Sequía, ola de calor y revolución

No es necesario que este artículo entre en datos y cifras sobre la extrema gravedad de la sequía que afecta al continente europeo. Incluso los que no siguen la actualidad muy de cerca han visto las espantosas imágenes del río Po seco, el Loira reducido a un hilillo, el Támesis seco en su nacimiento y a más de ocho kilómetros, el Rin tan bajo que la navegación se ha hecho imposible... Esta situación sin precedentes es el resultado de una grave escasez de precipitaciones, acumuladas desde el final del invierno, tras varios años consecutivos de sequía. El agua se ha vuelto escasa y, en algunas zonas, muy escasa.

In extremum vivendi

La geografía de algunas ciudades de Estados Unidos y Canadá ha cambiado en los últimos días: las calles pasaron a ser pistas de patinaje, los edificios se uniformaron en blanco nieve y los faros y costaneras se convirtieron en increíbles esculturas de hielo. Mientras tanto y casi al mismo tiempo, la ciudad de Buenos Aires tomó un color rojo fuego y sus habitantes, boqueando en busca de un poquito de aire no quemante, apelaron a cualquier fuente de agua para aplacar el calor. Los termómetros, allá y aquí, alcanzaron sus picos máximos, hacia arriba y hacia abajo. En el norte de América marcaron 50º bajo cero, en el sur la misma cifra pero sobre cero.