Los “desaparecidos” del imperio

Un artículo reciente firmado por John Tirman, director del Centro de Estudios Internacionales del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publicado en el Washington Post, plantea con crudeza una reflexión sobre un aspecto poco estudiado de las políticas de agresión del imperialismo: la indiferencia de la Casa Blanca y de la opinión pública en relación a las víctimas de las guerras que Estados Unidos libra en el exterior.

Como académico “bienpensante” se abstiene de utilizar la categoría “imperialismo” como clave interpretativa de la política exterior de su país; su análisis, en cambio, revela a los gritos la necesidad de apelar a ese concepto y a la teoría que le otorga sentido. Tirman expresa en su nota la preocupación que le suscita, en cuanto ciudadano que cree en la democracia y los derechos humanos, la incoherencia en que incurrió Barack Obama –no olvidemos, un Premio Nóbel de la Paz- cuando en su discurso pronunciado en Fort Bragg (14 de Diciembre de 2011) para rendir homenaje a los integrantes de las fuerzas armadas que perdieron la vida en la guerra de Irak (unos 4.500, aproximadamente) no dijo ni una sola palabra de las víctimas civiles y militares iraquíes que murieron a causa de la agresión norteamericana.

El factor Osama

El asesinato de Osama Bin Laden está siendo celebrado por los medios de comunicación y funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, que lo pintan como uno de los eventos más importantes desde el 11 de septiembre de 2001. Desde la perspectiva de que lo ocurrido debilita a Al-Qaeda, esto sería ciertamente una ganancia. Pero vale la pena echarle una mirada sobria a la realidad detrás de las exageraciones.
Bin Laden, quien –como Sadam Husein y otros infames asesinos en masa– fue apoyado por el Gobierno de Estados Unidos durante varios años antes de volverse en su contra, cambió el mundo con el más destructivo acto de terrorismo jamás cometido en tierra estadounidense. Pero la razón por la cual pudo hacerlo tiene tanto que ver con la política exterior de Washington en ese momento en particular, como con sus propias metas y estrategia.