El hijo de sus días

“Yo no sé si el alma tiene alitas y sube al cielo, o cae, fulminada al infierno.
Me lo decían en la infancia.
Como no me morí, no pude comprobarlo.
En cambio sí sé, me consta, que hay palabras que viajan.”
Escribió Eduardo Galeano en este diario en este lugar cuando murió Idea Vilariño.
“El sigue vivo en todos los que lo quisimos, en todos los que lo leímos, en todos los que en su voz hemos escuchado nuestros más profundos adentros.
Nunca encontraremos palabras que expresen nuestra gratitud al hombre que fue muchos, al que fue nosotros y seguirá siendo en las palabras que nos dejó.”
Escribió en este diario en este lugar cuando se despedía de Juan Gelman.
Sigue entonces Eduardo en este diario en este lugar con sus palabras. “Esas palabras que, –como concluyó él mismo– dolidas y dolientes, andan por los caminos del aire.
Van en busca de queridos y querientes.”

Muere el escritor uruguayo Eduardo Galeano a los 74 años

“Somos instrumentos de las máquinas: el automóvil te maneja, la computadora te programa, el supermercado te compra, la televisión te mira. Los instrumentos que nacen al servicio de la gente terminan por poner a la gente a su servicio. Una de las pruebas de que el mundo está al revés es lo que pasa con las ciudades: fueron creadas como lugares de encuentro entre las personas y, hoy, las personas somos intrusas en estos vastos garages.”

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, ha fallecido este lunes en Montevideo a los 74 años de edad, y será velado a partir de este martes en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, la inmensa sala de mármol en la que se celebran los actos más solemnes de la República de Uruguay. Pero los pasos de Galeano han seguido sonando en Montevideo, especialmente en la Ciudad Vieja que tanto visitaba el autor de Las venas abiertas de América Latina, donde periodistas, intelectuales, políticos o comerciantes han narrado decenas de encuentros casuales con el autor.