Que se jodan todos.

Por segunda vez, el electorado chileno rechazó un texto constitucional. Si en 2022 el texto fue rechazado por ubicarse «demasiado a la izquierda», este lo fue por ser «demasiado de derecha». Tras ello no hay una demanda de mero «centrismo», sino que subyace un clima de «Que se vayan todos». Este resultado desordena la casa de la derecha y golpea con fuerza las ambiciones presidenciales del radical José Antonio Kast, aunque no ordena la casa de la izquierda.

¿País polarizado?

El politólogo Juan Pablo Luna cuestiona la idea de que Chile esté polarizado. La que sí lo está es nuestra clase política, cada vez más personalista, estridente, siempre atenta a sacar provecho de escándalos contingentes, escribe. En la tercera columna de esta serie, Luna sugiere que lo que le pasa a Chile es que está cruzado por un descontento social al que hoy se suman “desesperanza y el hastío”. Nuestra clase política no es capaz de leer y representar ese descontento, advierte.

Chile entre votos y balas

En pleno desarrollo del proceso constituyente, y de la postergación de las elecciones por la pandemia, el clima social y político de Chile está enrarecido. La violencia desatada por el gobierno de Piñera para reprimir el estallido social de 2019 continúa, en tanto que los hechos ocurridos por entonces permanecen en la impunidad y cientos de manifestantes siguen detenidos sin condena. No es extraño que todas las instituciones del Estado hayan sido cuestionadas durante este año y medio de crisis y se haya hecho necesario abrir un proceso de cambio constitucional.