Comentarios - Cómo abordar y comprender los nuevos actores sociales de la protesta agraria de los años 1990. Un debate que recién comienza

Realidad Económica 167 [i]Comentario al libro Un movimiento social agrario de los 90: las "Mujeres Agropecuarias en Lucha" de la región pampeana de María Inés Piriz, Roberto Ringuelet y María del Carmen Valerio. NURES (Núcleo Regional de Estudios Socioculturales), Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 1999.[/i] [b]Norma Giarracca*[/b]

Los distintos sectores sociales del campo han acompañado, con una intensidad desconocida anteriormente, los "ciclos de protesta" de la última década. En efecto, durante los últimos ocho años el número de protestas en el país se fue incrementando y el gran salto fue en 1997, cuando tales acciones aumentaron no sólo en cantidad sino en sus modos de expresión. En este escenario, las protestas llevadas a cabo en zonas rurales o realizadas por actores sociales agrarios siguieron la misma tendencia. Esta situación de expansión del conflicto en el campo argentino, se presagiaba desde 1992 y, en tal sentido, 1995 marcó un hito fundamental cuando surgió el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha (MML).

Por tales razones, no es casual que sociólogos, antropólogos y hasta algunos economistas, se hayan interesado por estos hechos y hayan iniciado estudios acerca de ellos. Los autores del texto que comentamos, antropólogos, sostienen que iniciaron la investigación en el mismo año de aparición del MML (1995) y que en este libro, exponen sus principales hallazgos.

El libro puede dividirse en dos partes: una primera donde se desarrollan los temas considerados de interés para comprender al movimiento, y otra, donde anexan materiales periodísticos así como textos y proyectos del MML. En esta segunda parte, se destacan dos artículos periodísticos del suplemento cultural del diario pampeano La Arena: "El coraje de romper el molde" y "Un corto camino" de María Di Liscia que son sumamente sugerentes e interesantes.

El libro presenta capítulos cortos y temáticos y luego aparecen los anexos que ocupan 58 de las 116 páginas. Es importante que haya sido publicado, aun de este modo, ya que estimula un intercambio de ideas acerca de estos nuevos actores y los modos de interpretarlos y comprenderlos.

Como reconocen los mismos autores en la primera nota a pie de página, Miguel Teubal y quien escribe publicamos en 1997, en Realidad Económica Nº 150, un primer artículo sobre los orígenes de las acciones colectivas que darían lugar al MML y los escenarios económicos de tales inicios. Fue producto de un corto trabajo de tipo exploratorio que emprendimos a fines de 1996, orientado a conocer al nuevo actor social y permitir elaborar un proyecto que abordara en todos sus aspectos la nueva protesta agraria. Desde entonces, seguimos con el tema a partir de una investigación más amplia y sistemática que trata de comprender estas acciones y la de otros nuevos actores en escenarios agrarios transgredidos y modificados1. En estos estudios participan sociólogos y economistas (así como algunos tesistas de agronomía); se abordan las situaciones económicas -en especial la del endeudamiento- y el nivel de las acciones, desde "el paradigma orientado al actor" (Long, N. 1994).

En estos dos años de investigación logramos entrevistar (durante varias horas) a la mayoría de las dirigentes del MML y a muchas de sus participantes y simpatizantes, incluidos varios agricultores hombres; asimismo hemos acompañado y registrado todas sus apariciones públicas importantes (organizadas por ellas o por otros) y hemos tomado contacto y entrevistado a sus abogados, sus asesores y funcionarios bancarios involucrados. Los economistas del equipo realizan un sistemático y riguroso seguimiento del problema del endeudamiento organizando datos inéditos. No se trata de una investigación terminada pero habilita para abrir un juicio fundado acerca del trabajo que propongo comentar ya que la novedad de este tipo de movimiento, limita la posibilidad de contar con informaciones y conocimientos acerca de él.

En primer lugar, a mi juicio, el trabajo incurre en dos errores de carácter metodológicos. En segundo lugar, en el nivel conceptual parte de cierta confusión que deriva en conclusiones que abren un posible debate. Veamos primero los problemas metodológicos.

1) La primera falencia del estudio deriva de trabajar en un nivel, el local, y sacar conclusiones para otro nivel, el nacional. En efecto, el trabajo se basa sobre un estudio llevado a cabo en el departamento de Olavarría pero pretende sacar conclusiones en el nivel de la Región Pampeana (según el título) o, aún más lejos, en el nivel nacional. Se deduce por las citas, que la mayoría de las entrevistadas son dirigentes de Olavarría, no obstante como ese material se complementa con una entrevista a Lucy de Cornelis (presidenta del movimiento) y una revisión de material periodístico, concluyen con una caracterización en el nivel nacional.

El MML es un movimiento de carácter nacional, funciona una Mesa Nacional, con representantes de la mayoría de las regiones. Su heterogeneidad social y regional es una marca que lo acompaña desde los mismos comienzos, pero aun así, el MML trata de encontrar ciertas características comunes y producir nuevos sentidos que le permitan construir una identidad colectiva. Este propósito aparece en las narrativas de las principales dirigentes de La Pampa, Santa Fe, Tucumán. En tal sentido, algunas regiones donde se encuentran funcionado el MML, son más "representativas" que otras de esta "identidad colectiva" en construcción. Pero las dirigentes conocen la importancia de la existencia de un "nosotros" que actúe como tal en las manifestaciones de los indivuduos, en los antagonismos de sus intereses y en la definición de sus expectativas y se manifiestan preocupadas cuando el nombre del MML o sus códigos son utilizados por sectores muy distantes a tal identidad colectiva.

Olavarría, en la provincia de Buenos Aires, es una de las regiones más alejada de estos sentidos. Este carácter excepcional de la región lo manifiestan las dirigentes pampeanas y las santafesinas pero se puede corroborar fácilmente a través de otros datos (cantidad de hectáreas promedio en propiedad) o por las diferencias discursivas entre las dirigentes de las distintas zonas.

En el trabajo comentado, esta "falencia de nivel" deriva en generalizaciones que considero equivocadas. Doy un solo ejemplo (pero en el trabajo se advierten varios más): en la página 29 sostienen que se trata de mujeres que por lo habitual se desenvuelven socialmente en el ámbito público aunque no ocupen cargos pero cumpliendo otras tareas "que implican conocimientos y manejo instrumental, sobre todo en los circuitos municipales". Puede ser que esto sea así para Olavarría, pero no lo es para el nivel nacional. En efecto, cuando entrevistamos a las 10 principales referentes nacionales, hallamos que sólo dos habían tenido una experiencia de participación pública anterior (véase Giarracca, N. y Teubal, M., 1999).

2) El segundo problema metodológico se observa en la imprecisión en que el trabajo incurre cuando pretende realizar una descripción de la ubicación estructural de los sujetos analizados. Para los autores, desde el punto de vista cuantitativo:

"Se trata de propietarios de 200 ha hasta 1000 ha, aunque los hay de 2500 ha y de 80. Se trata de una caracterización referida a Olavarría, coincidente con otras localidades de la provincia de Buenos Aires. En La Pampa y en Santa Fe se expresaría más allá de las coincidencias, predominantemente, una tradición chacarera" (pág.27).

Inmediatamente asumen esta imprecisón pero la justifican alegando que "nos da una idea aproximada del tipo de unidad productiva para la región". A mi juicio, nadie puede darse una idea aproximada con tal nivel de expansión de los márgenes de superficie y con tales generalizaciones conceptuales.

La falta de claridad en relación con la ubicación estructural de los sujetos analizados, les dificulta darse cuenta de que el "caso de estudio" emprendido por ellos es excepcional y a incurrir en la falacia de nivel equivocado.
Si hubiesen entrevistado a un número considerable para lograr representatividad de los miembros del MML, hubiesen hallado que pertenecen a explotaciones de tipo familiar, con un gran componente de trabajo familiar, sin traspasar las 500 ha y con un promedio mucho menor cuando se incorpora la zona Norte (Entrevistas del Grupo de Estudios Rurales).

A estos datos que registran las entrevistas se agregan, en nuestro caso, los conocimientos derivados del trabajo socioetnográfico que incluye visitas e interacciones con la mayoría de las dirigentes. En este largo período que incluyen varios "trabajos de campo" vamos construyendo relaciones que se profundizan con el tiempo: llegamos a sus casas, conocemos a sus familiares, conocemos sus mundos de vida, hablamos por teléfono frecuentemente con algunas de ellas, intercambiamos opiniones no sólo en relación con el tema de la investigación. Desde esta experiencia (que comparto con mi equipo), me parece un grave error aceptar, como hacen los autores de este libro, la caracterización de "mujeres de alcurnia" , citando a un juez de la zona. Esa cita, que tal vez tiene algún sentido para el MML de Olavarría, se transforma en un verdadero disparate para caracterizar al movimiento en el nivel nacional. La rigurosidad metodológica recomienda marcar con claridad estas diferencias regionales.

Y esta cuestión se toca, precisamente, con el segundo punto que querría tratar: el abordaje conceptual. Los autores oscilan entre tratar al MML como si fuese uno de los nuevos sujetos sociales surgidos de los procesos de democratización o, en otro lugar del trabajo, como sectores sociales con demandas de tipo económico.
"Más allá, nos parece evidente aquello que constituyó en el estudio un lineamiento general -lo que significa una toma de posición teórica- y es que el Movimiento de Mujeres no solamente se puede ver como un fenómeno de resocialización de los sujetos sociales en los nuevos escenarios que se van construyendo en el `proceso de transición democrática´, sino también formando parte del conjunto de fuerzas sociales nacionales ( de la ´formación social nacional´) en el marco mundial de la evolución del capitalismo" (pág.48)

Esta tensión entre abordarlos como sectores propietarios, tradicionales, que expresan valores católicos y patrióticos (pág. 35), reivindicando al "hombre de campo" (concepto que para los autores parecería conciliar la tradición de la gran propiedad y la tradición familiar) o pensarlos desde las nuevas conceptualizaciones, en espacios democratizadores, no está resuelta.

En rigor a la verdad, el trabajo no puede más que mencionar esta tensión ya que si se hubiesen decidido por profundizar la última mirada, hubiesen necesitado ahondar en tales teorizaciones (sólo citan a Alain Touraine) y generar otras estrategias metodológicas que les permitiera acercarse más a los sujetos pero además, conocer mejor las condiciones estructurales de generación y funcionamiento del MML, en el nivel nacional. Las decisiones conceptuales y las metodológicas siempre están estrechamente conectadas y este trabajo no escapa a esa regla. Las acciones de estas mujeres se deducen, para los autores, de los determinantes estructurales.

El desafío está precisamente en conocer ese espacio entre la estructura y los sujetos que posibilita la formación de "un actor", espacio ubicado en el nivel de la contingencia y no en el de las determinaciones. Como sostiene Melucci (1987), las acciones colectivas no pueden considerarse como efectos de precondiciones estructurales o como expresión de valores y creencias sino como nuevas inversiones que redefinen, en términos cognitivos, el campo de posibilidades y límites que perciben y que activan el sentido del "estar juntos" (o la nueva identidad colectiva).

Las comprensiones y las rotulaciones de estos nuevos actores tienen una importancia que traspasa el campo académico. Es necesario acercarse y comprenderlos sin prejuicios o prenociones. No se trata de "conocer a los actores" sino de conocer hasta qué punto ellos logran formarse como tales (desplegar sus capacidades agenciales). Y en esta tarea es imprescindible orientarse a las dislocaciones de aquellas identidades sociales que aparecían como plenas, que es precisamente, el momento de la conflictualidad social. Como plantea Melucci, en nuestro rol de investigadores, la capacidad de producir conocimientos supone también responsabilidades en relación con este conocimiento producido y con su destino. Desde una teoría constructivista, nuestros discursos como académicos también intervienen en la producción de significados que rodean a este actor en formación.

Bibliografía citada
Giarracca, N. y Teubal, M. (1997), "El Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha. Las mujeres en la protesta rural de la Argentina" en Realidad Económica, Nº 150, Buenos Aires.
Giarracca, N. y Teubal , M. ,(1999), "Crisis y protestas agrarias en Argentina: expansión y fortalecimiento del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha" Ponencia presentada al IX Congreso Brasileiro de Sociología, Universidad Federal de Río Grande Do Sul, Brasil.
Long, N. Y Long, A., (1992), Battlelfields of knowledge, Londres, Routledge
Melucci, Alberto, (1987), "An end to Social Movement?, Introductory paper to the sessions on New Social Movement and Change in organizational forms", en Social Science Informational, Vol. 23, Nº 4/5, E.U.A.

Notas
· Profesora Titular de Sociología Rural y Coordinadora del Grupo de Estudios Rurales de la Facultad de Ciencias Sociales-UBA. Coordinadora del Grupo de Trabajo de Desarrollo Rural del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
1 Se trata de la investigación "Acciones colectivas en escenarios agrarios y ruralidades en transformación" con financiación de UBACYT y becas IDES de estímulos a jóvenes miembros del GER. La Lic. Karina Bidaseca recibió una de tales becas para profundizar algunas temáticas acerca del MML.

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