Nobel de la Paz a la UE: ¿un reconocimiento póstumo?

Se ha querido premiar un proceso de integración postnacional que impulsó el resurgimiento de Europa luego de guerras y matanzas. Pero ese ideal atraviesa por su peor momento.

En muchos aspectos el Nobel de la Paz otorgado a la Unión Europea puede leerse como un premio a la ilusión de lo que la realidad debería ser en lugar de lo que en verdad es. Se uniría en esa visión al que se le otorgó hace tres años al recién llegado presidente de los Estados Unidos Barack Obama, un gesto prematuro entonces a los frutos de un árbol que aún no había todavía florecido, como señalamos aquí mismo en su momento, y que después se confirmó claramente excesivo.

El Nobel de la desvergüenza

Los amos del dinero y el capitalismo casino, las grandes fortunas europeas, los grandes diseñadores de este mundo de impiedad y desvergüenza, están descorchando sus botellas de champagne mientras ríen satisfechos por su poder inconmensurable: como si se tratara de un título nobiliario que se puede comprar para adornar con falso linaje sus fortunas mal habidas y manchadas de sangre, los impúdicos miembros de la troika que con mano de hierro dirige la vida y destino de centenares de millones de ciudadanos europeos se han adjudicado a sí mismos el Nobel de la Paz. Si no fuera trágico