El Parlamento de Cambiemos

 

Nuevamente, bajo el paraguas de un objetivo loable como es el fomento del emprendedurismo, se impuso en el mismo texto la sanción de otros temas como la creación de una nueva forma societaria, las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), en una propuesta que busca flexibilizar al máximo la constitución de empresas y disminuir los controles y la carga tributaria sobre las mismas. Esto lleva inexorablemente a correr muchos riesgos entre los cuales se destaca la posibilidad de que las SAS lleguen a ser utilizadas como “fachada” para la ejecución de actividades ilícitas y para la elusión de los aportes de la seguridad social de los trabajadores, como ha sucedido en muchos de los países en los que se ha implementado este tipo de sociedades.

Sobre los emprendedores

Cada fase del capitalismo construye un sujeto social icónico, que lo encarna y le provee la legitimidad imprescindible para seguir funcionando. En el siglo XX, en un contexto de keynesianismo económico, ampliación de los derechos sociales y compromiso de clases, fue el empresario paternalista al estilo Henry Ford, que estableció la jornada de 40 horas, concedió vacaciones pagas y salarios altos, bajo la revolucionaria idea de que los trabajadores pudieran comprar –en cuotas– los autos que ellos mismos fabricaban.

Este modelo de patrón benévolo eclipsó al empresario explotador de los inicios de la Revolución Industrial estilo Josiah Bounderby, cruel personaje de Tiempos difíciles, y recién fue reemplazado varias décadas después, en los 80, cuando el capitalismo industrial de las chimeneas y las líneas de producción fue mutando a un sistema abierto y crecientemente globalizado, hegemonizado por los servicios, el consumo y sobre todo las finanzas, que la literatura condensó en Sherman McCoy.