Una vida que abrió caminos

Corajuda y divertida, solidaria y comprometida. Católica muy creyente. Querible. Muy querible. Así era Lohana Berkins, la gran activista travesti y feminista, que ayer murió en el Hospital Italiano, donde hacía varios días estaba internada, con un cuadro grave. Pionera. Luchó por los derechos de las personas trans, pero enlazó transversalmente esa lucha con otras: contra las violencias de género, por la legalización del aborto, contra la prostitución como un trabajo. Llevaba en su cuerpo las marcas de la discriminación, del atropello policial, de la explotación sexual, de un Estado que hasta hace pocos años expulsaba a los márgenes a quienes, como ella, elegían una identidad de género que no coincidía con el nombre inscripto en su DNI.