La indispensable reconstrucción de la internacional de los trabajadores y de los pueblos

Samir Amín (El Cairo 1931, París 2018), que acaba de fallecer en su ciudad de adopción, ha sido sin duda uno de los intelectuales marxistas árabes más influyentes del siglo XX. Estudió en París ciencias políticas, estadística y economía y dedicó una parte muy importante de su vida a la práctica política, marcando con su impronta intelectual a varias generaciones militantes hasta llegar al Foro Social Mundial. Su tesis, “Los orígenes del subdesarrollo: la acumulación capitalista a escala mundial” partía de la desigualdad creciente generada por la expansión mundial del capitalismo y la necesidad de “desconectar” de él para poner en pie un internacionalismo de los pueblos que volviese a plantear un horizonte socialista para la superación de la crisis del sistema capitalista. Samir Amín ha dejado tras de si una importante obra teórica, la mayor parte traducida al español, y hace escasamente un año publicó un llamamiento a la reconstrucción de una Internacional de los Trabajadores y los Pueblos, que hoy reproducimos como merecido homenaje

Lucha de clases, a izquierda y derecha

 

A veces, la mejor manera de apreciar una noticia es leerla junto con otra noticia, solo esa confrontación nos permite discernir qué es lo que está en juego en un debate. Tomemos las reacciones a un texto incisivo: en el verano de 2017, David Wallace-Wells publicó el ensayo Tierra inhabitable que de inmediato se convirtió en una leyenda. Describe clara y sistemáticamente todas las amenazas a nuestra supervivencia, desde el calentamiento global hasta la perspectiva de un billón de refugiados climáticos, y las guerras y el caos que todo esto causará. 

"Una ‘tormenta perfecta’ de desigualdad en el horizonte"

Branko Milanovic [entrevistado por Felipe Ossa para la revista New York] ha pasado decenas de años estudiando la desigualdad de rentas. A lo largo de la mayor parte de sus veinte años como economista jefe del Banco Mundial, afirma, “ni siquiera la palabra desigualdad era políticamente aceptable, porque parecía algo salvaje o socialista o lo que sea”. Eso empezó a cambiar hace unos pocos años, gracias en parte a Milanovic, que ayudó a introducir El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, en el mundo anglosajón con una crítica de veinte páginas que recibió amplia difusión antes de su publicación en los EE.UU. en 2014. Desde entonces, la desigualdad se ha convertido en palabra de moda, y en cuestión central en la campaña presidencial norteamericana.

La venganza de Marx, o cómo la lucha de clases está definiendo el mundo.

El corresponsal de la revista Time en Beijing, Michael Schuman, ofrece en la sección de “Negocios y dinero” del conservador semanario norteamericano esta angustiada y reveladora reflexión sobre el mundo actual.

Karl Marx parecía muerto y enterrado. Con el hundimiento de la Unión Soviética y el gran salto chino hacia el capitalismo, el comunismo se desvaneció hacia los mundos pintorescos de las películas de James Bond o hacia el mantra manipulado sobre Kim Jong Un.

La lucha mundial de clases: la geografía de la protesta

Cuando son buenos los tiempos, y la economía-mundo se expande en términos de nueva plusvalía producida, la lucha de clases se acalla. Nunca desaparece, pero en tanto exista un bajo nivel de desempleo y los ingresos reales de los estratos más bajos suban, aunque sólo sea en pequeñas cantidades, los arreglos sociales son la orden del día.

Pero cuando se estanca la economía-mundo y el desempleo real se expande considerablemente, esto significa que el pastel total se encoge. La cuestión entonces resulta ser quién cargará el peso del encogimiento –dentro de cada país y entre países. La lucha de clases se torna aguda y tarde o temprano conduce a un conflicto abierto en las calles. Esto es lo que ha estado ocurriendo en el sistema-mundo desde la década de 1970 y del modo más dramático desde 2007. Hasta ahora, el estrato más alto (el uno por ciento) se ha aferrado a su tajada, de hecho la ha incrementado. Esto necesariamente significa que la tajada del 99 por ciento se ha encogido.