Elecciones presidenciales en Francia. Reconstruir / Ignacio Ramonet

La victoria de Nicolas Sarkozy, el 6 de mayo de 2007, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, con el 53% de los votos, marca un viraje decisivo en la historia de la V República francesa. Porque no se trata de la simple reconducción de la derecha al poder –que ocupó al más alto nivel desde 1958 hasta 1981 y nuevamente desde 1995–, sino de un cambio de gran envergadura. Autor: [b][color=336600]Ignacio Ramonet*[/color][/b] [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Entrevista con el filósofo Daniel Bensaïd: "Nos encontramos ante el desafío de una reconstrucción social y política" [/size]

El programa del candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y las fuerzas que optó por congregar a su alrededor marcan una inflexión mayor: reflejan al primer Presidente francés a la vez neoliberal, autoritario, proestadounidense y proisraelí.

La confusión sistemática de una campaña signada por referencias eclécticas, desde Juana de Arco a Léon Blum, no alcanza para disimular el muy marcado perfil político de Sarkozy. Si bien apela a un voluntarismo gracias al cual el Estado podría “proteger” a Francia y a los franceses, su programa económico y social se nutre de las viejas recetas thactcheristas y privilegia... a los privilegiados. En el mismo sentido, sus pujos republicanos no alcanzaron a borrar su visión esencialmente securitaria de la sociedad, en la que simplemente responde con la represión a las reivindicaciones de las categorías populares y la juventud. En una prolongación lógica de esta manera de pensar, sus opiniones sobre los orígenes genéticos de la pedofilia y del suicidio son claramente ilustrativas sobre la eugenesia rampante que lo inspira. Finalmente, a pesar de los esfuerzos que hizo por atenuar el efecto de la bendición solicitada al presidente George W. Bush, no renegó de su voluntad de acercamiento a la política estadounidense, incluso en Medio Oriente, por no hablar del entierro del referéndum del 29 de mayo de 2005 sobre el Tratado Constitucional de la Unión Europea (1), anunciado mediante un procedimiento parlamentario...

El programa de Sarkozy es importante; la “clientela” que se lo compró no lo es menos. Desde este punto de vista, las grandes maniobras del período que separó a ambas vueltas electorales, destinadas a recuperar el electorado centrista de François Bayrou no borran de la memoria los meses de incitación al electorado de extrema derecha de Jean-Marie Le Pen. Con la excusa de “reconvertir” a la democracia a las tropas de este último, el candidato de la derecha hizo suyas las tesis de la extrema derecha: desde la propuesta de crear un ministerio de la Inmigración y de la Identidad nacional a la recuperación de la consigna “Francia, o se la ama, o se la deja”; desde la caza a los indocumentados incluso en las puertas de las escuelas, a la abolición de la disposición de 1945 que protege a los menores; de la pseudo defensa de aquellos que “se levantan temprano” contra los “que se aprovechan” y los “asistidos”...

Ninguno de sus predecesores había llegado tan lejos para hacerse elegir: conviene medir correctamente la situación antes de celebrar el retroceso electoral del Frente Nacional de Le Pen...

Pero los esfuerzos de Sarkozy y los apoyos mediáticos masivos de los que se benefició no explican, por sí solos, su éxito. No más que los efectos perversos, verificados una vez más, de la elección presidencial por medio del sufragio universal: personalización, demagogia, voto útil... Pesó sobre todo la ausencia, frente a la derecha y la extrema derecha, de una auténtica alternativa política. Nunca desde 1969 había sido tan bajo el total de los votos de la izquierda en la primera vuelta (36,44%). ¡Y con razón! El Partido Socialista se dejó imponer por las encuestas una candidata, Ségolène Royal, que por cierto logró borrar el traumatismo de 2002, pero sin ofrecer a las fuerzas populares una perspectiva movilizadora. Aun más cuando a su lado, el Partido Comunista, la extrema izquierda y los ecologistas no se unieron para prolongar tanto las grandes movilizaciones sociales por la defensa de la seguridad social como de las jubilaciones; el envión del “No” en el referéndum del 29 de mayo de 2005 y la colera de los suburbios. Más allá de las peleas de aparato y de personas, el centro de la cuestión es en primer lugar la incapacidad de pensar una política anticapitalista a la escala de Francia y de Europa.

Es sobre el terreno que hay que empezar a reconstruir, y sin demora. Porque si ganan las elecciones legislativas de junio próximo, la derecha y la extrema derecha en el poder intentarán hacer pasar por la fuerza su política de destrucción social: contrato de trabajo único a imitación del CNE; incremento del tiempo de trabajo; obligación de actividad a cambio de las protecciones sociales mínimas; limitación del derecho de huelga; rotura del Código del Trabajo; supresión de los derechos de sucesión y, por medio del “escudo fiscal”, supresión del impuesto a las grandes fortunas; mayor desmantelamiento de los servicios públicos, de la protección social y de las jubilaciones; disminución progresiva del presupuesto de salud; no reemplazo de uno de cada dos funcionarios que se jubilen; liquidación del mapa escolar; nuevos cuestionamientos sobre las jubilaciones; caza a los inmigrantes, con el agregado de un llamado a la mano de obra “elegida” del Sur; relanzamiento de la Europa liberal y apoyo a la política estadounidense... La izquierda va a necesitar de todas sus fuerzas para resistir esta ofensiva sin precedentes, pero también para recuperar una perspectiva de cambio.

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Para reconstruir.

I.R.

1 En esa fecha, una mayoría de franceses votó contra la aprobación del Tratado Constitucional europeo.

*Director de Le Monde Diplomatique, París.

Fuente: Le Monde Diplomatique – 08.05.2007
Traducción: Pablo Stancanelli

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ANEXO

Ganó Sarkozy con 53% de votos; "gobernaré para todos los franceses"

Nicolas Sarkozy de Nagy-Bocsa es presidente electo de Francia. Tras concluir el escrutinio de todos los votos, el candidato de la derechista Unión por un Movimiento Popular (UMP) obtuvo 53.06 por ciento de los sufragios contra 46.94 de su rival socialista, Segolene Royal, quien reconoció su derrota desde que fueron divulgadas las primeras tendencias oficiales del conteo.

La jornada electoral y la victoria de Sarkozy fueron manchadas cuando esta noche cientos de jóvenes en el centro de París repudiaron los resultados electorales con gritos de "Sarko, Facho", al tiempo que en los suburbios parisienses grupos de manifestantes incendiaron automóviles y en ciudades como Lyon, Rennes, Nantes, Toulouse y Brest, cientos de socialistas rechazaron el triunfo de Sarkozy.

En la Plaza de la Bastilla, que acoge tradicionalmente los triunfos de la izquierda, las manifestaciones terminaron en choques con la policía. Alrededor de cinco mil personas se reunieron en esta plaza para protestar.

Algunos manifestantes lanzaron a las fuerzas del orden adoquines y proyectiles, que fueron repelidos con granadas de gas lacrimógeno.

Con estos hechos se consumó la advertencia de Royal, quien el viernes declaró a una emisora nacional que el eventual triunfo del ex ministro del Interior -encargado de sofocar la llamada "revuelta de los suburbios" de 2005- ocasionaría reacciones violentas, principalmente en las zonas periféricas.

Aunque con dos puntos menos que el promedio de las encuestas, que pronosticaban 55 por ciento contra 45, Sarkozy superó con creces la cifra de 31 por ciento que obtuvo en la primera vuelta.

Su victoria se ve aún mayor si se toma en cuenta la copiosa participación en esta segunda vuelta, en la que 85 por ciento de los electores inscritos fueron a las urnas, una asistencia que casi alcanzó el récord histórico de 87 por ciento de 1974, cuando el conservador Valery Giscard d'Estaing ganó las elecciones frente a su contrincante, el socialista Francois Mitterrand.

Los franceses vivieron estos últimos días el suspenso sobre el resultado final de la contienda electoral e incluso en algunos sectores con la ilusión de ver a Royal, de 53 años, convertida en la primera presidenta de Francia.

Sarkozy, de 52 años, logró convencer a los franceses de que él era el candidato del cambio, a pesar de ser el abanderado del partido gobernante.

Este triunfo prolonga la preponderancia política de la derecha en la jefatura del Estado, que desde 1995 ha ganado las elecciones presidenciales. Pero se trata de un predominio que contrasta con los resultados de las elecciones intermedias -municipales y regionales- en las que la izquierda ha salido victoriosa.

Durante su campaña electoral, Sarkozy supo sortear hábilmente las críticas de su desempeño como ministro del Interior.

"Nicolas Sarkozy es un político a la Tony Blair, con una manera de hablar al estilo (ex gobernante español José María) Aznar", describió el eurodiputado francés Jean Marie Cavada, cercano al partido de centro Unión por la Democracia Francesa, quien con esas palabras logró minimizar los temores que comparten muchos franceses crespecto del conservador.

Minutos después de que las cifras oficiales confirmaron su victoria, el próximo presidente de Francia pronunció frente a sus seguidores un discurso lleno de alusiones patrióticas.

"Amo a Francia, como se ama a un ser querido que me ha dado todo. Ahora es mi turno de devolverle a Francia lo que ella me ha dado... Seré el presidente de todos los franceses. Hoy para mí hay una sola victoria, la de la democracia", dijo Sarkozy ante cientos de simpatizantes.

Reaparece la esposa

Ahí, la sorpresa fue la reaparición de Cecilia Sarkozy, quien ha estado distante de su marido, según versiones publicadas en la prensa francesa, a la cual declaró en 2005 que "no me veo haciendo de primera dama; es algo que me fastidia porque no soy políticamente correcta".

"Voy a rehabilitar el trabajo, la autoridad, la moral, el respeto, el mérito... Quiero devolver a los franceses el orgullo de ser franceses", dijo el político al reiterar uno de los mensajes principales de su campaña.

Superada la contienda, Sarkozy también declaró sentir respeto por las ideas de Royal. "Respetemos a la señora Royal como a los millones de franceses que han votado por ella para presidenta de la República. Hay que amar a todos los franceses".

A su vez, la candidata socialista, quien se comunicó telefónicamente con Sarkozy, apareció en su casa de campaña sorprendentemente sonriente; reconoció su derrota y felicitó al "próximo presidente de la República francesa", y le dijo que "el sufragio universal ha hablado. Espero que el presidente cumpla su papel al servicio de todos los franceses".

La socialista agradeció a los 17 millones de electores que votaron por ella e invitó a sus seguidores a continuar la lucha por el poder.

"Algo nuevo ha surgido que no se detendrá... Lo que hemos empezado vamos a proseguirlo juntos", afirmó la candidata socialista ante miles de partidarios.

"Pueden contar conmigo para la renovación de la izquierda y en la búsqueda de nuevas convergencias", dijo en alusión a los acercamientos con el centro político, representado por el tercer candidato finalista de la primera vuelta, Francois Bayrou, quien obtuvo el 22 de abril casi 19 por ciento de los votos.

Esta pretendida renovación de la izquierda se asemeja más a una revolución interna en la que varios integrantes intentan retomar el timón de la nave socialista, a la deriva desde hace varios años.

"Es la tercera vez que perdemos una elección presidencial. Una renovación interna del partido socialista es necesaria y yo estoy dispuesto a proponerme como candidato para dicha renovación", sostuvo el socialista Dominique Strauss Kahn en un intento por buscar imponerse para asumir el liderazgo socialista en las próximas elecciones legislativas, buscando desplazar al actual secretario del partido, Francois Hollande, compañero y padre de los cuatro hijos de la candidata perdedora.

Pasada esta segunda ronda presidencial, la mirada de los franceses está puesta en las próximas elecciones legislativas los días 10 y 17 de junio.

El partido conservador buscará por todos los medios conseguir la mayoría en la asamblea, pero si la izquierda gana las elecciones legislativas, un gobierno de coalición, una cohabitación, podría imponerse como ha ocurrido en años anteriores.

Ese escenario es poco probable si se toma en cuenta que en el sondeo realizado por la agencia IFOP los días 3 y 4 de mayo, la UMP se mostraba al frente con 34 por ciento de los votos; el Partido Socialista con 29; la UDF, 12; y el ultraderechista Frente Nacional, 7. En la lucha electoral aparecerá además el nuevo partido centrista de Bayrou, que se llamará en principio Movimiento Democrático.

En las calles de París, además de la celebración en la Plaza de la Concordia, numerosos jóvenes llevaban camisetas en las que se leía "I love Sarko" y "100% with Sarko". Entusiastas, los manifestantes no dudaron en bañarse en las imponentes fuentes napoleónicas de la famosa plaza, en la que desemboca la avenida de los Campos Eliseos, que es además el lugar tradicional para la celebración de los triunfos de la derecha.

Sarkozy, después de su discurso, se dirigió al célebre restaurante Fouquet's de los Campos Eliseos, donde festejó en compañía de sus amigos más íntimos. Entre ellos estaban el cantante Johnny Halliday y el actor de cine Jean Reno. De ahí, Sarkozy se dirigió a la Plaza de la Concordia para compartir su triunfo con sus seguidores.

Jacques Chirac dejará el poder el 16 de mayo, después de 12 años de gobierno. Sarkozy asumirá oficialmente el poder y propondrá su gabinete de 15 ministros en el que, prometió, la mitad será ocupado por mujeres.

Además de celebrar en la Concordia con 30 mil personas, Sarkozy tendrá que buscar la concordancia con la otra parte del electorado francés, que votó por un proyecto menos liberal y más social. Las manifestaciones en repudio al ex ministro del Interior en el país son una muestra de las divisiones que hay en Francia.

Fuente: La Jornada / México 07.04.2007

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