Más Ciencia y técnica con mayor compromiso social

Arq. Horacio Berretta*
Con motivo de los anuncios de la creación de la Carrera del Tecnólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el Arq. Horacio Berretta ha enviado a sus autoridades esta nota en la cual analiza algunas contradicciones inherentes al desarrollo de la Ciencia y Tecnología (C y T) y su declarado objetivo de servir al bienestar general. También se destaca el escaso interés y sentido autocrítico de la dirigencia y la intelectualidad respecto de estos temas y se plantea, a su vez, la necesidad de una reorientación de los planes de C y T vigentes en el marco de un desarrollo nacional.

*Investigador Superior del CONICET, fundador del Centro Experimental de Vivienda Económica (CEVE) y Presidente de la Asociación de Vivienda Económica (AVE) de Córdoba.

Hoy “no es pensable desarrollar cumplidamente la tarea de investigador sin el compromiso concreto con el medio que sostiene el sistema de Ciencia y Técnica" (Iván de Hamptienne).

En efecto, no bien echamos una mirada general, advertimos que detrás de los espectaculares adelantos en diversas ramas de la ciencia y la tecnología desarrolladas en la “civilización de la abundancia”, se acrecienta la brecha entre riqueza y pobreza, y la exclusión de dos tercios de la humanidad, junto a la destrucción del planeta tierra y el despilfarro de sus recursos no renovables. Esto no puede dejarnos indiferentes o despreocupados del destino final de nuestras actividades específicas de investigadores. Resulta sarcástico e irracional que el bienestar para todos, que prometía la modernidad a partir del desarrollo de Ciencia y Técnica y el intercambio mundial, concluya en un camino sin salida si no somos capaces de orientarnos más allá de los intereses de países y corporaciones que detentan el poder económico, político y militar.

En esta situación cabe preguntarse acerca del generalizado desinterés de la dirigencia y la intelectualidad por buscar respuestas apropiadas a los masivos problemas que afectan la vida en democracia, estando sin embargo parados sobre un volcán en erupción. Bajo apariencias de opulencia, el panorama se presenta en gran parte desolador, no obstante, vemos aún ligeros atisbos de esperanza, si todos, y especialmente las elites del intelecto, colaboramos en ver y generar un comportamiento de racionalidad, justicia y solidaridad en todos los campos del pensar y hacer, particularmente en los de la política económica, social y del medio ambiente, tan ligada al “estilo tecnológico” desarrollado en la era actual.

En nuestro país y el Tercer Mundo comprobamos que el grueso de la tecnología importada contiene el código genético de sus mecenas, que nos endeuda más y es expulsora de mano de obra, estando orientada a explotar las apetencias de los niveles pudientes que imitan las pautas de consumo de los países ricos en un trasfondo de pobreza y exclusión.

Mientras hemos dejado de lado la generación de “tecnologías adecuadas” para el mejoramiento de la calidad de vida de las masas y desarrollo de trabajo intensivo, aunque contamos con un millón de jóvenes sin estudio ni empleo y un tercio de la población desocupada, ¿podemos seguir aún mirando de costado este descomunal problema en el que sin embargo estamos todos implicados? El camino de la globalización hegemónica del Norte nos ha introducido el “caballo de Troya” que arrastra la profundización de la injusticia, mayor dependencia del exterior, quiebre de la industria nacional y destrucción del medio ambiente, en aras de una apariencia ilusoria de desarrollo para los ya desarrollados.

Tecnología apropiada

Constatamos en primer lugar que en nuestro país, empobrecido por su clase dirigente, “sabemos producir científicos pero no sabemos desarrollar tecnólogos, y este es uno de los principales problemas a resolver en el corto plazo si queremos alcanzar algún día un desarrollo más independiente, basado en la fortaleza del conocimiento propio” (Lic. Carlos Debandi.). Nuestro sistema de Ciencia y Técnica, con sus resultados y sus yerros, ha sido generado según patrones del exterior (exogenerado) y a la vez, en gran parte, ha sido dirigido sobre sí mismo (endodirigido). Pero existen atisbos de comenzar a revertir el proceso, entre los que quiero destacar los primeros pasos del CONICET para establecer la Carrera del Tecnólogo, lo cual es muy prometedor, siempre que con razonabilidad tenga igual rango que la Carrera del Científico y pueda contar con sus propias modalidades en el campo específico.

Con esta óptica conviene recordar que en lo referente a la evaluación futura del investigador tecnológico o tecnólogo es importante no reincidir en la prioritaria producción de “papers” y su publicación en el exterior, ya que se ha comprobado que “en estos últimos cinco años en América Latina, la publicación de 200 papers en las mejores revistas científicas internacionales dieron lugar a 517 patentes, todas en países desarrollados, pero que no involucraron a los investigadores originales” (Lino Barañao). Como puede verse, en todos los campos seguimos subsidiando a los ricos. En el diseño de la carrera del investigador tecnológico, la materia central de su evaluación debería corresponder a una efectiva capacidad de contribuir a la solución de problemas y necesidades concretas y prioritarias locales y “la ejecución de programas y proyectos de desarrollo e innovación”, tal como lo define el artículo 2 del Proyecto de Ley Carrera de Tecnólogo del CONICET.

Para cerrar convenientemente este proceso, se hace primordial pues enfatizar la ardua y compleja tarea de interfase orientada a la masividad, esto es: desarrollo de tecnologías apropiadas y apropiables para los sectores mayoritarios, postergados o excluidos. Por esto es hora de ponderar y afianzar, junto a la excelencia en toda investigación, la importancia del sentido de servicio, no sólo al sector productivo regulado por el mercado, sino prioritariamente al sector social, totalmente segregado de la acción privada lucrativa.

A diferencia de la transferencia a empresas, en el caso de la relación con sectores populares se debe contar con personal especializado y entrenado en el campo social, educativo y productivo para retroalimentar un proceso unitario de investigación-acción y servicio, con sus correspondientes ajustes de carácter cultural, político y psicológico sobre un tema tan complejo como el del hábitat social, ligado a su vez a capacitación y generación de fuentes de trabajo, gestión, organización comunitaria, afianzamiento de la familia, etc.

La imagen integral de CyT con proyección social nos alerta acerca del peligro que representa para nuestros jóvenes investigadores una formación neutra, abstracta o meramente académica, sin compromiso efectivo con las grandes necesidades del país y el servicio a las mayorías. Por ello en el Tercer Mundo “es urgente formar un ejército de científicos y técnicos realmente comprometidos con la solución de las necesidades primarias de nuestros pueblos” (Mahatma Gandhi).

Con esta visión amplia, se advierte “que la exaltación ilimitada de la competencia conduce a un desperdicio enorme de trabajo y termina amputando la conciencia social... que es el peor daño del capitalismo, ya que impulsa a una actividad competitiva exagerada del hombre, entrenándolo para adorar el éxito codicioso e individualista” (Albert Einstein) como base de preparación para el futuro.

Por último, el investigador, como todo ser humano, desde el campo específico de su tarea no puede desentenderse del apoyo para la construcción de una verdadera democracia social, democracia tan desestimada en nuestros países por políticas injustas, cuyos resultados los van haciendo cada vez menos gobernables. Por ello desde el campo del conocimiento, del desarrollo e innovación, nuestra tarea de servicio implica salir de “la torre de marfil”·para un mayor compromiso con la realidad concreta.

Sólo colaborando en concebir e implementar los cambios necesarios que requiere esta hora tendremos la posibilidad de contribuir al engrandecimiento de nuestro país y América Latina, comprometiéndonos desde el hacer “con el desarrollo de todo el hombre y todos los hombres” (Encíclica Populorum Progressio).

Fuente: Saber Como – INTI - Nro. 50 - Marzo 2007

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