El divorcio de una ministra, un problema menos para Tony Blair

María Laura Avignolo

Es Tessa Jowell, de Cultura. A su marido le habrían regalado US$ 600.000. Ella se separó. Los operadores políticos del premier se lo habrían "sugerido".

Primero fue una investigación por "conflicto de intereses" entre su cargo y las actividades de su marido, un abogado internacional, y fue oficialmente absuelta. Sin embargo, después, la secretaria de Cultura británica, Tessa Jowell, corrió la misma suerte que el ex canciller e infiel Robin Cook: anunció su separación matrimonial, pero en su caso por "falta de confianza" a David Mills, su esposo. Una decisión traumática y política, diseñada por los "spin doctors", los operadores políticos de Downing Street, para que el último culebrón del gobierno británico no afecte al primer ministro Tony Blair en tiempos de erosión de imagen.

El anuncio de la separación de Jowell, blairista militante, y el multilingüe millonario Mills cayó como una bomba en las redacciones británicas. Un final inesperado.

David Kirk, el abogado de Mills, anunció en una declaración oficial la "tensión que había puesto en la pareja" un supuesto regalo de 350.000 libras esterlinas al doctor Mills de un "hombre de negocios italiano" -que no es el primer ministro Silvio Berlusconi según su aclaración- y que provocó que la pareja decidiera separarse, al menos temporariamente.

La trama es complicada como una telenovela pero con final puritano. La pareja se casó 30 años atrás y tuvieron dos hijos. Mientras él crecía en su firma de abogados, ella lo hacía en la política.

Mills se convierte en un director de una compañía que hace el management de la empresa de Formula 1 Benetton. Al mismo tiempo se presenta a testimoniar en un juicio contra Silvio Berlusconi, en el que el político italiano fue encontrado culpable de malversación de impuestos pero su sentencia se revirtió en el tribunal de apelaciones. Pero a Mills la publicidad le costó irse de la firma de abogados donde trabajaba.

La pareja Jowell decide que ella se dedique a la política y él vele por los negocios de la familia. Pero la secretaria de Cultura nunca supo que un hombre de negocios italiano había colocado "como regalo" 344.000 libras esterlinas (unos 600.000 dólares) en un fondo de inversión off shore para su marido, que sirvió para pagar un crédito hipotecario de la pareja. Algunos sostienen que ese dinero provenía de Berlusconi por haber declarado a su favor en el juicio por malversación impositiva. Mills nunca le dijo y Tessa -dice- jamás preguntó.

Ese regalo fue el que primero enturbió la carrera política de la hiperblairista Tessa y que después, le costó el matrimonio. El contador Gus O'Donnell, de la secretaria del Gabinete en Downing St, fue el encargado de evaluar en una investigación si Tessa había violado o no la ética como funcionaria pública.

Fue exonerada el viernes pasado por O'Donnell y felicitada por el primer ministro Tony Blair. Pero ella, furiosa y dolida, ya había decidido no vivir en el mismo techo que su marido "porque le había perdido la confianza".

¿Un gesto desesperado para salvar su carrera política? ¿Una exigencia o recomendación de Blair y sus operadores políticos? Una buena dosis de ambos en las razones de la decisión.

La secretaria de Cultura se refugió en una casa de campo después del anuncio de su separación. Su marido viajó al exterior con los ojos enrojecidos y docenas de periodistas en la puerta de su casa. Los ministros laboristas salieron a defender "este modelo de integridad que es Tessa" y los conservadores continúan un discreto mutismo. Nadie quiere capitalizar políticamente una descorazonadora historia de amor, con final de "spin doctors".

Fuente: Clarín

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