Deuda: nos están avisando

 

Una de las filminas más impactantes que presentó Carmen Reinhart en las recientes Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA reza: “Los ingresos (masivos) de capitales siempre terminan mal. Un recordatorio de lo que ustedes ya saben y deberían recordar siempre”. Reinhart es una economista estadounidense dedicada al estudio de las cuestiones de la deuda y las crisis financieras, con muchos libros escritos, entre ellos: “Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera”.

Se consolida el rumbo económico, hacia un modelo de dolarización y fuga.

 

Hace un año, este colectivo se pronunció de manera crítica ante los primeros esbozos de un programa económico neoliberal en lo económico, y conservador en lo político. Aquel contexto nos hacía pensar en un retorno palmario a las peores prácticas de ajuste, liberalización de mercados, anulación de las políticas de fomento de sectores sensibles y extranjerización de la economía.

¿Sirven los modelos macroeconómicos tradicionales para formular política económica en la Argentina?

Los países centrales enfrentaron la crisis de 2008 con políticas (en particular, monetarias) casi idénticas y lograron resultados similares y en tiempos similares. Esto avalaría el hecho de que los modelos macroeconómicos tradicionales (keynesiano y neoclásico), originados en Inglaterra y Estados Unidos, son apropiados, sin ajustes ni restricciones, para formular política económica en todos los países centrales.

Soja y el interés colectivo

El principio conservador de que el interés individual es lo mejor para el interés colectivo claramente ha fallado cuando se evalúa el comportamiento del complejo agrario con la producción de soja retenida en silobolsas.

Las doctrinas conservadoras acerca de la sociedad capitalista asumen que el ejercicio de la libertad individual es no sólo un derecho personal, sino también la forma de lograr lo mejor en términos del bienestar colectivo.

Una estafa con buena prensa

Suele ocurrir en economía, sobre todo en estructuras concentradas: aun siendo tan pocos, pueden provocar un enorme daño. Ayer, en el mercado marginal, irregular o ilegal –cualquiera de estos calificativos le cabe, pero no el de “libre”– se habría operado por menos de diez millones de pesos. Es decir, poco más de un millón de dólares negociados a los valores informados reservadamente (no podría ser de otra forma: la compraventa en este mercado no se declara ni se registra). Al ser tan opacas las transacciones, el valor tampoco queda definido en un libre juego de oferta y demanda: basta con que un par de operadores “de peso” se pongan de acuerdo y hagan correr la versión de haber concretado una compraventa “a un valor X”, para que ese “valor X” se convierta en la referencia del día. ¿Abuso de posición dominante? ¿Estafa a pequeños ahorristas? Quizá. Pero en un mercado absolutamente irregular y oscuro, “todos los gatos son pardos”, según el dicho popular.