Conicet, motosierra, licuadora y después

Recuerdo que, cuando niño, me enorgullecía que Buenos Aires tuviera la “avenida más larga del mundo” (Rivadavia) y la más ancha (la 9 de Julio). Lo primero era un mito; lo segundo, cierto. Pero a esta altura de la vida me pregunto: ¿de qué debemos enorgullecernos los argentinos? (¿y de qué debemos avergonzarnos?). Sin duda, puede halagarnos ser campeones mundiales de fútbol, pero no encabezar la tabla mundial de inflación anual ni la de los países que más involucionaron en su producto bruto interno el último medio siglo.

Modelos enfrentados

El voto de los argentinos y las argentinas dirimirá en octubre con qué modelo de país intentaremos, nuevamente, reconstruir la Argentina: el modelo neoliberal periférico [1] o el modelo nacional, popular y democrático. Decimos “intentaremos reconstruir” y no “reconstruiremos” porque el período que comenzó el 10 de diciembre de 2019 demostró sin dejar lugar a dudas que no alcanza con ganar las elecciones; es necesario establecer mecanismos de participación popular que garanticen el cumplimiento de lo votado.

Situación en el CONICET

Desde el Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios (CIEA-FCE) de la Universidad de Buenos Aires, ante la preocupante situación del CONICET, manifestamos nuestro rechazo a la actual política de Ciencia y Técnica que ha resultado en un creciente desfinanciamiento y deterioro de las instituciones científicas y tecnológicas de nuestro país.

Declaración ante la agudización de la crisis en el sector científico

 

En un año el gobierno del Presidente Macri llevó a la ciencia argentina a una crisis que, lamentablemente,  va en camino de agravarse. La crisis no es el fruto de errores en la gestión sino la consecuencia del recorte de la inversión en ciencia y tecnología, en consonancia con una política de desindustrialización que abandona la búsqueda de soberanía tecnológica.