Una renta para todos

Tal como han dejado en evidencia algunos estudios recientes sobre el tema (véase este artículo de Fortune), la substitución del hombre por parte de las máquinas es ya una realidad, y dentro de pocos decenios las profesiones de menor contenido intelectual las desempeñarán robots. Pese a la posibilidad de “liberar” finalmente a millones de personas del yugo de empleos alienantes (será por lo tanto deseable un sistema de enseñanza en condiciones de preparar a las nuevas generaciones para esta libertad profesional, en la que serán claves la originalidad y una mayor conciencia propia), uno de los probables efectos a medio plazo de este cambio tecnológico parece ser un aumento del número de desempleados, sobre todo entre los trabajadores menos cualificados. Consecuencias fácilmente previsibles: un ulterior incremento de las desigualdades en la distribución de la renta, además de un incremento de la inestabilidad social.

Una realidad con distintas interpretaciones: la macro de la década “ganada”.

Entre los cientistas sociales, las décadas integran una periodización habitual a la hora de realizar balances sobre los procesos sociales y económicos. Luego de haber superado una década integrada por gobiernos del mismo signo político, surgen diversos análisis sobre el proceso político iniciado en 2003.

Bajo lecturas cercanas a las posiciones del gobierno, se menciona el robusto desempeño macroeconómico, sólo afectado a través del impacto de la crisis económica internacional a partir del 2008-2009. De esta manera, las tendencias favorables sobre el mercado de trabajo y la desigualdad se mantendrían, aunque ralentizadas por los problemas de la economía mundial. En una mirada retrospectiva para la década, este razonamiento enfatiza las continuidades existentes en materia de política económica y su expresión en la realidad.

La desigualdad en los ingresos laborales. Su evolución en la posconvertibilidad.

El mercado de trabajo ha sufrido importantes transformaciones en el marco del nuevo patrón de crecimiento económico que tuvo lugar tras el fin de la convertibilidad. Entre estos cambios, se destacan la extraordinaria creación de puestos de trabajo, que implicó una fuerte reducción en la tasa de desocupación, y las mejoras en la calidad del empleo. Sin embargo, como es sabido, los ingresos reales de los trabajadores han tenido una recuperación limitada.

Partiendo de estas evidencias, el presente trabajo indaga acerca de los cambios que el mayor nivel de ocupación y el ascenso relativo de los ingresos reales han tenido sobre la distribución del ingreso en el período 2002-2011. Para ello, se analiza tanto la distribución funcional del ingreso, es decir, la participación de los trabajadores asalariados en el producto generado, como la distribución del ingreso al interior de la clase trabajadora, diferenciando la situación relativa de distintos grupos de ocupados según la forma en que se insertan en el mercado de trabajo, su nivel educativo y la rama de actividad en la que se desempeñan.

¿Resurge el sujeto histórico?: cambios en el colectivo del trabajo asalariado: 1974-2006

El mercado de trabajo urbano viene transitando por un ciclo de acelerada expansión, que parece haber cobrado renovado vigor en el transcurso de los últimos años. Este panorama promisorio parecería desmentir las profecías apocalípticas acerca del fin del trabajo que florecieron en los años noventa, a la vez que introduce una nueva pregunta: ¿se encamina la Argentina a retornar a una situación laboral similar a la de los años setenta, antes de la gran transformación que produjeron las políticas destinadas a debilitar al movimiento obrero implementadas durante la dictadura militar primero y las reformas estructurales derivadas del Consenso de Washington más tarde?

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