Un siglo después de la Gran Guerra

La Argentina mantuvo a rajatabla la neutralidad durante la Gran Guerra de 1914-1918, lo que le valió grandes presiones de los países europeos beligerantes y de los EE.UU. cuando este país decidió comprometerse al lado de la entente conformada por Gran Bretaña, Rusia y Francia a la que se sumó más tarde Italia. Ramón D. Tarruella sostiene en su libro 1914. Argentina y la primera guerra mundial (Aguilar) que en el país el conflicto “impactó pero no conmocionó” no obstante que la decisión estratégica de mantener la neutralidad, promovida tanto al inicio de la guerra por el gobierno conservador de Victorino de la Plaza, fue continuada y defendida por su sucesor el radical Hipólito Yrigoyen.

Tecnologías de la Gran Guerra

El 28 de julio se han cumplido cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial, o la Gran Guerra, a secas, como se la denominó en aquel entonces. En sus cuatro años de duración hubo más de 9 millones de combatientes muertos, cerca de 20 millones de heridos, y un número no determinado de víctimas entre la población civil, pero que algunos historiadores cifran en 10 millones.

Batalla sin fin

Las fechas para dar como inicio de la Primera Guerra Mundial pueden ser imprecisas: tal vez el 28 de junio de 1914, cuando el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del imperio austro-húngaro, fue asesinado en la ciudad bosnia de Sarajevo a manos de un integrante de un grupo nacionalista serbio. O cuando Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia, el 28 de julio. O quizás cuando, luego de varias escaladas bélicas, Inglaterra hizo lo propio contra Alemania, el 4 de agosto. Algunos historiadores amplían el panorama y entienden que la llamada Gran Guerra, en realidad, fue la ruptura de un precario equilibrio conseguido tras la guerra francoprusiana de 1871 y del mal resuelto reparto del mundo establecido entre las potencias imperiales en la conferencia de Berlín, en 1884. Incluso hay quienes retrotraen los antecedentes a resquemores crecientes desde el Congreso de Viena, que trazó nuevas esferas de influencia en Europa tras la derrota de Napoleón, en 1814.