Estamos en Palestina, habibi, y Palestina es el cielo
Es imposible mantener la calma sobre el destino del pueblo palestino. Desde 1948, se les ha negado su país y su derecho a existir. Una resolución de las Naciones Unidas tras otra ha dicho que su exilio debe terminar, que se les debe permitir construir vidas dignas. Entre la Resolución 194 (1948) y la 242 (1967) de la ONU hay una serie de resoluciones que reclaman el derecho de lxs palestinxs a tener una patria y a retornar a ella.
Durante el invasión israelí a Cisjordania de 1967, el ministro de Defensa Moshe Dayan dijo al teniente general Yitzhak Rabin que el objetivo de la guerra era sacar a lxs palestinxs de todo el territorio al oeste del río Jordán. Cuando Israel arrebató esas tierras del control palestino, el primer ministro de Israel, Levy Eshko, dijo que el nuevo territorio era una “dote”, pero que esta “dote” venía con una “novia”, es decir, el pueblo palestino. “El problema es que la dote está acompañada de una novia que no queremos”, dijo. El plan israelí ha sido siempre la anexión de toda Jerusalén y Cisjordania, ya sea asesinando a palestinxs que viven allí o forzando su desplazamiento hacia Jordania y Siria.
El 1 de julio de 2020, eso es precisamente lo que el gobierno de Israel comenzó: la anexión de Cisjordania. Los Acuerdos de Oslo de 1994 sentaron las bases para la “solución de dos Estados”, en la que el pueblo palestino controlaría Cisjordania, Jerusalén oriental y Gaza en un futuro Estado palestino. Pero Israel nunca iba a permitir que se haga realidad. La imposición de condiciones casi carcelarias en Gaza y el bombardeo puntual de esa zona hacinada y empobrecida ha dejado a su pueblo desamparado. La abierta anexión de Jerusalén oriental a través de la ocupación de tierras ha cambiado el status quo de esa ciudad. La política del Estado israelí que envió a más de medio millón de colonos a ocupar tierra palestina en Cisjordania —a menudo con las mejores fuentes de agua— ha borrado la posibilidad de cualquier Estado palestino soberano.
Vera Tamari (Palestina), Starry Night on Jericho Hills [Noche estrellada en las montañas de Jericó], 2017.
Durante años, los colonos israelíes han invadido tierras palestinas con todo el apoyo del Estado de Israel. Ahora, Israel ha comenzado a incorporar esos asentamientos —que la ONU llamó ilegales— al territorio israelí. Desde la Resolución 237 de las Naciones Unidas (1967), la ONU ha advertido a Israel que no viole la Cuarta Convención de Ginebra (1949) —que buscaba asegurar la protección de civiles en zonas de guerra— en las áreas que Israel arrebató al pueblo palestino en la guerra de 1967. La Resolución 2334 de la ONU de 2016 señaló que los asentamientos israelíes son una “violación flagrante” del derecho internacional y que no tienen “ninguna validez legal”. La actual anexión por parte de Israel constituye un incumplimiento del derecho internacional y de las aspiraciones democráticas del pueblo palestino.
Nabil Anani (Palestina), Demonstration #2 [Manifestación nº 2], 2016.
¿Qué significa la anexión de Cisjordania? Significa que Israel se ha apoderado de la tierra que había cedido formalmente a un futuro Estado palestino y que Israel está dispuesto a incorporar a lxs palestinxs nativxs de esta tierra como residentes no ciudadanos de Israel. La apropiación de tierras viola el derecho internacional, mientras la condición de segunda clase de lxs palestinxs reafirma a Israel como un Estado de apartheid. En 2017, la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental publicó un informe llamado Prácticas hacia el pueblo palestino y la cuestión del apartheid (traducción libre). El informe muestra que todxs lxs palestinxs, sin importar dónde vivan, se ven afectadxs por las políticas de apartheid del Estado de Israel.
Lxs palestinxs que tienen ciudadanía israelí (ezrahut) no tienen el derecho a la nacionalidad (le’um), lo que significa que solo pueden acceder a los servicios sociales inferiores, enfrentan leyes de zonificación restrictivas y no pueden comprar tierra libremente. Lxs palestinxs de Jerusalén oriental están reducidxs a la condición de residentes permanentes que deben probar constantemente que viven en la ciudad. Lxs palestinxs en Cisjordania viven “de manera consistente con el apartheid”, escriben los autores del informe de la ONU. Además, a quienes están exiliadxs en campos de refugiadxs en Líbano, Siria y Jordania se les ha negado permanentemente el derecho a su patria. Todxs lxs palestinxs —tanto quienes viven en Haifa (Israel) o en Ain al-Hilweh (Líbano)— sufren las consecuencias del apartheid israelí. Este atentado a la dignidad está marcado por leyes que humillan a lxs palestinxs, hechas para hacerles sentir tan miserables que se vean forzadxs a emigrar.
Khaled Hourani (Palestina), Suspicion [Sospecha], 2019.
La anexión de Cisjordania solo profundizará las políticas de apartheid de Israel. El Estado sionista no permitirá que lxs palestinxs tengan derechos plenos de ciudadanía. No hay ninguna intención de incorporar al pueblo palestino a Israel con ciudadanía plena ni de ceder siquiera una Palestina desgarrada. Esto es colonialismo descarado de viejo tipo. Dentro de este tipo de agresiones coloniales viene la demolición de los barrios palestinos en Jerusalén oriental (como Wadi Yasul) y la destrucción de cultivos de olivos (como en el pueblo de Burin). En estos pocos meses de 2020, el Estado de Israel ha arrestado a 210 niñxs palestinxs y a 250 estudiantes, así como a 13 periodistas palestinxs. Estos hechos son reportados por grupos de derechos humanos y condenados por organizaciones de la sociedad civil palestina, pero han sido ignorados. See trata del desgaste de la dignidad.
Todo esto es ilegal: las demoliciones, los asentamientos, el muro del apartheid que rodea Cisjordania. Resoluciones de la ONU, sentencias de la Corte Internacional de Justicia, condenas de la sociedad civil: nada de esto parece tener un impacto. Desde 1948, Israel ha actuado con impunidad y ha buscado aniquilar a Palestina y al pueblo palestino, robar la “dote” y desechar a la “novia”. No muy lejos del muro que Israel construyó rodeando Cisjordania para humillar a lxs palestinxs están las huellas de los muros que Israel derribó para transformar hogares en polvo. Esos muros, que una vez sostuvieron techos, eran refugios para un pueblo que fue derribado de su eje, obligado a caminar sobre un terreno desnivelado, siempre asustado de las balas del colonos o de las cadenas de los soldados. Los muros de la prisión están hechos de piedra. Los muros de los asentamientos están hechos de piedra. Pero los muros de los hogares de lxs palestinxs están hechos de esa rara mezcla de miedo y resistencia. Hay miedo de que los cañones de los colonizadores exploten a través de ellos, pero hay resistencia que reconoce que los muros de la casa no son los muros reales. Los muros reales son los muros de la fortaleza y la perseverancia.
Sliman Mansour (Palestina), Revolution Was the Beginning [La revolución fue el comienzo], 2016.
Los Estados miserables están vaciados por su insensibilidad e injusticia. En ausencia de convicción moral, es imposible que el Estado de Israel se defienda excepto mediante la arrogancia de las armas. Cuando una excavadora se pone frente a una casa, la excavadora va a ganar, pero la casa es la que seguirá viva en los corazones y los sueños de la gente. Las excavadoras producen miedo, no humanidad. Una sociedad humana no puede construirse mediante el miedo. Debe ser construida por el entusiasmo del amor. Los Estados miserables —como Israel— no pueden construir una utopía de amor en tierras que han sido marcadas por robos brutales. Incluso cuando los olivos han sido arrancados de la tierra, sus cultivos aún huelen a aceitunas.
Yalalan Band (Palestina), Dingi Dingi, 2016
Después de que Israel bombardeó Gaza en 2014, el poeta iraquí Sinan Antoon escribió “Epílogo”. El poema imagina a un niñx caminando con su abuelo (sidu).
Vamos a volver a Jaffa, sidu?
No podemos
¿Por qué?
Estamos muertos
Entonces estamos en el cielo, sidu?
Estamos en Palestina, habibi
y Palestina es el cielo
y el infierno
¿Qué haremos ahora?
Esperaremos
¿Esperar qué?
A los demás
…
a que regresen.
No hay tiempo para esperar. Es hora de que el mundo no permita la impunidad de Israel, proporcionada por el total respaldo de los Estados Unidos de América.
Cordialmente, Vijay.
PS: por favor lean la declaración hecha por la Asamblea Internacional de los Pueblos en solidaridad con el pueblo de Palestina.
The Tricontinental Boletín N° 27 - 2 de julio de 2020