Condy Rice, una incondicional de Bush, bajo fuego por el 11-S

Bob Woodward

En su libro, el autor de esta nota afirma que ignoró amenazas de ataque a EE.UU. La Secretaria de Estado no dio crédito a los datos sobre el tema que le acercaron.

Autor: Bob Woodward
Fuente: Clarín

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El 10 de julio de 2001, dos meses antes de los atentados en el World Trade Center y el Pentágono, el por entonces director de la CIA, George Tenet, se reunió con su jefe de lucha contra el terrorismo, J. Cofer Black, para pasar revista a lo último sobre Osama bin Laden y Al Qaeda. Black expuso el tema, que incluía interceptaciones de comunicaciones y otros datos de inteligencia que mostraban la creciente posibilidad de que Al Qaeda atacara pronto EE.UU. Se trataba de un cuadro apremiante como para que Tenet decidiera que él y Black debían ir a la Casa Blanca de inmediato a comunicarlo.

Tenet llamó a Condoleezza Rice, la asesora de Seguridad Nacional, y le dijo que necesitaba verla con urgencia. Durante meses, Tenet había estado presionando a Rice para que fijara una política clara contra el terrorismo, incluidas ordenes presidenciales específicas denominadas "hallazgos" que darían a la CIA mayor autoridad para llevar adelante acciones encubiertas contra Bin Laden.

Tenet había perdido el sueño con la información de inteligencia reciente que había visto. No había ningún dato concluyente, pero el volumen de informaciones era tal que, como hubiera concluido cualquier oficial de inteligencia, se venía algo. Tanto Tenet como Black esperaban poder transmitir el tono exacto de su ansiedad y lograr que Rice hiciera que el gobierno se pusiera en movimiento de inmediato.

Ignoraba cuándo, dónde o cómo, pero Tenet percibía que había demasiado ruido en los sistemas de inteligencia. Dos semanas antes le había dicho a Richard Clarke, el director antiterrorista del Consejo de Seguridad Nacional: "Siento que algo va a pasar y esta vez va a ser lo peor".

Sin embargo, Tenet había tenido dificultades para lograr que se tomaran decisiones sobre un plan de acción inmediato contra Bin Laden. Esto se debía, en parte, a que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, había cuestionado todas las interceptaciones de la Agencia de Seguridad Nacional y otros datos de inteligencia. ¿Podía ser todo esto una gran fiasco? había preguntado Rumsfeld. Es posible que hubiera sido un plan para medir las defensas y reacciones de Estados Unidos.

Tenet hizo que la Agencia de Seguridad Nacional revisara todas las interceptaciones y ésta concluyó que eran comunicaciones verdaderas de Al Qaeda. Tenet esperaba que su intempestivo pedido de una reunión urgente conmoviera a Rice. El y Black, un veterano operador encubierto, tenían dos observaciones centrales que hacerle a Rice cuando la vieran. En primer lugar, que Al Qaeda iba a atacar intereses norteamericanos, dentro del propio EE.UU. En segundo lugar, éste era un problema de política exterior im portante que necesitaba ser abordado de inmediato. Se necesitaban tomar medidas en ese preciso instante —fueran éstas encubiertas, militares o las que fuere— para frenar a Bin Laden.

Tenet y Black tuvieron la impresión de no estar conmoviendo a Rice. La secretaria de Estado se mostró cortés pero ambos sintieron de todos modos su aire displicente.

Como todos ellos sabían, se estaba gestando un plan de acción encubierta contra Bin Laden, pero llevaría su tiempo. Pero Rice parecía estar concentrada en otras prioridades.

Tenet abandonó la reunión decepcionado. Si bien Rice les había dado un buen recibimiento, que no se fueran a tomar medidas de inmediato significaba que había grandes riesgos todavía. Black pensó que la decisión era un error político. Tanto Rice como el equipo de Bush habían "invernado" durante demasiado tiempo.

La reunión de ese 10 de julio entre Tenet, Clack y Rice no fue citada en los informes de las investigaciones sobre el 11-S, pero quedó grabada en las mentes de Tenet y Black como la advertencia más clara que dieron a la Casa Blanca sobre Bin Laden y Al Qaeda. Tiempo después, Tenet recordó esa reunión con Rice como una gran oportunidad perdida para impedir o frustrar los atentados. "Lo único que no hicimos fue presionar el gatillo del revolver que le pusimos (a Rice) en la cabeza".

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