Cuando tiembla el centro del mundo

 

La historia está cargada de acontecimientos inesperados, y aunque en las miradas retrospectivas es fácil identificar los procesos que les dieron forma, porque los quiebres históricos siempre son resultado de un desarrollo previo y porque todos somos más inteligentes con el diario del lunes, lo cierto es que a menudo se desploman sobre nosotros con la fuerza repentina de una tormenta tropical. De la Revolución Rusa al 17 de octubre, de Pearl Harbor al Cordobazo, el siglo XX es generoso en este tipo de sucesos imprevistos. La novedad es que ya no se originan en una explosión social o una invasión extranjera sino bajo las instituciones de la democracia electoral: el Brexit, la candidatura de Donald Trump y el ascenso de la ultraderecha europea son expresiones de esta tendencia.

El poder en la globalización financiera

La globalización financiera no es un “producto natural” de la historia de los mercados, la tecnología o la ideología: es la consecuencia de decisiones de los Estados que, a su vez, son producto de un complejo juego de poderes. Este juego incluye la competencia que han llevado y llevan los gobiernos de los países más poderosos para hegemonizar el mercado financiero y la disputa de intereses entre los sectores económicos y los Estados, tanto en el ámbito nacional como en la arena del mercado global.

En los Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión Europea (UE), los intereses de las finanzas se expresan abiertamente en la acción de lobbies autorizados y con la participación de representantes de las finanzas en órganos decisorios de los Estados. Precisamente, en el momento del estallido de la crisis global, en 2008, quien era secretario del Tesoro de los Estados Unidos, había desarrollado su carrera previa en el banco de inversión Goldman Sachs, el más grande del país, y cuando abandonó su cargo volvió a la arena de las finanzas.