo. Que forzar ese paso es contraproducente. Esto, por supuesto, lleva a la acusación de que está dispuesto a tolerar regímenes autoritarios, lo cual es cierto.

- Usted también ha señalado los riesgos de recurrir demasiado fácilmente a la fuerza y fue criticado por ello.

-Escribí varios artículos en contra de la decisión de invadir Irak. Dije que no sabíamos en qué nos metíamos, que no entendíamos la cultura local y desconfié de la gente que promovía la invasión sin realmente entender cuál era la situación en Irak. Sin entrar en el debate sobre si era justificada la invasión, también advertí contra el hecho de sobreexigir a nuestras fuerzas armadas, porque si uno se embarca en una misión de ese tipo debe saber que tiene la capacidad de realizarla. Ahora está claro que las fuerzas norteamericanas no tienen posibilidades de éxito en Irak, sin importar cómo se defina la palabra éxito: no hay fuerzas suficientes y el electorado no toleraría ahora el envío de más efectivos.

- De modo que no hay salida de Irak... ¿Cuáles son los escenarios?

-Una alternativa es una reducción gradual de las tropas sin que nadie lo note, lo cual no tiene sentido, y otra es implementar un sistema similar al de los británicos cuando dominaron la región: imponer el control militar en las principales ciudades sin controlar el resto del país, y si los chiitas y sunnitas quieren degollarse mutuamente, no intentar detenerlos. Así podría reducirse el número de efectivos norteamericanos.

- Pero eso no frenaría la guerra civil.

-Posiblemente la exacerbaría.

- ¿No llevaría esto a una posible división del país?

-Y también a una mayor participación de militantes de Al-Qaeda, de Hezbollah o de chiitas iraníes. Sería algo así como el Lejano Oeste norteamericano, con los cowboys e indios y el Séptimo de Caballería recluido en sus cuarteles.

- Y el caos por todas partes...

-Si, un caos fotografiado por la BBC, Al-Jazeera y la CNN. Creo que lo que va a prevalecer es el criterio de enviar unos 15.000 efectivos más, pero de personal preparado para entrenar a las fuerzas iraquíes. Así, la responsabilidad de imponer el orden recaerá cada vez más en las fuerzas iraquíes. Y si esto no funciona, Bush podría recibir el consejo de retirarse de Irak en vista de que los iraquíes no pueden ayudarse a sí mismos pese a todos los esfuerzos de Estados Unidos.

- En ese caso, muchos líderes mundiales le dirán a Bush: "yo te dije que no te metas en Irak".

-Posiblemente Chirac descorche una botella de champagne, Blair diga "¡Oh, Dios mío!" y Schröder brinde en su retiro. En este momento, Estados Unidos tiene las manos atadas. Ahora, ¿qué se preguntaría Bismark ante esta situación si volviera de entre los muertos? Seguramente estaría mirando a las otras potencias y no tanto la situación en el terreno, y se preguntaría: "¿A Rusia le agradaría que estemos empantanados en Irak con 145.000 soldados por varios años? Sí, seguro. ¿Y a los chinos también les gustaría? Sí, claro. ¿Irán gana libertad de acción si permanecemos allí empantanados? Sí. Y luego concluiría: "Si todos estos países se alegran de que estemos atrapados en el barro de Irak, es hora de cambiar el curso". Cuando uno les plantea esto a los conservadores norteamericanos, para quienes Bismark y Churchill son modelos de realismo político, se ven muy confundidos.

- Yendo al tema de Irán, ¿cómo se lidia con el desafío nuclear que plantea si Estados Unidos tiene, como usted dice, las manos atadas?

-No lo sé... posiblemente haya una mayor presión para entablar un diálogo, como recomiendan los europeos. Pero si los iraníes ven que EE.UU. está dispuesto a hacer concesiones porque no tiene muchas cartas con qué jugar, no tendrán apuro en negociar. La presión estará cada vez más del lado norteamericano.

- Con dos años de gobierno republicano por delante, ¿quién va a pagar el costo de todos estos fracasos?

-Supongo que el próximo presidente y, si no se mantiene un alto nivel de crecimiento, el norteamericano medio que paga sus impuestos. El déficit se vuelve cada vez peor y, si se frena la economía, la presión sobre el dólar será mucho mayor, lo que vuelve al país más vulnerable, sobre todo frente a China. La imagen más irónica de los últimos años es la de Bush sobre el puente del portaaviones Abraham Lincoln declarando "misión cumplida".

- Respecto de la Argentina y América latina, ¿qué opciones estratégicas ve en el futuro?

-Bueno, América latina ha tenido la suerte de haber sido olvidada por el gobierno de Bush, pese a la atención que concita Chávez o la situación interna de Colombia. Creo que es mejor no estar en el centro de atención de esta Casa Blanca. Ahora, en este escenario de globalización y cambios a nivel mundial, los líderes de América latina deben preguntarse qué políticas exitosas pueden copiar de otras naciones de ingresos medios para garantizar a la gente en países como la Argentina, Brasil o Uruguay un crecimiento económico sostenido con mejoras en el tejido social. América latina tiene la suerte de no estar en Medio Oriente ni en el sudeste asiático, donde las rivalidades se están volviendo cada vez más tensas. Y esta ventaja de seguridad geográfica permite concentrarse en dos o tres cosas: en educación primaria y secundaria, como hizo Irlanda 25 años atrás, en infraestructura básica y en atraer al turismo mundial y las inversiones internacionales. El gasto en educación primaria y secundaria, por ejemplo, genera luego la demanda de una mejor educación terciaria, y creo que allí es donde hay que concentrar los esfuerzos, en el capital humano.

Compartir en