Los temas vigentes del agro nacional

Mabel Manzanal * (Especial para sitio IADE-RE) | La Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio Giberti” dio a conocer su libro Los problemas actuales del agro argentino. Comentario durante la presentación del material.

Publicado por la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, con la participacion del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE), la revista Realidad Económica y el Centro Cultural de la Cooperación, el material reune una serie de trabajos que abordan diferentes problemáticas vigentes del sector agrario en la Argentina.

A continuación, reproducimos el comentario de la investigadora Mabel Manzanal que realizó en ocasion de la presentación de la publicación llevada adelante en la mencionada facultad.

Un libro para conocer la situación del agro

Es una enorme satisfacción participar como comentarista del libro Problemas actuales del agro argentino, coordinado por Pedro Tsakoumagkos.  Especialmente porque muchos de los que hoy trabajamos estos problemas somos deudores (más o menos conscientemente) del legado de Horacio Giberti, quien con su rigurosidad, generosidad y responsabilidad social enmarcó desde la gestión, desde la docencia y desde la investigación buena parte de las problemáticas centrales que en el presente seguimos discutiendo.

Precisamente, que sigamos discutiendo temáticas abordadas por Horacio Giberti resulta  sorprendente pero también pudiera entenderse como “desactualizado”. Es sorprendente, porque nos da cuenta de la lucidez de H. Giberti. Y parecería desactualizado porque significaría que no hemos podido avanzar en más de 70 años (que refiere al tiempo transcurrido desde que H. Giberti egresó como Ingeniero Agrónomo de la Facultad de Agronomía de la UBA (1942) y  comenzó su actividad profesional y académica plasmada tempranamente, en su fundamental obra Historia económica de la ganadería argentina publicada en 1954.

El hecho de que continúen vigentes y sin solución las problemáticas que un pionero como Giberti vislumbró y buscó revertir tiene, sin embargo, una causal muy simple que pocas veces o no siempre estamos en condiciones de asumir. Refiere al modelo económico en el cual estamos inmersos y que se torna cada vez más regresivo y desigual, el capitalismo.  En los 70 años transcurridos y a pesar del progreso aparente que parecería evidenciarse desde el consumo y desde los desarrollos de última generación (tecnológicos, comunicacionales, sanitarios y de las ciencias en general) el capitalismo se fue transformando bajo modalidades cada vez más regresivas, más excluyentes para las grandes mayorías. Lo cual constituye el componente esencial del propio capitalismo.

Precisamente en este libro aparecen diferentes enfoques, visiones, perspectivas, temáticas que, más allá de sus diferencias y particularidades, tienen un hilo conductor e imperceptible de vinculación.  Uno a uno, cada capítulo da cuenta,  explícita o tácitamente, que los problemas que se enuncian  son producto y resultado (con sus debidas mediaciones) del sistema capitalista, en el que estamos inmersos.  

Es lo que sin eufemismos, Gabriela Martínez Dougnac (p. 123) nos dice cuando señala con precisión: “no es la soja, es el capitalismo”.  Mientras Daniel Slutzky (pp. 287-312) define y analiza bajo la específica denominación de “nuevo capitalismo agrario” al modelo económico que observa en las regiones extrapampeanas. Por su parte, Eduardo Azcuy Ameghino (p. 90) complejiza este tema al afirmar que: “la cuestión agraria podría quedar asimilada y subsumida en la cuestión -pura y dura- del capitalismo” que “aunque correcto en la esencia” puede resultar “en algunos sentidos reduccionista, y poco consistente con aspectos fuertes de la realidad social agraria”.

Las afirmaciones y advertencias del párrafo anterior expresan con notoria precisión lo que luego observamos en el carácter polémico, crítico, y a veces hasta aparentemente contradictorio, de este libro. Esta diversidad es clave para comprender acabadamente la actual cuestión agraria argentina (e incluso latinoamericana, por extensión y amplia similitud).

La lectura de sus diferentes apartados expone una significativa variedad de situaciones, caracterizaciones, hechos y explicaciones referidas al fenómeno agrario actual de la Argentina. La conceptualización teórica metodológica presente en la mayoría de los trabajos tiene raíces en temas y cuestiones que remiten (en sus tonos, enfoques, métodos, variables) al análisis crítico con eje en el materialismo dialéctico e histórico, aunque no estén explicitados, ni directamente asumidos.

Al respecto podemos delinear la presencia de dos modalidades de tratamiento metodológicoconceptual en los trabajos de este libro.  Una ligada con el análisis histórico, que explica el presente desde su pasado, su origen, su devenir; donde las cuestiones estructurales y los intereses de clase juegan un rol determinante. Y una segunda, vinculada (directa o indirectamente) con la perspectiva marxista en sus vertientes más o menos ortodoxas o heterodoxas.  Ambos enfoques aparecen en la mayoría de los trabajos de este libro, marcos interpretativos, conceptos, variables, que resultan centrales en el análisis crítico del capitalismo. Y su presencia la observamos (en las categorías utilizadas, en el recorrido analítico trazado, en las conclusiones alcanzadas) incluso independientemente de que ello haya sido expresado o reconocido explícitamente por los propios autores.   

Respecto de la primera modalidad, vemos que, prácticamente,  en casi todos los trabajos se recurre al reconocimiento del proceso histórico que desemboca y permite comprender el presente.  Pero en algunos de ellos, la revisión de dicho proceso es el eje explicativo del caso en cuestión.  Así sucede con el análisis de Francisco Monterubianesi (pp. 195.212) quien nos cuenta acerca del origen, causas y devenir de las entidades agropecuarias tradicionales (comenzando por la Sociedad Rural Argentina creada en 1866) para analizar su rol particular en relación con el conocido como “conflicto del campo” de 2008 (asociado a la resolución 125 que anunció una suba de las retenciones a las exportaciones de commodities).

También José Pierri (pp. 235-286) a partir del análisis histórico fundamentado en información estadística (desde la década de 1980) subraya la importancia de la influencia del rol del Estado sobre el proceso de agriculturización y el “boom sojero”  y desvirtúa la tesis acerca de que la llamada “segunda revolución de las pampas” fue causada por el  espíritu empresario y emprendedor de  las firmas proveedoras de agroquímicos y de los productores más innovadores (motivado por las desregulaciones y las privatizaciones).

Del mismo modo, Carlos León, en su segundo trabajo en este libro, referido a las políticas de Estado hacia el sector agropecuario (pp. 407-434) realiza un exhaustivo análisis histórico que se inicia enfatizando el rol del estado en la distribución de la tierra pública. Un hito reconocido por el autor es 1810, cuando señala que casi la totalidad de la tierra era fiscal.  Luego pasará revista a otros hitos que irán construyendo una acelerada confrontación entre clases sociales visualizadas desde el ámbito agrario.  Esta secuencia histórica permitirá al autor identificar políticas, propuestas y acciones para el sector agrario resultantes de sucesivas disputas entre clases y sectores sociales. Resulta de sumo interés observar avances, retrocesos y repeticiones de políticas públicas y su asociación con intereses particulares. Y descubrir como políticas e intereses sectoriales aparecen y desaparecen, surgen y resurgen en cada etapa histórica. Aquí claramente el pasado nos devela y explica el presente.

Del mismo modo, pero refiriéndose a las políticas específicas reconocidas como de “desarrollo rural” y dirigidas a la pequeña producción agropecuaria (y más recientemente asociadas con la agricultura familiar) Susana Soverna (pp. 435-461) recurre al análisis histórico, comenzando su análisis desde lo que considera el origen  de estas políticas, ocurrido a mediados de la década de 1980.  Sin embargo para contextuarlas se ocupa de las políticas previas, tanto refiere a las que marcaron la intervención del Estado de los años de 1960 y 1970 como a las posteriores de 1975 centradas en la desregulación y privatización de la economía, que afectaron a los productores agropecuarios de menor tamaño y explican el contexto en el cual comenzaron a implementarse las políticas de desarrollo rural.  Estas a su vez se fortalecieron a partir de 2008 por medio de un sostenido proceso de institucionalización que se prolonga hasta 2015. Nótese que en conjunto transcurren más de 30 años. Sin duda, se trata de un período que claramente puede identificarse con el largo plazo.  Sin embargo, los logros de la política para este sector social no parecen reflejar los objetivos originales mínimamente dirigidas el fortalecimiento de la pequeña y mediana producción agropecuaria. Precisamente, la autora concluye que los cambios institucionales no tienen correspondencia con: “los cambios que los agricultores familiares demandan en materia de tierras, agua, participación en la producción nacional y freno a las migraciones” (p.460).

Respecto a la segunda modalidad conceptual-metodológica, observamos que el análisis crítico del sistema/modelo capitalista aparece recurrentemente, si bien con distinta fuerza y/o profundidad en sus evidencias, expresiones y visibilidad. Sin duda este abordaje nos permite  un mejor entendimiento de los procesos analizados y de sus particularidades.  Menciones referidas a la concentración productiva, económica, al rol de los complejos agroindustriales, a las disputas de poder, a la acumulación capitalista son recurrentes en este libro y no hacen más que subrayar la crítica “al modelo” que funciona bajo dichos parámetros: el capitalismo. Y esto es evidente aunque no esté expresamente mencionado en los respectivos trabajos.  

Bajo este marco aparecen analizadas cuestiones económicas, políticas y/o institucionales, frecuentemente referenciadas respecto a las posibilidades y limitaciones para el funcionamiento de la agricultura familiar, la pequeña y mediana producción agropecuaria y/o al trabajo agrario., Por ejemplo, observamos, que María Isabel Tort y Guido Prividera (p.73) refieren a la concentración productiva. Guillermo Neiman (p. 153) menciona la restricción que impone el accionar de los complejos agroindustriales fuertemente integrados a los mercados mundiales. Diego Ariel Fernández (pp.127-152) analiza la fuerte asociación entre la concentración económica de la agricultura pampeana  y el nuevo paradigma tecnológico. Gabriela Martínez Dougnac (pp.103-126) se interesa por la concentración de la tierra y sus efectos sobre el desplazamiento de la población campesina y aborigen, como sucede con el acaparamiento de tierras y su sucesión de hechos de violencia, despojo, conflictos y disputas. Carlos León (en su trabajo sobre la cuestión tecnológica -pp. 365-380) se ocupa de la concentración que se da no solo en la fase productiva sino también en la de comercialización y en el mercado de insumos.  Dice expresamente el autor que: “un pequeño número de empresas transnacionales controla el mercado de semillas y agroquímicos y del mismo modo, el 90% de la exportación de soja, aproximadamente, corresponde a menos de 10 empresas” (pp. 379-380).

Por su parte, desde la perspectiva del poder y su vinculación con la política pública, Federico Villarreal (pp. 463-482) investiga una disputa por el riego entre pequeños y grandes productores de los valles calchaquíes salteños y refiere a los determinantes estructurales que afectan las condiciones productivas y la vida de los sectores más vulnerables; señala que, sin embargo, las políticas públicas desconocen o ignoran estos determinantes. El autor propone otro abordaje (analizar el territorio, la política pública y el desarrollo desde el poder) como forma de avanzar en el conocimiento crítico de estos procesos y disponer de nuevos modos de comunicación e información dirigidos a la construcción de una sociedad más justa.

La cuestión de la acumulación capitalista está presente en el análisis de Ariel García (pp. 313-352) quien afirma que las modalidades de acumulación y distribución son básicas para interpretar el funcionamiento de las economías regionales de la Argentina. Y, refiriéndose a los actores e intereses en juego, afirma que (p. 316) “la generación, apropiación y acumulación de bienes y servicios obedece a acciones y decisiones de sujetos sociales (agricultores, agroindustrias, burocracias estatales, etc.) con diversas capacidades de incidir en las mismas”.

Aspectos específicos de la problemática de la organización social de los pequeños productores y de la agricultura familiar están presentes en el trabajo de María Sol Carrillo (p. 213-234). La autora se ocupa en particular del rol de las organizaciones de pequeños productores y de la agricultura familiar en la creación del Foro Nacional de la Agricultura Familiar -FONAF- y de la Federación Nacional de Organizaciones de la Agricultura Familiar.  Analiza este proceso en el marco de los 12 años de gobierno kirchnerista (2003-2015).  Considera que en esa etapa la Federación Nacional de Organizaciones de la Agricultura Familiar logró avances significativos que asocia con las 900 organizaciones miembro que la componen en sólo 10 años desde la constitución del primer FONAF. Este es un trabajo basado centralmente sobre la descripción de un proceso de organización de organizaciones. Sin embargo, desde una  lectura que va más allá de lo que el propio trabajo señala explícitamente, observamos que la impronta y el interés de este análisis se vincula con reconocer el fortalecimiento de las organizaciones que con su accionar limitan el avance de los diferentes procesos socioeconómicos (inherentes al capitalismo) que afectan a los sectores rurales de menores recursos.  Reconoce positivamente  a las organizaciones vinculadas con disputas por su derecho a la tierra y subraya la importancia que para las organizaciones y sus integrantes tiene la posibilidad de expresar sus demandas y sus disputas hacia y con el Estado a través de las más recientes Mesas Nacionales de Diálogo.  Se trata de expresiones, a veces tácitas, que pueden encontrarse a partir de una lectura no lineal del texto, que se trasuntan del discurso elaborado y que importan a la hora de construir y/o transmitir una postura política y/o ideológica, básica en la construcción de poder.

Por su parte, el trabajo de Cecilia Gárgano (pp. 353-364) recurre a ambas perspectivas. Nos habla explícitamente cómo desde el análisis del devenir histórico podemos comprender en profundidad las particularidades de uno de los procesos más agudos e inequitativos de concentración del capital: el que refiere específicamente a la producción de semillas y creaciones fitogenéticas con base sobre el conocimiento científico y tecnológico. La autora comienza con una sustantiva revisión histórica que se remonta a la segunda mitad del siglo XX y que se centra en la actividad en ciencia y técnica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Con eje en el INTA (creado en 1956 y que define como el primer organismo de América Latina dedicado oficialmente a la investigación y extensión rural) Cecilia Gárgano se pregunta: “¿para quién y para qué se hace ciencia y tecnología (CyT) desde el Estado?” (p.353).  A partir de esto nos mostrará que la oposición público-privado en el campo de las ciencias es muy compleja y dista de ser binaria. Y especialmente subrayará que la producción de semillas, a pesar de constituir un patrimonio histórico de la humanidad desde hace miles de años, se transformó durante el proceso descripto “en mercancía” (p.362). Categoría que nos remite directamente al análisis marxista.

El marco de análisis que este libro nos plantea da cuenta de ciertas particularidades destacables.  Entre ellas que la realidad agraria no es dicotómica, por el contrario se caracteriza por una gran heterogeneidad interna. Agustín Mario (p. 181) lo subraya cuando dice que “aun cuando resulta común referirse al sector agropecuario como un todo, es preciso notar que al hacerlo se invisibilizan condiciones sumamente disímiles. Distintos ejes marcan las diferencias al interior del sector. Entre ellos, sin duda se destacan la región, la actividad productiva que se desarrolla y el tamaño de la explotación”.  Lo mismo se repite al interior de la agricultura familiar, de la pequeña y mediana producción y, asimismo, de la gran producción. Pedro Tsakoumagkos y Susana Audero (pp. 381-406) nos lo muestran a partir de las diversas formas que asume la cuestión tecnológica en la pequeña producción agropecuaria: “hay campesinos pobres, diversificados y dedicados al autoconsumo; pero también, hay productores diversificados y especializados orientados al mercado con perfiles semejantes a la producción agropecuaria en general en la mayoría de las regiones” (p. 402).

La cuestión agraria tampoco es estática.  Nuevos escenarios en permanente transformación afectan a todos los actores, tanto a la agricultura familiar (AF), a los trabajadores rurales, a los pequeños, medianos y grandes productores como a las más concentradas corporaciones internacionales.  Sin embargo corresponde subrayar que dentro de la AF (María Isabel Tort y Guido Prividera: pp. 60-61); de los trabajadores agrarios (Guillermo Neiman: pp. 154-155; Agustín Mario: p. 190), de la pequeña y mediana producción agropecuaria (Diego Ariel Fernandez: pp.144.145), los cambios productivo-tecnológicos y comerciales más recientes,  asociados con la agriculturización, la flexibilización laboral, la regresión impositiva, conducen a profundizar su vulnerabilidad y/o subordinación más que avanzar en su fortaleza y autonomía.

En los hechos, la cuestión agraria es diversa y cambiante en el marco de un capitalismo dinámico, célula madre, origen desde larga data, de sus problemas socioeconómicos e institucionales. Esta dinámica la describe con afilada precisión Guillermo Neiman:  … comenzando en los años 80, el conocido proceso de «agriculturización» liderado por la expansión de la soja profundiza la disminución del empleo directo a partir de una caída de los trabajadores permanentes y genera un incremento relativo de empleados transitorios «tercerizados» a través de contratistas; también se intensifica la relocalización de la mano de obra agrícola en zonas urbanas y el aumento de puestos de trabajo ligados a la provisión de servicios para la producción primaria …  la disminución de los tiempos operativos de trabajo se encuentra asociada al uso de maquinarias de gran escala y mayor capacidad de labor que a su vez provoca también la incorporación de trabajadores especializados (p.155). Y Eduardo Azcuy Ameghino (p.100) la califica acertadamente cuando precisa al referirse al problema agrario como “inescindible del carácter económicamente dependiente del país”. A pesar de lo cual subraya que se requiere atender a sus particularidades para poder transitar un camino hacia su real transformación:  

   ...comenzando en los años 80, el conocido proceso de «agriculturización» liderado por la expansión de la soja profundiza la disminución del empleo directo a partir de una caída de los trabajadores permanentes y genera un incremento relativo de empleados transitorios «tercerizados» a través de contratistas; también se intensifica la relocalización de la mano de obra agrícola en zonas urbanas y el aumento de puestos de trabajo ligados a la provisión de servicios para la producción primaria …  la disminución de los tiempos operativos de trabajo se encuentra asociada al uso de maquinarias de gran escala y mayor capacidad de labor que a su vez provoca también la incorporación de trabajadores especializados (p.155).

Y Eduardo Azcuy Ameghino (p.100) la califica acertadamente cuando precisa al referirse al problema agrario como “inescindible del carácter económicamente dependiente del país”. A pesar de lo cual subraya que se requiere atender a sus particularidades para poder transitar un camino hacia su real transformación:  

…los hombres y mujeres interesados tanto en avanzar en la conquista de la liberación nacional como en la resolución de la cuestión agraria -y en muchas otras contiendas concurrentes en pos de una democracia popular efectiva- constituyen un universo mucho más amplio y heterogéneo que el conformado por quienes hoy priorizan un programa de acción puramente anticapitalista. Un hecho sin duda decisivo, que contribuye a dotar de realismo y factibilidad a la lucha por desarrollar vías de aproximación a los objetivos planteados.  Un camino que debería ser transitado con la certeza de que cada paso solo será seguro —y habrá valido la pena— en tanto que, ahora sí, no queden dudas de que la caja de Pandora no es otra sino el capitalismo, y que avanzar en destruir los males que de ella emergen implica ir regulando, debilitando y restringiendo su existencia, hasta que su muerte nos separe.

En conclusión, todo lo señalado nos indica que el presente libro con sus 2 apartados y 17 capítulos constituye un hito dentro del conjunto de actividades llevadas a cabo por la Cátedra Libre de Estudio Agrarios «Ing. Agr. Horacio Giberti» de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Y por ello cabe reconocer el esfuerzo realizado por todos sus integrantes así como el apoyo brindado por Departamento de Geografía y el Instituto de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras, el Centro Cultural de la Cooperación «Floreal Gorini» y el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico - Revista Realidad Económica (IADE).

Problemas actuales del agro argentino ofrece variadas lecturas y puede ser abordado bajo diferentes modalidades.  En general, es ágil e interesante en sus diversas problemáticas.   El libro es una obra en sí misma, cuya lectura secuencial permite a quien la asuma de este modo, una perspectiva muy acabada y completa de la situación actual del agro argentino.  Por otro lado, cada una de sus temáticas constituye una unidad de interés para lectores especializados.  

Por último, corresponde explicitar que Flora Losada (pp.9-13) en la Presentación nos cuenta la historia de producción de este libro y lo enmarca en el objetivo de la “Cátedra” referido a difundir la obra de Horacio Giberti y discutir los temas más relevantes de la problemática agraria argentina del presente. Y que Pedro Tsakougmakos (p.15-30) aporta un preciso análisis y explicación de la estructura del libro, así como de los principales contenidos de cada capítulo y de la relación entre ellos.  Esta introducción nos ahorra todo comentario descriptivo previo y ofrece una excelente oportunidad para todos aquellos que busquen interiorizarse a partir de una rápida mirada.   

Entender la realidad social, cualquiera sea, exige una perspectiva histórica y crítica, la perspectiva comparada y problematizada del devenir social es la que nos ilumina para un conocimiento más profundo y explicativo.  Los artículos de este libro adoptan, en diferente grado, una revisión crítica del pasado y del presente, por ello nos ofrecen una mejor y más precisa comprensión de la actualidad del agro argentino.

 

* Investigadora, profesora titular de la UBA e integrante de la Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio Giberti”

 

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