La lucha por las fuentes de petróleo y gas, eje de las guerras del futuro

Así lo estimaron expertos energéticos en una reciente cumbre del sector. Néstor Restivo SAN DIEGO ENVIADO ESPECIAL Fuente: Clarín

La posesión de recursos energéticos siempre levantó polvo, desde que alguien descubrió el fuego y otro quiso robárselo hasta que en 2002 nació el último país, Timor Oriental, y ya lo enfrenta Australia por pozos de gas del Pacífico.

A cada fase energética siguió otra, nunca en paz. Lo explicó aquí, en la Conferencia Anual de Energía Latinoamericana, William Fisher (Universidad de Texas). A la madera siguió el carbón, aún con peso en la energía mundial. El siglo XX fue del petróleo y luego el gas. Y si los combustibles fósiles dejarán un día su reinado, asoman el hidrógeno o las energía hídrica, nuclear, solar o eólica. Pero hay petróleo y gas para algunas décadas, y como las otras industrias son caras, geólogos y empresas buscan -más con un barril a US$ 70 y en alza- reciclar pozos viejos, mejorar técnicas de aguas profundas u operar sobre arenas bituminosas separando lo que sirve en Canadá, Venezuela o Rusia, ilustró Jacques Chambert, de Total.

Muchos conflictos globales huelen a crudo. El 55% del petróleo y el gas está en el Golfo Pérsico y Rusia. Pero concentran el mayor consumo EE.UU. (petróleo y gas) y China (más carbón, del cual es primer productor). El G-8 tiene el mayor consumo de energía nuclear (EE.UU., Francia y Japón, más de 50%) y potencias intermedias, el de hidroelectricidad.

La Tierra come hoy 80 millones de barriles de petróleo diarios, 160 mil litros por segundo, y el acceso a la energía genera tensiones como desde la prehistoria. El sector privado posee 16% de las napas hidrocarburíferas contra 84% de las firmas estatales, lamentó Carlos Atallah, de Chevron-Texaco. Y las multinacionales refunfuñan más por la saga de nacionalizaciones en Latinoamérica. No sólo Bolivia, sino Ecuador, Venezuela, ¿Argentina? Y en México, ni el liberal Vicente Fox abrió Pemex, el monopolio estatal más cerrado. "Nacionalismo y populismo" les parecen malas palabras y están de moda.

"En la región -dijo a Clarín Alvaro Ríos, de OLADE- hay una historia pendular entre rol estatal y privado, nunca punto medio". Ríos y otros expertos participaron aquí de la Conferencia y de un seminario en el Instituto de las Américas, en La Jolla.

Ex ministro de Bolivia, Ríos agregó: "Hay estatales eficientes, Petrobras, Ecopetrol de Colombia o la chilena Enap. Cuando a Chile le faltó gas por la crisis argentina, el gobierno le pidió a Enap buscar alternativas ¿iba a pedírselo a Shell, a Exxon? Los privados aportan tecnología, riesgo, responsabilidad social, pero su fin es la ganancia, no regular o pensar estrategias".

Sobre Bolivia protestan todos los privados, pero nadie se va. Si hasta van a Angola, a la Venezuela de Chávez o a Cuba, menos los de EE.UU. pero porque, a su pesar, su propio gobierno lo veda. "Estamos curtidos y somos apolíticos, geología y negocio tiran más que la política", dijeron.

Sudamérica tiene las terceras reservas de petróleo y gas del mundo tras Oriente Medio y Eurasia, más carbón, hidroelectricidad y energía nuclear. EE.UU duplicará su demanda hacia 2020 según la Agencia Internacional de Energía, y China, que ya acordó en Venezuela, Brasil o Chile, será algún día el mayor comprador regional.

"La energía está en todas las cabezas de EE.UU., del Congreso a quien carga nafta", indicó Thomas McCarthy, de la firma Kissinger-McLarthy. "Y en China la seguridad energética es central en sus debates sobre seguridad nacional", acotó Mikkal Herberg, del Consejo de EE.UU. de Investigaciones sobre Asia.

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