Preparando la agresión militar a Venezuela

Barack Obama, una figura decorativa en la Casa Blanca que no pudo impedir que un energúmeno como Benjamin Netanyahu se dirigiera a ambas cámaras del Congreso para sabotear las conversaciones con Irán en relación al programa nuclear de este país, ha recibido una orden terminante del complejo “militar-industrial-financiero”: debe crear las condiciones que justifiquen una agresión militar a la República Bolivariana de Venezuela.

“Yo siento que Panamá se independizó”

El 20 de diciembre de 2014 se cumplieron veinticinco años de la invasión militar de Estados Unidos a Panamá. Ese día, pero de 1989, George Bush (padre) pretendía quitarle el poder al general panameño Manuel Noriega, el dictador que había tenido vínculos con la CIA, y que terminó entregándose. Noriega fue condenado por Estados Unidos por tráfico de drogas y pasó 24 años en prisión. De la historia también se desprende que el canal de Panamá, un lugar estratégico para los Estados Unidos, estaba “en peligro”.

Con quién está negociando exactamente Varoufakis, y cuál es la estrategia del gobierno de Syriza

Los cuatro meses de extensión del préstamo que se aseguró el viernes de la semana pasada por el ministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, venían con la condición de que Grecia proporcionara una lista de medidas que convencieran a los prestamistas internacionales, particularmente a los bancos alemanes representados por los ministros de finazas en Bruselas, quienes temían que Atenas pudiera eludir los compromisos de recorte del gasto y introducción de medidas de austeridad. El pasado lunes, Atenas envió la lista. Hoy tenemos para discutir todo esto a Michael Hudson. Es un distinguido investigador y profesor de teoría económica en la Universidad de Missouri-Kansas. Su próximo libro se titila: Matar al huésped: cómo los parásitos financieros y la servidumbre por deuda destruyeron la economía global.

El lenguaje de la expulsión

Cuando discutimos sobre el aumento de la desigualdad, de la pobreza, de los encarcelamientos, de las ejecuciones inmobiliarias y otras injusticias, si simplemente participamos en discusiones concretas sobre el aumento de la disparidad, no captaremos una realidad más amplia que deberíamos enfrentar. Necesitamos un nuevo lenguaje. Utilizo el término «expulsiones» para señalar la radicalidad de ese cambio necesario. [1]

Ayotzinapa: una Comisión de la Verdad

El 27 de enero, a los cuatro meses de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y el asesinato de otros cuatro, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, repitió los argumentos, versiones y testimonios ya presentados el 7 de noviembre de 2014. Con un agregado: ahora los declaró “verdad histórica”. Con esta presentación pretende cerrar el caso, suspender toda investigación y cortar la interlocución con los familiares de las víctimas.

¿El que mata último ríe mejor?

Pareciera que los humanos somos o creemos ser, dentro de las especies vivas en el planeta, los únicos conscientes de nuestra finitud, de que vamos a morir. Ese saber nos perturba y determina. Porque también somos los únicos –y parece que no es algo desligado de lo anterior– que hacemos dos cosas que el resto no: asesinar y reír. Con eso (dos caras de la desesperación) nos ha bastado para ser eficaces, más eficaces que otros –darwinianamente– digo. Por eso nuestra aparente supremacía ha sido un glorioso, patético desastre. Resultado de lo peor y de lo mejor que inventamos.

Otra mirada sobre Charlie Hebdo

Francia acaba de perder una elite de humoristas en un terrible atentado, y un estremecimiento de cólera y horror conmociona justificadamente a la sociedad. París se lanzó a la calle y Charlie Hebdo , el periódico dirigido por esos humoristas, recibe miles de miles de euros de resarcimiento espontáneo. Nadie podría dejar de condenar el atentado, y todos, desde Bergoglio hasta Obama, pasando por Merkel, han cumplido con su cometido. En el aire enrarecido de un conflicto que va adquiriendo proporciones desmesuradas, debería haber, sin embargo, algo más que el espacio destinado a sentenciar el fanatismo causante de la catástrofe.

Charlie Hebdo: la infamia

Infamia. Es la única palabra que puede resumir lo que sentimos ante el asesinato de los compañeros de Charlie Hebdo. Un crimen tanto más odioso, cuanto que estos camaradas artistas eran gentes de izquierda, antirracistas, antifascistas, anticolonialistas, simpatizantes del comunismo o del anarquismo. Hace poco, habían participado en un álbum de homenaje a la memoria de los centenares de argelinos asesinados por la policía francesa en París el 17 de octubre de 1961. Su única arma era la pluma, el humor, la irreverencia, la insolencia. También contra las religiones, según la inveterada tradición anticlerical de la izquierda francesa. Pero en el último número de la revista, la portada ofrecía una caricatura contra la islamofobia de Houllebeck, y dentro, una página de caricaturas contra la religión… católica. Vale la pena recordar que Chab, el redactor jefe, era un dibujante de sensibilidad revolucionaria que llegó a ilustrar el libro de Daniel Bensaïd Marx, mode d’emploi. Y que estaba presente en el acto de homenaje a Bensaïd, en donde esbozó unos dibujos tiernos e irónicos que se iban proyectando en pantalla.

Transformar el horror

Hay un periodismo que ante la violencia produce un marco específico e interesado para impedir pensarla, en el que él es el que decide qué puede ser entendido o preguntado. De manera forzosa etiqueta que en determinados acontecimientos una explicación/
pregunta equivale a una absolución. Es ese periodismo el que intenta decidir hasta dónde podemos expresarnos y hasta dónde no, extorsionando con poder disciplinador. Parece decirnos: si piensan se corren riesgos y ojo... si se equivocan los vamos a castigar de tal forma que jamás se atreverán a pensar otra vez.