Interpretaciones - La dolarización, el Euro y la Argentina*

Realidad Económica 172 [b]Guglielmo Carchedi [/b] [i]La dolarización oficial, si se extendiera a los países más importantes, sería una nueva vía para que Estados Unidos aumentara su poder imperialista, un nuevo aspecto de la lucha interimperialista. Sería una de las respuestas de los Estados Unidos a los desafíos potenciales o reales a su supremacía económica y monetaria. Pero sumaría al mismo tiempo una nueva arma en el arsenal de Estados Unidos contra los países dependientes y en particular contra las clases trabajadoras de esos países. La dolarización ya está contribuyendo, como dolarización no oficial, a una apropiación de plusvalía internacional en una escala sin precedentes en la historia del capitalismo. Lo hace a través de su interrelación con el señoreaje internacional, el intercambio desigual, la repatriación de ganancias, y el flujo de intereses sobre las inversiones internacionales y la deuda. La dolarización oficial empeoraría la ya espantosa condición de las clases trabajadoras de esos países y reforzaría el dominio global de Estados Unidos. Por supuesto, todo esto es negado por las instancias oficiales y la economía ortodoxa. Pero los indígenas ecuatorianos no han sido engañados por la propaganda, académica o no. Como lo dijeron durante su marcha sobre Quito, la dolarización "dolarizará la pobreza, privatizará la riqueza y sofocará la resistencia"[/i]

Dolarización: el Ecuador y la Argentina

Como todos conocemos, a comienzos de marzo el Ecuador dolarizó*. Esto a pesar de una ola de protestas populares y gracias al activo, pero discreto, apoyo de los Estados Unidos. La vieja lección a ser (re) aprendida es que Estados Unidos hará lo que esté en su poder para sofocar, si es necesario con sangre, cualquier movimiento popular que choque con sus propios intereses, especialmente si ese movimiento genera instituciones alternativas radicalmente democráticas. Pero también hay un elemento novedoso. Algunos sectores de la burguesía ecuatoriana y Estados Unidos se han mostrado partidarios de la dolarización. El cuadro en realidad no está claramente definido. Por un lado, una fracción de la burguesía local está en contra de la dolarización, como por ejemplo aquellos exportadores que sólo pueden competir por medio de la devaluación. Por otro, la dolarización parece gozar del apoyo de la clase media y de todos aquellos sectores de las clases trabajadoras cuyos ahorros son erosionados por la pérdida de valor del sucre en relación con el dólar de Estados Unidos. Pero, en conjunto, parece seguro decir que en el Ecuador la idea de la dolarización ha ganado.

1. porque, a pesar de los intereses encontrados en el interior de la clase dominante ecuatoriana, favorece los intereses económicos de esa clase en conjunto (esto es, la dolarización es vista como la única vía para sacar al Ecuador de la crisis);
2. porque parece proteger los intereses económicos de la clase media y de una parte de la clase trabajadora ecuatoriana al proteger sus ahorros de las devaluaciones desenfrenadas (mientras, como veremos, el caso es lo opuesto);
3. porque, en la coyuntura presente, emerge como una herramienta valiosa en el arsenal de la política económica y externa de Estados Unidos;
4. finalmente, debido a razones contingentes, o sea políticas, en lo que parece haber sido un acto desesperado de la administración Mahuad para retener el poder (Acosta, 2000).
El último punto es particular del Ecuador. Pero los primeros tres tienen una validez más general y también conciernen a la Argentina.

En sí misma la economía ecuatoriana tiene un interés práctico limitado para los Estados Unidos. La represión del movimiento de indígenas ecuatorianos ha sido provocada más por razones políticas e ideológicas (el miedo al "contagio" de otros países) que económicas. De cualquier modo, la dolarización de los países grandes de América latina posee mucho mayor interés para Estados Unidos. Como sabemos, Menem mismo ha sugerido esta opción. Pero han demostrado interés en la dolarización otros países importantes de Sudamérica, e incluso el Canadá, Indonesia y Rusia están explorando la idea. Lo que parecía impensable hasta hace muy poco, está surgiendo ahora como una posibilidad concreta. En este sentido, la dolarización del Ecuador es importante porque su ejemplo podría servir para superar objeciones políticas e ideológicas de otros candidatos. Si la dolarización se extiende a lo largo de América latina y hacia otras partes es aún materia de debate. Si lo hace, tendrá un importante impacto en la mayoría de la población de los países involucrados así como en las relaciones interimperialistas. Por lo tanto es importante clarificar las cuestiones en juego y los riesgos.

No hay necesidad de destacar la diferencia entre la dolarización no oficial, o parcial, y la dolarización oficial, o completa. Ni tengo que discutir la "Currency Board" (Caja de Conversión) de la Argentina. Puedo asumir con seguridad que esto es conocido por todos ustedes. Tampoco discutiré la experiencia de Panamá. Allí, la dolarización fue introducida en 1904 y no ha traido ninguna de las maravillas económicas prometidas por sus defensores. Sólo mencionaré un hecho. El Index de Desarrollo Humano (calculado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas) provee una medida amplia del desarrollo humano. Un número negativo indica deterioro. En 1990 Panamá era la quinta nación de peor desempeño (-12,91%), superada en esta no envidiable carrera sólo por Nepal, el Brasil, Costa de Marfil y Jamaica. Para todos los países en el mundo, sólo cuatro tenían un deterioro del Index de Desarrollo Humano peor que Panamá. Y aún así los documentos oficiales no tienen vergüenza en quejarse de las leyes de Panamá que hacen que los salarios sean innecesariamente rígidos.

El señoreaje

Lo que quiero discutir es la noción de señoreaje, dado que si un país dolariza pierde señoreaje. Acerca de este punto existe una confusión generalizada. Por razones de tiempo, sólo mencionaré el señoreaje nacional y me centraré en el señoreaje internacional.

Existen dos nociones de señoreaje nacional. La primera es la noción stock, esto es, la apropiación de valor por el estado desde sus ciudadanos, debido a que el estado tiene el poder exclusivo de emitir dinero, esto es, monedas y billetes. Dado que un dólar estadounidense tiene un costo de más o menos 3 centavos, cada billete dólar da al estado norteamericano 97 centavos de señoreaje. La noción flujo es el flujo de intereses que el Tesoro de Estados Unidos paga a la Fed sobre los títulos emitidos por el Tesoro, vendidos al público, y comprados por la Fed al público. Esto no es señoreaje. Es simplemente una transferencia de dinero, o sea de valor, entre dos sectores del estado norteamericano. La confusión entre flujos de intereses y señoreaje constituye un error generalizado.

Consideremos ahora el señoreaje internacional. Este es la apropiación de valor por los Estados Unidos de las naciones que adoptan oficial o no oficialmente la dolarización. Empecemos con la dolarización no oficial utilizando la noción de señoreaje como un stock. El señoreaje internacional deriva del hecho que una gran porción de la base monetaria de Estados Unidos (billetes de dólar) está conservada como depósito de valor internacional. Por lo tanto estos billetes no son utilizados para recomprar bienes de Estados Unidos (como sucede con otras monedas). Representan entonces importaciones casi gratis de Estados Unidos. Para ser una reserva de valor internacional el dólar debe ser el medio de circulación (pago) internacional, pero ésta es sólo una condición para convertirse en reserva de valor. Dos hechos indican la extensión del señoreaje. Primero, entre el 55% y el 70% de los dólares de Estados Unidos ya circulan en el exterior, incluyendo un 75% de la emisión anual de nuevos dólares. Segundo, en lo que concierne a América latina, gran parte de ella ya está dolarizada de manera no oficial. Esta dolarización no oficial es al mismo tiempo una medida del señoreaje internacional de Estados Unidos.

Luego está la noción de señoreaje como flujo. Bajo su sistema de conversión monetaria, Argentina gana un señoreaje de unos $ 750 (setecientos cincuenta) millones por año. Su método de colectar este señoreaje se basa sobre el hecho que no necesita en realidad tener muchos billetes de dólar en reserva. Sus reservas están en la forma de títulos de corto plazo nominados en dólares (en su mayoría del Tesoro de Estados Unidos) sobre los cuales la Argentina gana intereses. Sobre una suma de $ 15.000 millones (quince mil millones) los intereses son de $ 750 millones. Aquí también hay confusión. Estos 750 millones es simplemente el flujo de intereses debidos a que Estados Unidos tiene una deuda con la Argentina (o sea, la Argentina ha comprado títulos de Estados Unidos). Esto no tiene nada que ver con la apropiación de valor por parte del estado que tiene la facultad de emitir la moneda internacional.

La dolarización oficial

Pero el centro de la conferencia de hoy es la dolarización oficial. Tomemos el ejemplo de la Argentina, el país que es más probable que dolarice oficialmente. Supongamos que la Argentina cambia de un sistema de caja de conversión a una dolarización oficial y comencemos discutiendo cómo el punto de vista ortodoxo considera sus efectos sobre el señoreaje. La primera cosa que uno nota es la confusión total que rodea este asunto. Una revisión de la literatura revela los siguientes puntos:

1. Primero, no hay mención de la pérdida por el estado argentino del señoreaje nacional, el stock de valor que se apropia desde sus propios ciudadanos y que corresponde, en términos monetarios, a la diferencia entre el valor nominal de los billetes y su costo de producción.
2. Segundo, no hay mención del señoreaje internacional como un stock.
3. Tercero, el señoreaje internacional está considerado un flujo de intereses hacia la Argentina debido a los títulos del Tesoro de Estados Unidos que mantiene como reservas internacionales.
En realidad, en caso de plena dolarización de la Argentina, sucedería lo siguiente.

1. Primero, el estado argentino pierde su señoreaje nacional dado que no puede imprimir más su propia moneda.
2. Segundo, no hay aumento en el señoreaje nacional en Estados Unidos. Los mayores intereses recibidos por la Fed desde el Tesoro sobre los títulos de Estados Unidos que la Fed compra a la Argentina no constituyen señoreaje sino una transferencia de dinero dentro del estado norteamericano. Más aún, la Fed devuelve el 95% de los intereses que recibe al Tesoro.
3. Tercero, antes de la posible dolarización la Argentina recibe $ 750 millones como intereses sobre los títulos de Estados Unidos. Esto no es señoreaje argentino. La Argentina ganaría señoreaje internacional de los Estados Unidos si se apropiara de valor de los Estados Unidos en virtud del hecho de que Estados Unidos tuviera pesos argentinos como reservas internacionales. Por medio de esta confusión se invierten implícitamente las relaciones de poder entre el país dominante y el dominado.
4. Cuarto, aún menos constituye un señoreaje el flujo anual de $ 750 millones para los Estados Unidos si deja de pagarlos a la Argentina. Al vender títulos norteamericanos a la Argentina, Estados Unidos contrajo una deuda sobre la cual tiene que pagar intereses. Si la deuda es redimida, el pago de intereses cesa. La literatura oficial confunde la terminación del pago de intereses por los Estados Unidos con señoreaje de Estados Unidos. De esta manera, como veremos en un momento, la magnitud de la pérdida de valor por la Argentina se reduce mucho. Compartir el señoreaje es por lo tanto concebido en la literatura, de manera confusa, como el reembolso hecho por Estados Unidos a la nación dolarizada de una parte de los intereses que Estados Unidos no pagan más, esto es, de los intereses que pierde el país dolarizado cuando convierte los títulos de Estados Unidos en billetes dólar. Si no existe tal acuerdo de compartir, se dice que Estados Unidos recoge todo el señoreaje.
5. Quinto, la Argentina "swaps" (intercambia) $ 15.000 millones en títulos del Tesoro de Estados Unidos por $ 15.000 millones de billetes de Estados Unidos y rescata 15.000 millones de pesos. En principio, esos 15.000 millones de dólares, que estaban congelados en reservas, pueden ser usados ahora para recomprar bienes de Estados Unidos, esto es, Estados Unidos pierde esa cantidad de señoreaje. Pero en la práctica éste no es el caso. Para empezar, no hay razón para esperar que la gente que tiene pesos y recibe dólares los usará para importaciones. Si hubiera querido importar esa cantidad antes de la dolarización oficial, podía haberlo hecho simplemente cambiando sus pesos por dólares. Y, en segundo lugar, una reducción drástica (por un máximo de la mitad) de la base monetaria tendría serios efectos deflacionarios y las autoridades tendrían que tomar medidas mucho antes de que los 15.000 millones de dólares se hubieran gastado en importaciones. Por lo tanto, al menos una parte de esos 15.000 millones se mantendrían dentro de la economía argentina, representando por lo tanto señoreaje de Estados Unidos. Habría un único cambio en la forma del señoreaje de Estados Unidos: de reservas internacionales a billetes circulando sólo dentro de la Argentina.
6. Sexto, y más importante, las anteriores medidas cuantitativas de señoreaje han sido expresadas en términos monetarios. Por lo tanto subestiman groseramente el señoreaje internacional en términos de valor, debido a la apropiación de valor a través de la formación de los precios internacionales. Este valor apropiado también es llamado intercambio desigual.

Señoreaje internacional: stock y flujo

Hemos visto que la literatura oficial presenta dos nociones de señoreaje internacional, como stock y como flujo. Para la Argentina, bajo la dolarización no oficial (caja de conversión), la medida stock negativa es de $ 5.000 millones y la medida flujo positiva es $ 750 millones, o una cifra similar. De todas maneras, las nociones stock y flujo son vistas como mutuamente excluyentes. En realidad, la transición a la dolarización oficial mantiene, o a lo sumo reduce, el señoreaje propiamente considerado, pero por otro lado cancela el flujo de entrada del pago de intereses. Por lo tanto, el enfoque oficial reduce la pérdida de la Argentina en términos de dólares a, o bien una parte de $ 15.000 millones, o a una salida anual de $ 750 milllones, mientras que la pérdida para la Argentina es de ambos, del señoreaje propiamente dicho ($ 15.000 millones o menos) y de los intereses sobre los títulos ($ 750 millones).

Teniendo que decidir qué noción de señoreaje adoptar, los economistas ortodoxos y quienes deciden la política casi unánimemente eligen la noción flujo. Esto tiene una ventaja triple.

1. Desde un punto de vista económico, como un atractivo para la dolarización, Estados Unidos es convocado a compartir la pérdida de la Argentina. Dejando de lado el hecho de que hasta ahora Estados Unidos no ha mostrado inclinaciones a compartir pérdidas, este país es convocado a pagar no $ 15.000 millones (o una parte de esto) más $ 750 millones anuales, ni siquiera sólo $ 750 millones anuales, sino una parte de esta última cifra.
2. Desde el punto de vista político, un flujo anual de dinero puede ser suspendido y por lo tanto ata al país que dolariza a los antojos de los Estados Unidos, como lo demuestra la experiencia de las contribuciones de Estados Unidos con las Naciones Unidas.
3. Desde un punto de vista ideológico, haciendo caer el señoreaje en el flujo de intereses se pierde de vista la apropiación de valor debida a la emisión de moneda internacional por parte del poder imperialista dominante. Así cualquier país acreedor puede recibir señoreaje y las relaciones hegemónicas inherentes a la noción de imperialismo pierden significado. La desatención del señoreaje propiamente dicho se hace aún más fácil por el hecho de que aquellos que no están entrenados en el pensamiento en términos de valor perciben la pérdida de señoreaje por los Estados Unidos como mayores exportaciones norteamericanas hacia el país que dolariza, como una entrada de dinero en los Estados Unidos y, por lo tanto, como un elemento positivo.

Quién gana y quién pierde

Ahora podemos extraer algunas conclusiones generales acerca de quién gana y quién pierde con la dolarización. Empecemos con el país que dolariza. En esencia, el argumento de la economía ortodoxa es simple. El país dolarizado no puede imprimir dólares para estimular la economía. El crecimiento podría ser estimulado con crédito e inflación, pero eso tendría efectos negativos sobre los precios y la competitividad internacional, lo que no podría ser contrarrestado mediante devaluaciones (imposibles por definición). Si disminuye el riesgo de inflación y desaparece el riesgo de devaluación, los ahorros del país son estimulados, las tasas de interés caen, retorna el capital expatriado, y aumentan las inversiones externas. Esto conduce al crecimiento económico. Más aún, si los precios no pueden ser bajados por medio de la devaluación (depreciación), los salarios habrán de ser contenidos. Menores salarios aumentan los beneficios y los ahorros y por lo tanto las inversiones. Crece el empleo. Esto en cuanto a Alicia en el país de las maravillas.

El punto de vista del trabajo es diferente. Para empezar, dada la brecha tecnológica (y por lo tanto de productividad) entre Estados Unidos (y otros países imperialistas) y América latina, y ya que los precios cargados por los productores nacionales en los mercados internacionales no pueden ser bajados con la devaluación, la competición internacional sólo puede lograrse con menores costos, esto es, menores salarios. Este efecto perverso está reforzado por el hecho de que la dolarizacion está presentada como parte de un programa de privatización y más generalmente de políticas neoliberales. Las privatizaciones (por ejemplo en servicios básicos) llevan a precios más altos que repercuten en los precios de los bienes que consumen los asalariados. Los recortes presupuestarios tienen efectos similares. La pobreza y la desigualdad social no pueden más que aumentar. Más aún, si no se puede recurrir a la devaluación competitiva, vendrán las quiebras y se exacerbará el desempleo. Además, las quiebras aumentan el riesgo de "default" sobre la deuda internacional. Crecerá la presión externa sobre las políticas nacionales de salarios. Finalmente, en ausencia de una política monetaria, el peso del financiamiento estatal caerá aún más sobre las políticas fiscales y presupuestarias. La presión fiscal sobre aquellos que no pueden eludir el pago de impuestos (esto es, los pobres, especialmente a través de los impuestos indirectos) y los recortes presupuestarios se incrementarán. Esto refuerza el proceso que se acaba de describir.

Segundo, no hay certeza de que (a) los beneficios extra sean ahorrados (b) que los ahorros extra sean invertidos en el país (c) que sean invertidos productivamente y (d) que generen empleo sustancial (para ser competitivos deberán ser tan capital intensivos como los competidores extranjeros). Por lo tanto no hay una diferencia esencial entre los ochenta y los noventa en lo que concierne a las horribles condiciones del trabajo (en todo caso han empeorado). Mientras en los ochenta los salarios reales eran mantenidos bajos por medio de las altas (a veces extremadamente altas) tasas de inflación, con la dolarización completa se consigue el mismo resultado a través de una reducción de los salarios nominales (o por medio de aumentos modestos, menores que la suba de precios). Sólo que ahora los salarios menores (nominales) parecen ser "impuestos por la dolarización", no por el capital local. Aquí hay un sorprendente paralelismo con la política económica de la Unión Europea que siguió a la introducción del Euro. También en Europa los recortes presupuestarios y los menores salarios parecen ser "impuestos por el Euro" en lugar de por el capital monopolista. Para resumir, en forma similar al EMU, si la dolarización logra menores tasas de inflación lo hará recortando los salarios reales y aumentando la desigualdad social y el desempleo.

Pero retornemos al punto de vista del capital. Mientras los salarios más bajos y las mayores tasas de explotación constituyen ciertamente una gran ventaja para la burguesía local de conjunto, viene con lastre atado. Los comentaristas ortodoxos son rápidos en hacer la lista: pérdida de señoreaje, pérdida de una política monetaria autónoma, incluyendo la pérdida del rol del banco central como prestamista de último recurso, y pérdida de política cambiaria. Pero los contraargumentos ortodoxos vienen igualmente rápido. La falta de tiempo me impide pasar revista a los argumentos y contraargumentos. Sin duda estos temas han sido extensamente debatidos en los medios argentinos. Todo lo que puedo enfatizar aquí es que los diferentes enfoques están lejos de ser sólo un debate entre dos escuelas de pensamiento. Muchos argumentos están expresando intereses de clase encontrados en los países que están considerando la dolarización (los conozcan o no los polemistas). En términos muy generales, los capitales más grandes, orientados hacia la exportación, estarán a favor de la dolarización. Estos son relativamente independientes tanto del mercado interno como de la devaluación y tienen posibilidades de ganar con bajos niveles de inflación y con la pérdida de los riesgos cambiarios. Es éste lobby el que más presiona sobre los que determinan las orientaciones monetarias, políticas y militares. Estarán respaldados por la mínima minoría que puede ganar con la desigualdad de ingresos que sigue a la dolarización. Los capitales menos eficientes, más dependientes de la devaluación y del mercado interno (especialmente de los bienes que consumen los asalariados), están en contra de la dolarización pero con sentimientos mezclados, dado que las altas tasas de interés que los están ahogando podrían ser reducidas con la dolarización. Los estratos más bajos de las clases medias también pueden estar a favor de eliminar la moneda local debido al riesgo de devaluación que afecta sus ahorros, pero estarán en contra de las altas tasas de conversión entre la moneda local y el dólar. Los más opuestos a la dolarización serán aquellos cuyos intereses están servidos por un banco central "independiente" (esto es, por la posibilidad de crear moneda local y crédito), el capital especulativo (en cuanto ya no puede ganar con las operaciones especulativas entre el dólar y la moneda local), el sector bancario, en cuanto ya no puede ganar con las elevadas diferenciales de las tasas de interés y la provisión en las operaciones cambiarias, y más en general aquellos que están comprometidos con la independencia nacional, ya sea por razones reales o emocionales e ideológicas.

¿Qué sucede con el trabajo?

Se ha argumentado que la dolarización, al hacer imposibles las crisis monetarias, sería beneficiosa para el sector trabajo, o sea, para aquellos que más sufren con las crisis. Por dos razones este argumento es instumental, o sea, está concebido para reunir apoyo popular a la dolarización,. Primero, las masas no sufren con las crisis monetarias per se, sino con las crisis financieras que siguen a las crisis monetarias y con la caída y desorganización en la economía real que sigue a las crisis financieras. Aun si las crisis monetarias fueran evitadas con la dolarización, todavía estarían las crisis en la esfera financiera. Y esto pararía la economía. Segundo, en el argumento expuesto más arriba se ha invertido el orden de causalidad. Mientras que las crisis aparecen primero en la esfera monetaria, luego en la financiera y por último en la esfera real, el orden de causación es exactamente el opuesto. Los inversores globales retiran sus capitales si piensan que los deudores (institucionales o no) no pueden honrar sus compromisos. Esto, a su vez, es un indicador de las crecientes dificultades económicas de ese país. No por nada los inversores globales están preocupados acerca de los "fundamentals" del país. La ventaja real para las mayorías populares sería la eliminación de las crisis en la economía real, para empezar.

El sector trabajo tiene poco -si tiene algo- que ganar. Ya se han mencionado dos puntos. Primero, no sólo los salarios serán bajados aún más, sino que la justificación para esto se encontrará en un desarrollo impersonal, la dolarización, ella misma un aspecto de un así llamado movimiento inevitable, la globalización. Segundo, en cuanto la dolarización daña las exportaciones y la desaparición del prestamista de última instancia hace más difícil el rescate de las empresas enfermas, el trabajo será golpeado por mayores tasas de desempleo. Estas son consideraciones generales. Además, mucho depende de cómo sea llevada a cabo la dolarización. Por ejemplo, el país que dolariza necesita suficientes reservas de dólares para convertir la moneda local en dólares. Si ese país consigue los dólares necesarios a través de un préstamo nominado en dólares, por ejemplo del Fondo Monetario Internacional, la devolución de este préstamo implicará, como es bien conocido, recortes presupuestarios con los concomitantes menores salarios.

La dolarización parece proteger a los ahorros de las devaluaciones en moneda nacional. Estos son los ahorros de la gente que tiene menos recursos que, al contrario de la gente acomodada, no puede ahorrar en dólares. De todas maneras los gobiernos tratarán de fijar la tasa de conversión entre la moneda nacional y el dólar a un alto nivel para reducir la cantidad de dólares necesarios. A mayor poder de compra de la moneda nacional cuando fue depositada, mayor la pérdida del poder de compra correspondiente a una alta tasa de conversión entre la moneda y el dólar. Esto es lo que sucedió con los ahorros en sucres de los ecuatorianos: con una tasa de cambio de U$S 1 = 25.000 sucres los ahorros perdieron su valor.

Finalmente se podría sostener que los salarios no pierden su poder de compra con la dolarización, dado que los precios también son convertidos según la misma tasa. Pero los precios pueden subir, y suben de hecho más rápido que los salarios, simplemente porque la conversión de salarios a esa tasa es impuesta por las instituciones estatales y las asociaciones empresarias, mientras que no existen tales agencias para la imposición de la conversión de los precios a la misma tasa. Esto vale especialmente para los bienes no comercializados internacionalmente, esto es, que no están sujetos a la competencia internacional (o lo están sólo indirectamente). Estos son precisamente aquellos bienes que son consumidos por la clase trabajadora, tales como comida, transporte, etc. Además, y muy importante, la pérdida adicional de soberanía nacional aumenta la influencia política e ideológica de Estados Unidos y por lo tanto las dificultades políticas del sector trabajo.

Dos para bailar el tango

La dolarización no oficial ha estado por algún tiempo por todos lados. La pregunta interesante es por qué países importantes han manifestado un interés en la dolarización oficial en años recientes. Una primera razón es que el modelo latinoamericano de los setenta y ochenta, de alta inflación/ alta devaluación ha devenido impracticable. Esas políticas han dado como resultados, por un lado, la destrucción del poder de compra de las monedas nacionales y por el otro la "inestabilidad social" asociada con los crecientes niveles de explotación y pobreza. La resistencia a la miseria creciente había generado una ola de movimientos anticapitalistas y regímenes militares que, para mantener el mando del capital y a las masas a raya, no hesitó en rivalizar en crueldades y crímenes con aquellos de la Alemania nazi. Una de las principales justificaciones fue que sólo ellos podían impedir que estos países se deslizaran al comunismo. Con la caída de la Unión Soviética, esos regímenes vieron desvanecerse un aspecto básico de su legitimación. Además, en casi todas partes la resistencia popular fue aplastada, militar e ideológicamente. La situación estaba madura para volver a la "normalidad". De todas maneras, el retorno de la "democracia" tenía que ser conjugado con el mantenimiento de aquellas tradicionalmente altas tasas de explotación.

Pero se necesitan dos para bailar el tango. La dolarización tenía que convertirse en una opción también para los Estados Unidos. Las ventajas de la dolarización oficial frente a la no oficial para Estados Unidos no deben buscarse en el mundo de los negocios norteamericanos (donde centran la atención los comentaristas). Usualmente se subraya la eliminación de los costos de la conversión de monedas en el comercio con los países dolarizados y las mayores oportunidades de comercio e inversión para las empresas de Estados Unidos si la dolarización da lugar a un mayor crecimiento económico en los países dolarizados. Estos no son los motivos reales. Lo atractivo de la dolarización es que ella

1. no sólo es una extensión del señoreaje de Estados Unidos;
2. no sólo es otro paso en la capitulación del país que dolariza ante el imperialismo de Estados Unidos;
3. no sólo es una mayor extensión de las políticas neoliberales;
4. también, y esto explica por qué se ha convertido en una opción real en los noventa, es una nueva estrategia para contrarrestar el desafío del Euro. Esto es admitido por fuentes oficiales. Como lo dice un informe del Joint Economic Committee Staff, "al aumentar el número de países que usan el dólar, la dolarización oficial ayudaría al dólar a seguir siendo la principal moneda internacional, un estatus que ahora está desafiando el Euro. La dolarización de uno o más países importantes de América latina extendería de manera significativa el número de gente que usa el dólar oficialmente, alejando por ahora a la población de la zona del dólar de la población inserta en la zona del Euro". O, en las palabras del senador de Estados Unidos Chuk Hagel, "si la dolarización fuera exitosa, el dólar de Estados Unidos se convertiría en la versión del Euro del hemisferio occidental".
Mientras la dolarización podría ser extendida más allá de los países latinoamericanos, tiene una ventaja adicional para los Estados Unidos en lo que concierne a esos países, esto es
5. la dolarización podría dar un golpe al Mercosur, el cual en teoría "es solamente uno de los pilares hacia la construcción de un área de comercio hemisférico, pero en realidad representa la ambición del Brasil de brindar un polo de atracción rival en Sudamérica frente a Estados Unidos". Para los otros países miembros (especialmente la Argentina y el Uruguay) el Mercosur representa "algo que han estado buscando desde el hundimiento de la Unión Soviética, un recurso para retomar su anterior no alineamiento frente a Estados Unidos"
En realidad, las ventajas resultantes para Estados Unidos son mayores que las cinco sugeridas más arriba. Nos centramos sólo sobre qué es específico a la plena dolarización y en América latina,
6. al hacer imposible la devaluación, la dolarización priva a los países que dolarizan de un instrumento básico de la competencia internacional frente a Estados Unidos;
7. la dolarización fortalecerá el comercio con Estados Unidos. La apropiación de valor inherente a la formación internacional de precio, también llamada intercambio desigual, crecerá;
8. las inversiones productivas y financieras de Estados Unidos en esa área podrían crecer también (debido, por ejemplo, a la desaparición del riesgo monetario o a una mayor caída de los salarios reales). Aumentará la repatriación de ganancias y de intereses de las inversiones financieras;
9. si un país está falto de los fondos necesarios para dolarizar, deberá obtenerlos por medio de deuda internacional. En la medida en que la deuda no sea redimida, la salida de intereses contribuirá a mantener al país en un estado de colonialismo o de desarrollo dependiente. Si la deuda es redimida, este rescate deberá financiarse con la exportación de mercancías. Como se ha señalado más arriba, ese rescate es señoreaje de Estados Unidos;
10. todas las anteriores son facetas del imperialismo económico de Estados Unidos. Dado que están cuantificadas en términos monetarios, subestiman groseramente la apropiación de valor desde los países que dolarizan. Reforzarán, al punto de institucionalizarlo, el dominio político de Estados Unidos sobre los países dominados que "eligen" dolarizar. Al mismo tiempo debilitarán la capacidad del colectivo de trabajo de resistir la explotación nacional e internacional y la dominación política.
A pesar de todo esto, hasta ahora Estados Unidos se ha mostrado frío en lo que concierne a la dolarización. Existen varias razones para esta frialdad,

1. la dolarización podría ser vista como la antecámara de una unión monetaria, cayendo el peso de la política de la unión monetaria en Estados Unidos;
2. una ola grande de dolarización probablemente pondría presión sobre la Fed para que tomara en consideración los intereses monetarios de esos países, en especial si son importantes socios comerciales de Estados Unidos. Esto a su vez podría debilitar la confianza en la salud del dólar;
3. la cuestión de compartir el señoreaje sería "un tanto difícil de explicar al Congreso";
4. finalmente, y tal vez lo más importante, un apoyo activo y abierto de Estados Unidos a la dolarización podría ser políticamente contraproducente y acicatear movimientos nacionalistas antidolarización. Las declaraciones oficiales advirtiendo a los países de que consideren cuidadosamente la renuncia a sus monedas debería ser vista a la luz de esto. Esta actitud "prudente" es hecha más fácil por el deseo de (fracciones) de la burguesía local de dolarizar.

Para concluir, la dolarización oficial, si se extendiera a los países más importantes, sería una nueva vía para que Estados Unidos aumentara su poder imperialista, un nuevo aspecto de la lucha interimperialista. Sería una de las respuestas de los Estados Unidos a los desafíos potenciales o reales a su supremacía económica y monetaria. Pero sumaría al mismo tiempo una nueva arma en el arsenal de Estados Unidos contra los países dependientes y en particular contra las clases trabajadoras de esos países. La dolarización ya está contribuyendo, como dolarización no oficial, a una apropiación de plusvalía internacional en una escala sin precedentes en la historia del capitalismo. Lo hace a través de su interrelación con el señoreaje internacional, el intercambio desigual, la repatriación de ganancias, y el flujo de intereses sobre las inversiones internacionales y la deuda. La dolarización oficial empeoraría la ya crítica condición de las clases trabajadoras de esos países y reforzaría el dominio global de Estados Unidos. Por supuesto, todo esto es negado por las instancias oficiales y la economía ortodoxa. Pero los indígenas ecuatorianos no han sido engañados por la propaganda, académica o no. Como lo dijeron durante su marcha sobre Quito, la dolarización "dolarizará la pobreza, privatizará la riqueza y sofocará la resistencia" (Rother 2000). Tenían razón. Sólo que ningún equipo de luminarias médicas los declarará alguna vez incapaces de seguir enfrentando el tribunal de miseria y degradación y ningún ministro de "Justicia" los librará alguna vez de la prisión de sus inhumanas condiciones de vida.

14 de abril de 2000

Bibliografía:
Acosta A., Schuldt J. (2000), "Dolarización Àvacuna para la hiperinflación?", artículo no publicado.
Rother L. (2000), "Ecuador prepares for Indian protests", New York Times, 16 de enero.

Notas
* Conferencia final del seminario Contradicciones del imperialismo en el umbral del tercer milenio. En Realidad Económica N°171 se publicó la sesión inicial, "La Unión Europea como un nuevo poder imperialista". Traducción del inglés: Rolando Astarita.
* Ver "Dolarización. La estrategia Ecuador" de Carlos H. Juliá, en Realidad Económica N°170, febrero-marzo 2000 (Nota del Ed.).

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