El desafío del litio: cómo evitar la nociva tentación extractivista

Cristian Carrillo


La clave para impedir la extracción del litio sin procesar se basa en la aplicación de alícuotas de retenciones y regalías móviles según nivel valor agregado.

Esta semana se conoció que México nacionalizó sus reservas de litio y buscará potenciar así la extracción y producción en manos de firmas locales –aunque no darán de baja de las concesiones ya otorgadas—, mientras que en Argentina la mera mención de una empresa estatal que controle ese recurso levantó una fuerte polvareda, hasta incluso dentro de la coalición gobernante. A diferencia de México, la legislación minera argentina contempla como propietarios de los recursos a las provincias, lo que impide su nacionalización sin cambiar la ley. Sin embargo, la barrera a una extranjerización de la producción del litio en el país necesita de una empresa estatal que intervenga en el mercado. En ese sentido, funciona hasta ahora, con sus limitantes, la estatal YPF.  

La estrategia oficial, ante la imposibilidad inmediata de nacionalizar el recurso, se centraría en un esquema de incentivos para firmas que inviertan en el país y un trabajo conjunto entre Nación y Provincias. Una medida clave para impedir la extracción del litio sin procesar se basa en la aplicación de alícuotas de retenciones y regalías móviles de acuerdo con el valor agregado en origen. 

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México decretó esta semana que el litio pasa a ser propiedad del Estado para su extracción del subsuelo mexicano y su posterior explotación, con lo cual finalizó un proceso de reforma de la ley minera. "Lo que estamos haciendo es nacionalizar el litio para que no lo puedan explotar extranjeros, ni de Rusia, ni de China, ni de Estados Unidos", señaló luego de la rúbrica de la medida el presidente Andrés Manuel López Obrador. La medida establece que no se van a retirar las concesiones ya otorgadas, lo que pone a salvo el desembarco de la empresa china Ganfeng Lithium que cuenta con el proyecto de exploración más avanzado en la región. 

En la Argentina, hace unas semanas comenzó a hablarse sobre la intención de un sector del oficialismo de, al menos, gestar una empresa nacional que le agregue valor al litio y no simplemente exportarla sin procesar]; lo que rápidamente buscó desmentirse para evitar "ruidos" y "críticas" de estatistas que obstaculicen las inversiones en el país. Primero: una empresa nacional que sirva de testigo para el sector --como lo podría haber sido Vicentin para el agro-- no impide que otras empresas se vean tentadas a ser parte del negocio. Argentina es el cuarto productor mundial del metal, con el 7,4 por ciento de participación en el mercado, mientras que detenta el 25 por ciento de los recursos mundiales. Segundo: no está en estudio la creación de una empresa estatal. 

Pensar en una nacionalización no es una idea descabellada, pero requiere de compromiso y esfuerzo político; dado que, en el caso argentino, los recursos son de aquellas provincias en las que se hallan. La Ley de inversiones mineras, redactada durante el menemismo (24.196/93), otorga beneficios por 30 años sobre todos los tributos (nacionales y provinciales) vigentes al momento de la presentación del estudio de factibilidad.  

En cuanto a los derechos sobre los recursos mineros, la ley establece que el título (propiedad) pertenece al descubridor y que, para ello, debe presentar una solicitud ante la Provincia. Incluye a todos los minerales concesibles. La tenencia se mantiene a través de un pago anual y mediante la ejecución de un plan de inversión (dentro de los 5 años de la concesión). Pero se garantiza a la tenencia a perpetuidad, en tanto haya mineral a ser extraído y actividad minera continua por el propietario. Los permisos ambientales y de construcción son mayormente concedidos y controlados por las provincias.  

Entre los incentivos que reciben las empresas extranjeras que invierten en el país se destaca que se lleva a 0 por ciento la tasa para importar bienes de capital e insumos necesarios para la operación (básicamente, toda compra externa). En el caso de la exploración, se les otorga una doble deducción del impuesto a las ganancias de los gastos de exploración y un reintegro de IVA en seis meses. Se otorga además un esquema de amortización acelerada de tres años y un tope a las regalías de 3 por ciento para las provincias.  

En materia impositiva, además, las provincias argentinas cobran menos que otros países que explotan este recurso. De hecho, Chile cobra 42 por ciento de regalías, mientras que la Argentina lo hace en promedio a un 17 por ciento.  

Una estrategia que se discute en la mesa de discusión entre Nación y provincias contempla una intervención en la cadena, a partir de componentes recaudatorios, como retenciones y regalías. Se plantea eliminar las devoluciones impositivas y aplicar retenciones y regalías móviles según nivel procesamiento en el país, según pudo saber este medio.  

En simultáneo, se avanzaría en multiplicar proyectos de producción de carbonato de litio con inversión local, mediante incentivos que impliquen una cuota del volumen de producción total a disposición de proyectos de industrialización del litio con precio diferencial. "La cuota podría escalar de manera progresiva desde el 5 por ciento hasta el 20 por ciento", explicaron a El Destape fuentes que asesoran en el tema.  

El objetivo es que la producción de litio en argentina crezca, lo que resultará en mayores volúmenes totales para su industrialización doméstica. Una cuota plena con la capacidad productiva prevista alcanzaría para abastecer la producción de baterías equivalentes a más de un millón de automóviles. La Argentina podría abastecer al mercado latinoamericano en lo referido a la electromovilidad, pero para ello se necesita una ley que considere las particularidades del país en la materia. A la par, se pueda impulsar una ley de promoción de inversiones y desarrollo de proveedores locales. 

La demanda del lito puede ser escindida en dos categorías generales: usos tradicionales y baterías recargables, principalmente destinadas a los vehículos eléctricos. Dentro de la categoría usos tradicionales se encuentran vidrios y cerámicas, donde el litio otorga determinados beneficios, como mayor adhesión y dureza. Otro uso clásico es el de aplicación a grasas y lubricantes para lograr una mayor manipulación de los materiales en contextos térmicos adversos. También, se aplica en diversas fases de la cadena de valor de las industrias plásticas, producción de medicamentos y cuidado de la salud, secado industrial y placas de blindaje, entre otros. 

Los usos relacionados con las baterías están en estrecha relación con los dispositivos electrónicos, por ejemplo, las baterías de dispositivos móviles (smartphones), los controladores de consolas de juego o dispositivos médicos u otros relacionados con la industria de la salud, y las destinadas a la electromovilidad. Un rasgo importante a tener en cuenta es que el 95 por ciento del litio que se utiliza en las baterías es reutilizable, lo que esgrime a futuro, una posibilidad de sustituibilidad frente a un fuerte aumento de precios.  

China retiene aproximadamente el 80 por ciento del refinado de materias primas del mundo, el 77 por ciento de la capacidad de elaboración de celdas de litio y el 60 por ciento de la fabricación de componentes. Las condiciones tecnológicas de las empresas chinas les permiten producir a gran escala, reduciendo los costos de producción y comercialización. Argentina forma parte del Triángulo del Litio junto con Bolivia y Chile, que representa el 60 por ciento de la reserva mundial del mineral. Solo la Argentina tiene el 25 por ciento de los recursos mundiales. 

El horizonte es prometedor, ya que existe una demanda de corto plazo insatisfecha a nivel regional, propiciada por los costos de transporte en la importación de celdas y baterías que encarecen su valor (debido a lo elevado del peso). Hay también dificultades para la importación a escala nacional. Hasta el momento, Y-TEC (de la petrolera estatal YPF) inició la producción de componentes básicos de las celdas de batería. Este año se establecerá una planta de producción de celdas en Santiago del Estero y una de producción de LiFePo 4, que representa el 54 por ciento de costo total de una celda. Para el año próximo se inauguraría la planta de producción de grafito. 

Los costos de producción de baterías decrecientes reducen también los de los vehículos eléctricos en aproximadamente un 50 por ciento, lo que igualará el precio de venta de vehículos eléctricos con los de combustión interna. Acá también está China, que concentra el 46,7 por ciento de la flota mundial de vehículos eléctricos. Argentina, si hace bien las cosas, está en condición de competir en ese mercado.

 

El Destape - 26 de febrero de 2023

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