Cuando 100.000 millones de euros no arreglan gran cosa

AAVV
Defendiendo que España recibiera uno de los mayores rescates de la eurozona hasta el momento, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy lo describió como una victoria tanto para España como para el proyecto europeo. "La credibilidad del euro es lo que ha salido ganando", declaró a los periodistas antes de volar a España para ver a España enfrentarse a Italia en ese otro eurotorneo deportivo. "Si la situación bancaria no estuviera resuelta, no iría". ¿Resuelta? No tan deprisa. Sea lo que fuere que pueda decir el señor Rajoy, o la Casa Blanca o el FMI, el acuerdo que se anunció el sábado por la tarde resuelve muy poco, pero en cambio deja abiertas muchas preguntas: para Madrid, para el español de la calle, para los bancos del país y para el euro. La única cosa que es absolutamente segura es que la aceptación por parte del señor Rajoy de una línea de crédito de 100.00 millones de euros (80.000 millones de libras esterlinas) señala una fase en la crisis del euro. En primer lugar, confirma que la escala del problema es bastante mayor de lo que anteriormente se había sugerido: la economía española es casi el doble de grande que los otros tres países que ya se encuentran en el pabellón de rescate del euro. En segundo lugar, no se puede descalificar a Madrid como una administración derrochadora al estilo de Lisboa o Atenas.

Que el Estado haya sido rescatado de los mercados financieros se debe en parte al enorme fracaso de los responsables políticos de la eurozona en mirar de frente esta crisis. No se ofrece tampoco ninguna resolución en el paquete que se acordó el fin de semana. El rescate de España no dibuja ninguna línea en la crisis de la eurozona. No hay ninguna alusión a los eurobonos, a una unión bancaria o a cualquiera de esas ideas que flotan en los discursos ministeriales y los trabajos de los grupos de expertos. Tampoco hay ningún compromiso con una estrategia seria de crecimiento a escala continental. Con ello se invita simplemente a financieros conmocionados y gente de negocios avisada a especular qué otros países acabarán aterrizando en la enfermería del euro. Es improbable que esa especulación comience de inmediato, pero podemos imaginar unos cuantos meses tórridos en los mercados financieros. Antes de todo eso, sin embargo, están los problemas que se desprenden del salvavidas financiero ofrecido a España. En primer lugar, pese a todo el énfasis en el término "rescate de la banca", se trata de una deuda que se consigna en la hoja de balances del gobierno. Los contribuyentes españoles tendrán al final que pagarlo. Dicho de otro modo, la población con la mayor tasa de desempleo de la UE tendrá que pasar décadas devolviendo una deuda en la que se incurrió para rescatar a cajas de ahorro irresponsables, con frecuencia administradas por gestores inútiles y directores amigotes. Cómo se lo tomará esto el país en el que arrancó el movimiento de protesta que llegaría a convertirse en “Ocupemos…” es una pregunta abierta, pero la respuesta más probable es: mal.

Tampoco deberían dejarse impresionar los votantes españoles por la jactancia del señor Rajoy de que este chute de efectivo no venga acompañado del programa de austeridad europeo/FMI al que se obligó a Irlanda, Grecia y Portugal. No es un secreto que el anterior presidente del gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se vio obligado a adoptar en 2010 un programa de austeridad tras intensas presiones de Angela Merkel. Este ultimo salvavidas también parece habérsele impuesto a Madrid, que todavía espera el informe de una comisión sobre el estado de su sector bancario, presumiblemente para aquietar cualquier temblor del mercado en previsión de la repetición de las elecciones generales griegas este fin de semana. Pero el préstamo sin condiciones al señor Rajoy alentará a los políticos de Atenas, Dublín y Lisboa a presionar para renegociar sus propios paquetes de rescate. En Grecia, Alexis Tsipras y la coalición de izquierdas Syriza utilizarán este argumento en su campaña.

Cuanto más se mira este rescate – que no afronta seriamente la reestructuración de los bancos españoles – más parece una invitación involuntaria a especular qué otros miembros de la eurozona pueden verse pronto en la línea de fuego de los mercados. La situación financiera de España es en ciertos aspectos mejor que la de Francia y muy cercana a la de Holanda. ¿Pesimistas? Tal vez. Pero claro, hace sólo un par de meses, el señor Rajoy desechaba cualquier sugerencia de que que pudiera solicitar un rescate. "España no va a ser rescatada; España no puede ser rescatada. No hay intención ni necesidad alguna y por tanto España no será rescatada". Y mira lo que le ha pasado. (Editorial de The Guardian)

Revista Sinpermiso Digital - 10 de junio del 2012

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