No hay luz ni final del túnel

La batalla es política. Es una batalla de ideas. En un mundo en crisis, y una crisis que se ha ido profundizando y convirtiendo en social y política, Argentina y la región juegan la carta fuerte de instrumentar políticas que van a contramano del pensamiento dominante. Y no pueden darse el lujo –ni cometer el error– de ir solos. Esta semana se congregaron en Buenos Aires dos encuentros académicos de carácter internacional para debatir sobre la crisis mundial, las características de la etapa para América latina y los dilemas que presenta el futuro. Funcionarios de primera línea del Gobierno expusieron allí las respuestas dadas en materia de política macroeconómica y plantearon su diagnóstico. Defendieron los instrumentos y los explicaron como pocas veces lo habían hecho antes –si es que hubo alguna vez anterior–, señalando que el propósito es anticiparse a consecuencias más graves que podrían derivarse de la crisis mundial. Encontraron el consenso de importantes pensadores heterodoxos del mundo y algún cuestionamiento a la forma en que se aplican las medidas de parte de expertos locales. Un debate tan útil como imprescindible, teniendo en cuenta, como allí se dijo, que lo peor de la crisis todavía está por venir.