Por el choripán

Imagino de ustedes tendrán que leer esta columna a las apuradas antes de arrancar para el Congreso. Eso es malo para mí porque quizá se la olviden o ni siquiera tengan tiempo de leer y no se enteren de esto. Y a la vez es bueno, porque el apuro y la felicidad del día deberían contribuir a que cualquier cosa que yo escriba, a ustedes les parezca apropiada. El asunto es que hoy el choripán nos espera una vez más. Y allá vamos.