Mitos del Pacífico

En la IV Cumbre de la Alianza del Pacífico, constituida en 2011, el presidente mexicano Felipe Calderón definió abiertamente los objetivos geopolíticos confrontacionales que perseguía el nuevo agrupamiento: “En América Latina creamos la Alianza del Pacífico entre México, Colombia, Perú y Chile e invitamos a otros jugadores.

Los secretos del TPP

En su discurso del miércoles pasado, CFK citó –y avisó que subiría a su Facebook– un artículo firmado por el Premio Nobel Joseph Stiglitz –y por el profesor del Instituto Roosevelt Adam S. Hersh– sobre “la farsa” del TPP. Recomendó leerlo para entender a qué se le llama eufemísticamente “libre comercio”. Hace diez días, intempestivamente dados los entuertos, las protestas y las presiones no sólo de centrales sindicales sino también de cámaras empresarias tanto de México como de los propios Estados Unidos y Canadá, el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica) fue firmado por once países costeros del Pacífico: Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam.

Las tres Latinoaméricas

Como el foie gras, la Declaración de los Derechos del Hombre y la guillotina, América Latina es un invento francés. Aunque se ha naturalizado y hoy parece un simple recorte geográfico, la idea surgió en 1860, como resultado de las ambiciones de Napoleón III de incorporar al continente americano a la esfera de influencia de Francia a través del establecimiento en México de la monarquía de Maximiliano de Austria. En los planes del emperador de la farsa, el decisivo apoyo francés consolidaría un México independiente que funcionaría como barrera frente al expansionismo de Estados Unidos, garantizaría los intereses coloniales de París en el Caribe y permitiría abrir los mercados de Centroamérica y el Norte de América del Sur (1).

Aunque el Segundo Imperio Mexicano terminó en un fracaso y Maximiliano fue fusilado tres años después de asumir el trono, la idea de América Latina como la región que comprende a todos los territorios no anglófonos de América se fue afianzando.

El acuerdo con la Alianza del Pacífico y los intereses en juego

El Mercosur es un mecanismo abierto a relacionarse con todos los bloques económicos y comerciales del mundo de manera que no hay ningún tipo de contradicción”, dijo el canciller venezolano Elías Jaua a los periodistas, al ser consultado el pasado lunes 28 sobre la confluencia con la Alianza del Pacífico. “Sin embargo, la resolución más importante de esta cumbre (…) es crear ya los mecanismos para promover la constitución del espacio económico y complementario con el Caribe”, agregó Jaua, al concluir la reunión de cancilleres preparatoria a la cumbre en Caracas.

Alianza del Pacífico: ¿integración o dependencia?

El tablero político de América Latina se sacudió estos últimos años con la aparición de la Alianza del Pacífico, bloque regional constituido por México, Colombia, Perú y Chile. No es casual: se trata de cuatro países que tienen Tratados de Libre Comercio con EE.UU., y cuyos últimos gobiernos han sido mayormente conservadores: Peña Nieto en México, Santos en Colombia, Humala en Perú y Piñera en Chile. ¿Cuáles son sus principios organizativos? ¿Qué tipo de integración buscan estos países?

Alianza del Pacífico esconde intereses geopolíticos de Estados Unidos

Más que una alianza comercial es una alianza geopolítica. En el océano Pacífico están todos los países que se escapan a la hegemonía de los Estados Unidos, que indudablemente es la cabeza de esta alianza conducida por el sector neoliberal más extremo.

La organización referida, que aglutina a Chile, Colombia, México y Perú, que pretendería tener solo bases comerciales, esconde intereses geopolíticos de los Estados Unidos, en su aspiración a contener el fuerte ingreso comercial y financiero de China en la región, y en menor medida, de la Federación Rusa.

Soberanía regional o periferia de lujo

Dos proyectos de asociación regional se enfrentan en América del Sur: la Alianza del Pacífico y la UNASUR. Ambas son incompatibles, responden a intereses geopolíticos opuestos que colocan a cada uno de los países de la región ante una disyuntiva. Ya no quedan espacios ni para ingenuidades ni para distracciones.

“Existe una cierta tendencia en nuestras perspectivas integracionistas a sobrecargar de ideología las lecturas sobre los diferentes proyectos subregionales”, escribió Carlos Chacho Álvarez, secretario general de Aladi (Tiempo Argentino, 2 de junio de 2013).